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ESPIRALES DE LA FICCIÓN

Por Nora del Valle 

Por qué el Relato

Para hablar de relato hemos partido de la convicción de que el hombre establece su legado a los otros hombres por medio de un relato; la cultura es un relato que bien hubiese podido ser otro, pero el que hemos creado los humanos es irrebasable de ipso aunque este se manifieste en forma de ciencia, arte, tecnología, de hecho siempre que intentamos comprender hacemos una lectura de los hechos, de las cosas, de los dichos, de modo tal que para nada discrepa de la que realizamos sobre los signos alfabéticos. Cuando comenzamos a participar del mundo, las voces de los otros nos permiten iniciarnos y nos relatan sobre los contenidos de los sí o los no de nuestra vida.
La humanidad construye sistemática y continuamente un relato producto del análisis, la interpretación y la explicación crítica de los problemas que surgen en el devenir y del conocimiento desarrollado histórica y sociológicamente. Visto así el relato es consecuencia del uso del recurso de la oralidad, somos los humanos los dueños de las palabras y entonces el relato es utilizable como instrumento de todo proceso de investigación de la realidad humana. Además ciertos modos del conocimiento histórico, que es patrimonio de la sociedad que lo construye, adopta la forma de relato.
Este dispositivo que se expresa naturalmente por los individuos tiene como sustrato la realidad visibilizada por medio de una construcción dialéctica que se hace evidente mediante al dialogo, viabilizando así el análisis que permite que el acontecimiento se torne inteligible para la sociedad que produce el relato. Para lograr los objetivos del investigador de la realidad es importante establecer en qué medida la inteligibilidad posee un valor explicativo histórico/sociológico puesto que el relato resultaría interminable si en el análisis se pretendiese hacer intervenir a todas las fuerzas, todos los aportes que han influido sobre las decisiones o las prácticas que surjan desde el relato. Es fundamental aquí establecer la necesidad que se impone al observador de realizar un recorte del relato justificado por el objeto de estudio, de modo tal que permita discriminar las voces necesarias.
La formulación del relato, en tanto ha surgido del devenir y consecuentemente conforma la memoria colectiva, se asocia al concepto de historia como ciencia y permite a la vez la estructuración de todas las ciencias sociales, mucho más y con mayor legitimidad que las intenciones reconocidas o disimuladas de los discursos que se emiten en la coyuntura o las consignas lanzadas o las mismas construcciones de hechos usados como técnicas de abordaje a los problemas históricos, sociales.
 Es posible observar que el peligro de falsificación que incluye el relato así considerado está adosado a la fuerza de la simplificación que denota su vulnerabilidad, causa del soterramiento al que se lo somete, V.G. en variadas circunstancias y como una instancia posible de esa condición del relato, los debates a los que se lo remite adquieren la posibilidad de que sean situados en el mismo plano que el relato.
En este punto es licito detenerse para diferenciar la importancia del relato en términos del reconocimiento que el sujeto socialmente considerado puede hacer sobre su propia identificación y su modelo de pertenencia y todos los debates que sobre este particular puedan acontecer que son solo propuestas y/o preguntas que la sociedad realiza sobre sí misma. Otorgarles la misma paridad genera un proceso de sometimiento que incluye una doble referencia (relato/debate) lo que resulta de una complejidad que en ciertos aspectos se torna imposible desbrozar para un observador de la realidad así como para los propios miembros del colectivo.
La tendencia al uso indiscriminado del relato de los hechos que conforman la memoria colectiva ofrece frecuentemente una representación anestesiada, sublimada del funcionamiento social, y por ello admite la posibilidad de soterramiento del desarrollo humano en manos de los mecanismos de los centros de decisión ejes donde pivotea la verdad histórica contaminada por significaciones interesadas, entonces será oportuno apelar a una revisión constante mediante una actitud crítica.
¿Cuál es el peligro que este soterramiento entraña?, nos preguntamos: El relato se conforma con todos los elementos posibles con que el hombre socialmente considerado construye la realidad, el mundo en que opera esta práctica esencial no es univoco, existen discrepancias en las que pueden evidenciarse formulas propuestas por las clases dirigentes y otras esgrimidas por las clases subsidiarias, modo en que se formulan los puntos de vista. Esta disímil percepción del mundo ejerce presión sobre las continuidades y/ o las discontinuidades en las prácticas sociales visibles por el investigador que se perciben a través de estilos en el desarrollo de coyunturas históricas es decir la sociedad cambia el ¨COMO¨ de las prácticas.
Relato: compleja construcción de la memoria colectiva que no deviene inteligible sino a la luz de la percepción, interpretación o explicación del mundo que se establece en el desarrollo de una investigación. El relato se construye entonces en términos de las intenciones de los colectivos humanos y sin su consideración no podrían pensarse los acontecimientos presentes y solo podrían reducirse a gestos o datos físicos.
La interpretación comporta más allá del análisis de la coyuntura una referencia en términos de cómo perciben los actores puestos en dialogo por el investigador a través del uso del corpus documental (oral y escrito), sus tradiciones y los condicionamientos sociales que se expresan en el relato. Hallar la línea de demarcación en medio de esta complejidad construye un recurso al que es importante encuadrar en términos que implican criterios utilizables que se establecen entre dos aserciones: verdad y libertad. La libertad de interpretación es limitada y relativa en  cuanto existe la necesidad de acercarse al conocimiento verdadero, para que esto sea posible,  las prácticas sociales que dan origen y que a su vez son origen de relatos deben ser observadas en un conjunto más vasto de modo tal que se produzca la evidencia del soterramiento de voces esenciales y sea posible su reivindicación.
Este artículo es parte de la revista literaria Avatares puesto que he considerado puede ser de utilidad a quienes son proclives a buscar en el Relato de la realidad humana el objeto de interpretación en sus obras.

     

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Nora Del Valle es Profesora en Historia, hasta el año 2015, en que se acogió a su jubilación, ejerció como titular en Teoría de la Historia FBA UNLP, ámbito en que dirigió proyectos de investigación sobre fuentes orales aptas para la Historia que dieron lugar a su obra “La Importancia del sujeto en el develamiento de la Historia” editorial Dunken (en prensa) donde trabaja cuestiones ligadas a la oralidad.  

 

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