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Apuntes literarios

Caos a la hora de escribir

Hilda Trezza

Lo primero a visualizar del acto de escribir, es que el objetivo de un relato no es la oscuridad sino la luz.
El alma del cuento no es la complejidad sino la sencillez, el escritor está ahí para sugerir el misterio pero no debería explicar la propia explicación, ésta debería hablar por sí misma. Cada núcleo del cuento podría empezar con una idea simple, algún hecho de la vida cotidiana que el escritor es capaz de observar y que al lector pasa desapercibido, pero en cualquier caso la historia debe basarse en una verdad y por más que se le pueda añadir, no puede ser una irrealidad sino una nueva construcción de esa realidad observada o sea una ficción.

Acaso: ¿La ficción arma cierta filosofía propia, interactuada, negadora, revulsiva, exitista?

La ficción dispone de los elementos de la realidad que crea el hombre en su día a día. El concepto es desvestir la vida y a sus actores trasladándolos al plano narrativo, colocándoles otras investiduras, actitudes, muchas veces para atisbar el mundo de la psiquis.
La hora de escribir busca explicar la realidad que rodea al hombre, desentramar el misterio del mundo y trata de explicar, entender o quizás justificar por qué las cosas son como son y no de otra manera, es decir que el hecho narrativo es una búsqueda del sentido y de la verdad.
Por las dudas aquí dejo un intento...

Hormigas

En cuanto llegué me tendí en la cama del cuarto que pagué por una noche después de haber deambulado por la ciudad y tratar de evadir ese tumulto de gente.
Hace calor, desde la ventana contemplo el ir y venir de las personas que forman un enorme circo igual que esa fila desordenada de hormigas recorriendo el marco de la ventana.
Sí, es este valle de cemento donde se cree vivir en paz, la paz de los hombres.
Recuerdo la naturaleza de mi pueblo, aunque en ocasiones me sucede que al querer aspirar el perfume de las flores y frutos como entonces noto el agrio olor del odio y recelo.
Afortunadamente descubrí en mi bolsillo un cigarrillo, lo encendí y fui fumándolo con lentitud, mientras contemplaba los círculos de humo que ascendían hasta el techo. Reflexioné profundamente a cerca de cuánto había visto y vivido.
Se superpuso en mi mente una imagen que apagó a todas las demás, aquel edificio circular tan bien protegido… hombres que me hicieron acordar a la fila de hormigas que desfilaban por el marco de la ventana. Sus misteriosas tareas, esas siluetas. Esta última imagen me había afectado sin que yo me diera cuenta, no me cabía la menor duda “eran hombres”. Me incorporé y aplasté la colilla, necesitaba salir ¡era preciso saber más!
Me resulta difícil encontrar el equilibrio entre “ellas” y “ellos” son sólo una enorme “montaña negra” – hormigas.
No quiero siquiera tomarme un momento para pensar, sé que si lo hago mi propia conciencia pondrá en duda lo razonable y lo ilógico, un hombre solo contra millones.
No obstante soy consciente de que ellos y ellas son criaturas cuyo miedo intuyo inexplicablemente. En ese momento una especie de impulso golpea mi cerebro: es cuestión de amigos, de enemigos, de discusión… Eso es, me están proponiendo discutir. Se han dado cuenta de que soy insensible a las demostraciones de fuerza, ni el exceso, ni el despilfarro de vidas me ha afectado.
Estoy cerca del fin, lo sé, pero no cederé mi puesto sin combatir y, este combate sólo tiene una salida, la desaparición de uno o de otro.

caos a la hora de escribir

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marta rosa mutti

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