Sueño 4:
por Marta Rosa Mutti
A dormir
En una casa…Santiago a la cama — llama una mamá — Mientras Lucía saca juguetes de su cama amarilla recién pintada y se acuesta. Michu, su gatita se acurruca a su lado y suelta un miau apurado.
En otra… ¡Josefina... el pijama!, ¡y ustedes Pichu y Blanca a la cucha! — se escucha por una ventana.
Cerquita de ahí, Agustín esconde los ojos azules en la trompa de un oso violeta, está contento porque al fin después de tanto ensayar tiene los dientes bien cepillados.
¿Quién más? ¿Quién más?
Donatella peina sus rulos para que al otro día no sean un barullo.
Giovanni guarda en una manito un dinosaurio chiquito y se duerme diciendo, gr…gr…gr…
Homero y Cleo corren y ladran por el jardín antes de ponerse el gorro de dormir.
Congo y Lola los gatos de Donatella y Giovanni los siguen con verdes miradas. Mientras Rocky, el perro guardián mira hacia todos lados.
Congo es muy negro, gordito y muy bueno. Lola desciende de príncipes y princesas y es muy, muy seria y refinada. Las mariposas cansadas pasan por encima de ellos, bostezan, pliegan las alas y dormitan en cunas de flores frescas y perfumadas.
Rocky tiene el pelo casi amarillo, duro y cortito. Es alto y fortachón, vivía en la calle, comía lo que algunos vecinos le acercaban, hasta que mamá Valeria lo adoptó. Ahora es muy feliz y él mismo se ha dado un trabajo muy, pero muy importante…es el guardián de la casa.
Santiago, Josefina, Agustín, Lucía, Donatella y Giovanni escuchan dormir a sus animalitos.
Homero y Cleo en la cucha han comenzado a roncar, Michu tiene un ojo a medio cerrar.
Pichu y Blanca esperan para dormirse que Josefina apague la luz de su cuarto y sueltan algún guau suavecito.
Sofi y Liza, las perritas Doberman de Agustín, que viven en la casa de enfrente no tienen sueño y se concentran en las manchitas de la luna... guau, guau, ¿qué serán? se preguntan y se ponen a imaginar cuántas cosas habrá.
Congo y Lola ronronean en sus acolchadas camitas cerquita de Donatella y Giovanni. Al lado del limonero, Rocky en su cucha muy atento, empieza a bostezar.
Fuera y dentro en cada casa todo muy quieto está.
Todos reciben un beso de mamá y papá.
Se apaga la luz. Sólo el reloj tic tac tic tac...
Al rato…Algo sucede…
A ver, a ver, los chicos saltan de la cama, abren la ventana y descubren una escalera muy larga que apoyada en una de las paredes más fuertes de la casa de Santiago entre nube y nube parece que llega hasta la luna. Todos agarran un abrigo y sin hacer ni un ruido van a ver qué está pasando.
Santiago que es el mayor, despacito les pregunta que si se animan, suben.
Piensan un poquito y enseguida todos, entre risas dicen que sí.
Entonces, Josefina, Agustín, Lucía, Donatella, Giovanni suben y Santiago va detrás cuidando.
¡¡Sí!!, peldaño a peldaño ascienden por la escalera.
El palo borracho los mira antojado y se pone a bailar.
El sapo con anteojos aplaude, salta y dice: –¡Qué macanudo! miren adónde van a llegar.
—¿Quién más? ¿Quién más? —Pregunta.
Como nadie contesta… El sapo, se rasca la cabeza, se anima y los sigue, total la luna está ahí nomás….
¡Qué lindo va a ser mirar desde arriba como el mar se da un baño de plata y luz de luna!
¡Y Claro saludar al Faro Chimbote!
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Diseño e ilustraciones: Eugenia Martínez (eugmartinez@gmail.com - https://www.facebook.com/EugeniaMartinezMosaico)
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