El desafío de crear nuevos espacios identitarios de transformación sociocultural
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Los límites ¿una isla perdida?
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Stella Maris Rodríguez*
“Si cada cual anda por su lado, esa falta de límites y normativas a las que ajustarse difieren en la formación de un individuo apto para vivir en sociedad respetando las normas y derechos de los demás.”
Jaime Barylko en El miedo a los hijos
La realidad actual nos muestra a niños que se comportan como “iguales” a los adultos, colocando a maestros, profesores y padres como “pares”, con igual capacidad para decidir porque se terminó por centralizar al niño, sometiéndose todo el entorno a sus caprichos o necesidades y son hoy en día, estos niños, los sujetos a los que las familias y docentes deben ajustarse, tratando por todos los medios de conquistar y seducir para que se dignen obedecer y tengan la voluntad de aprender. El miedo a volver a las normas de antaño nos pone en desventaja porque tememos a todo lo que parezca “represivo”, todo aquello que anule esa personalidad en desarrollo, que coarte su libertad para crecer libre, lo que lleva a desconocer o ignorar la propia implicación y deber como padres o educadores.
Ni maestros ni padres desean que se los catalogue de “autoritarios” y se corren, sencillamente dejando hacer. Muchos padres que trabajan todo el día para mantener su hogar, sienten culpa por dejar a los hijos con otras personas, entonces, estos “padres culposos” procuran congraciarse con sus hijos comprándoles regalos y cayendo en un inusitado nivel de permisismo y falta de autoridad y, esos niños crecen en la ausencia total de límites y respeto por los demás. ¿Por qué acatarían lo que les impone la escuela?
La diferenciación entre los roles de padres e hijos se ha desdibujado y pasamos a los extremos entre un “porque yo lo digo” a un, “hacé lo que quieras.” Los niños y jóvenes captan esa indecisión y la utilizan para sacar provecho.
“Hay padres que le piden a la escuela lo que no han conseguido en su propia casa. Instruir, formar la personalidad y desarrollar la inteligencia son cosas que la escuela puede y debe hacer esencialmente. Los valores tienen que venir desde la casa, y si no vienen, los padres no le pueden exigir a la escuela que corrija esos vicios, inculque valores, señale conductas, o imponga límites cuando el chico llega de su hogar sin ellos.”
Barylco Responde- Ediba, fascículo 1.Año 2000.
La aplicación de la autoridad y la puesta de límites generan conflictos lógicos, que muchas veces aparecen en una combinación de las particulares características de las familias y de la escuela, de su mirada, de sus interpretaciones, pero la mayoría, trata de evitar estos conflictos e irremediablemente caemos en la desidia.
Es cierto que los padres debemos ponerle límites al chico que está creciendo pero también debemos ponernos límites a nosotros mismos y dejar de creer que es más canchero y beneficioso evitar conflictos y confrontaciones y que así, somos padres y maestros piolas, modernos, comprensivos.
Tener autoridad no es ser autoritarios. La palabra misma es temida y los padres prefieren decir que son “amigos” de sus hijos. Si quieren podrían decir que simplemente son “padres”, pero falsamente creen que esto que hacen procurando ser permisivos y comprensivos en todo, los que los hace “padres modernos.”
Como soy padre debo dar órdenes y los hijos sólo deben acatar y obedecer, dicen otros. No. El padre autoritario castiga, impone, monologa, el otro, es obedecido porque dialoga, conduce, estimula y es respetado. ¿Cómo llegar a este ideal de familia? Simplemente cumpliendo cada cual con su rol primario.
*Sobre el tema, ver: Escuelas por dentro, Stella Maris Rodríguez.
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