cuentos con tiza

 

 

 

 

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Sueño 9:

por Marta Rosa Mutti

 

Lío de sueños

 

Hay un castillo olvidado en un sueño de chocolate. Sus ventanas están vacías, sin luces ni cortinas. Las arañas también lo abandonaron hasta se llevaron sus telas y agujas.

 

¡Pobre castillo olvidado, suspira en sueños Josefina!

Y se pone a soñarle plantas, flores, pájaros, pasto, fuentes con agua y cisnes bañándose, y estatuas de hadas, duendes, brujas y adentro: jarrones, cuadros, tapices, cortinas de terciopelo, una princesa y un príncipe ¡Ah! y un dragón, porque un castillo sin dragón no es un castillo. Si no, cuando llegue el invierno el pobre castillo va a estar muy frío. Y una fiesta. Invitaré a mis amigos a comer chocolate y el castillo no será olvidado.

 

¿Qué sueña Santiago?

Me subo a un barco con forma de violín.

Le pongo mi remera y con la batuta le armo una vela. El viento la infla y me voy de viaje. No sé cómo, pero llego hasta mi jardín. El barco se fue y el agua también.

 

 

 

Mi bicicleta me mira asombrada.  Me pongo los patines, mi perro me mira asustado y me sigue despacio. Descanso un rato y me siento en el pasto. La tortuga me confunde con una hoja y me muerde. ¡Ay! Grito y me inflo, soy un globo rojo. Subo hasta un techo, me para la chimenea. Suena un reloj. Me despierto. ¡Estaba soñando!

 

 ¡Arriba todos!

 

Santiago llama a los chicos.

¡A bajar todos!

Vuelve a llamar.

Lucía, Agustín, Donatella y Giovanni, no se acuerdan lo que soñaron porque estaban muy cansados…
Prontito preparan todo. Se despiden de la Luna y están listos para bajar.

 

Santiago afloja el nudo que sujeta la escalera, lo deja agarrado apenitas. Baja primero y le sostiene los pies a Josefina, que se los sostiene a Lucía que viene agarradita de los pies de Agustín. Sigue Donatella que se ocupa de Giovanni. El muy travieso es capaz de soltar las manos y tirarse de cabeza…

¡No! ¿Qué le dirá a su mamá!

 ¡No! ¡Eso no puede pasar!

Así, poquito a poco, sin ruidos y despacito… en el jardín de la Casa de Santiago y Lucía junto a la ventana otra vez están.

Santiago le pide ayuda al palo borracho para bajar la escalera.

Orgulloso, el árbol estira una rama, la engancha entre los escalones, se dobla hacia un lado y la deja acostada en el parque.

Todavía no amaneció. En silencio y rapidito los chicos regresan a sus casas para acostarse un ratito.

 

 

 

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Diseño e ilustraciones: Eugenia Martínez (eugmartinez@gmail.com - https://www.facebook.com/EugeniaMartinezMosaico)

 

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