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Tinco Andrada

Tan solo treinta minutos después de comenzar el día 12 de Mayo de 1895 Sanjaveemma, esposa de Naraniah, daba a luz su octavo hijo. Ocurrió Madanapalle, al sur de la India, en una zona castigada por la sequía.
Había nacido Jiddu Krishnamurti; o Krishna; o Krishnaji; o Ji; o K. Distintas modos de cómo se lo llamó a lo largo de la vida. Llegaba así al mundo el gran pensador, psíquico, filósofo, buceador de la verdad y la reflexión. El hombre que dejaría decenas de libros para la humanidad. Aunque no hubiera escrito ninguno. Algunos aseveran que sí. Todos ellos producto de sus charlas, conferencias, encuentros, entrevistas personales, cintas grabadas etc. etc.recopilados y luego, escritos por otros.
Krishnamurti recibía a la gente que se acercaba a él y escuchaba sus preguntas. Solía decirles a quienes lo visitaban:

Lo real está cerca, uno no tiene que buscarlo.

La verdad está en ‘lo que es’ y esa es su belleza. El hombre no puede llegar a ella a través de ninguna organización, de ningún credo, de ningún dogma, sacerdote o ritual, ni a través de algún conocimiento filosófico o alguna técnica filosófica. Ha de encontrarla gracias al espejo de la relación, a la comprensión de los contenidos de su propia mente, mediante la observación y no por medio del análisis intelectual o la disección introspectiva.

Ya antes de nacer Krishna, en las sociedades ocultas de la India se hablaba de la llegada del Instructor del Mundo y Krishnamurti lo fue. Habló con mendigos, estudiantes, Reyes, Presidentes. Sería interminable, nombrar a los más grandes hombres y mujeres de la humanidad que recurrieron a él, buscando su palabra. Dio charlas, entrevistas, conferencias. Meditó, filosofó y fue líder cultural indiscutible de la India. Un revolucionario religioso y un apasionado por la libertad. La libertad de palabra, de pensamiento y de expresión. Cuando hablaba, ante cualquier audiencia, lo hacía con una permanente sonrisa que lo alejaba de la rigidez propia de un gurú, de un gran maestro que busca liberar al hombre en el más amplio de los sentidos.
Por ello no hay punto del entendimiento humano que deje librado al azar. Refiriéndose al pensamiento señaló el maestro:

¿Están vigilando sus pensamientos - como un pensamiento persigue a otro pensamiento diciendo, ‘este es un buen pensamiento, éste es un mal pensamiento’? Cuando de noche van a acostarse, y cuando pasean, observen con atención sus pensamientos. Sólo observen al pensamiento, no lo corrijan, y entonces aprenderán el principio de la meditación. Bien, ahora quédense muy quietos. Cierren los ojos y vean que los globos oculares no se muevan en absoluto. Luego observen sus pensamientos a fin de aprender. Una vez que ustedes comienzan a aprender, el aprender no tiene fin.”

 

Acerca del propio conocimiento:

Es muy importante, descubrir si podemos evitar que nuestras mentes sean el depósito del pasado; descubrir si la mente de permanecer estable sobre las aguas de la vida, y dejar que los recuerdos pasen flotando sin que ella se aferre a ninguno en particular. Ése es el factor que no origina deterioro, de modo tal que la mente se renueva de manera constante. Una mente que acumula, ya se está deteriorando. Pero la mente que deja que los recuerdos pasen de largo y es firme en la acción de experimentar, una mente así es siempre pura, está siempre viendo las cosas de un modo nuevo.

Diez minutos después de la medianoche, el 17 de febrero de 1986 en Ojai, justo frente al pimentero donde tuviera su primera transformación, su despertar, el cuerpo de Krishnamurti dejaba de sentir. Se iba a vagar sobre las montañas. Atravesando el Valle de Rishi. Sus cenizas se esparcieron en tres lugares. En Ojai, en Inglaterra y en la India. No tuvo bienes personales. Sólo sus ropas y un reloj. Lo demás si lo hubo no fue tangible, porque se trataba de bienes para el espíritu y eso nos los dejó todos a nosotros.

 

Bibliografía:
Mary Lutyens; Biografía de Krishnamurti
Pupul Jayakar; Biografía de Krishnamurti
N. Lakshmi Prasad; Conversaciones con Krishnamurti
Susunaga Weeraperuma; Dichos de Krishnamurti

 

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