Editorial

Literatura en apuntes

Lugones fantástico

Mariana Enríquez.
Con ojos de lector

Chéjov y un árbol que dice sin hablar

El amor en el nuevo fantasy argentino

Fred Vargas y el policial

Borges también nos dejó el arrabal

Redescubriendo la Ciencia Ficción con Cordwainer Smith

¿Qué podemos decir de Peter Handke?

Jeanette Winterson ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

A Salvo "Entonces comprendí el destino simple de un escritor"

Hebe Uhart y su cuento "En la peluquería"

Stephen King,
nos deja sin respuesta en "Mr. Mercedes"

La Redonda ¿Un reino de este mundo?

Truman Capote y sus cuentos

Los nuevos analfabetos

Poesía

Cine

Antología

Apuntes

Libros

Arte

Teatro

Crónica

Visitanos en:

 

LITERATURA EN APUNTES

 

Ximena Espinosa

“Si el mundo griego estuvo marcado por la filosofía,
el romano por la jurisprudencia, el medieval por la religión,
el renacentista por el arte, el moderno por la ciencia,
el mundo contemporáneo lleva sin lugar a dudas
la impronta de la tecnología”.
Aquiles Gay, 1997.

¿Quiénes serán los analfabetos del futuro?

Esta sociedad del siglo XXI atravesada por el uso sistemático de la tecnología en la cual hoy nos toca vivir es denominada por los académicos como la “sociedad de la información y el conocimiento”. Es indudable que la tecnología ha teñido todos los aspectos de nuestras vidas, desde lo educativo hasta lo social y cultural, inclusive cambiando nuestras costumbres y modos de relacionarnos tanto en lo público como en lo privado. Sin embargo, es innegable que son precisamente los desarrollos en materia de tecnología los que han permitido que la información esté al alcance de todo aquel que tenga acceso a una computadora con internet. ¿Pero es esto suficiente? La respuesta es no.

Claro está que no basta solo con tener acceso a internet, aunque este ya es un marcador de exclusión social para quien esté privado de él. Para lograr una “alfabetización digital” es necesario desarrollar competencias en el uso de las llamadas nuevas TICs, las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento. Nos referimos al uso de aplicaciones de comunicación como el whatsapp o el skype y hasta los ya tradicionales procesadores de texto y planillas de cálculo. Ya hace un tiempo que aquella concepción de “terminar nuestros estudios” ha quedado obsoleta y aquel profesional que no se sigue capacitando queda rezagado con respecto a sus colegas. Pero no sólo en lo laboral también en lo cotidiano, quien no tiene la capacidad de agiornarse en cuanto al uso de las TICs quedará excluido del contacto con sus pares. Sin embargo, no se trata sólo de aprender el uso de los programas y aplicaciones de moda, sino de desarrollar realmente la capacidad de seguir aprendiendo toda la vida para poder adaptarnos a un mundo donde el escenario social cambia en forma continua y hasta vertiginosamente a veces. Edgar Morín en su trabajo “Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro” menciona la capacidad de vivir enfrentando las incertidumbres que se nos presentan a diario construyendo sobre las certezas de lo ya adquirido, sin temer correr el riesgo de incurrir en el error como parte del proceso de aprendizaje.

Esta formación continua, así como el encuentro con este caudal inagotable de información es a veces abrumador ya que los desarrollos se multiplican en todos los sentidos pareciendo casi imposible seguirles el paso. Es aquí donde el trabajo colaborativo se pone en juego. Ya no alcanza con el trabajo individual de una sola persona. Si un proyecto no se nutre y multiplica en una red de trabajo interdisciplinario donde cada aporte da lugar a una visión multidimensional y compleja, queda trunco, chato o en desventaja. Y quien no aprenda a trabajar en forma colaborativa quedará al margen de muchas experiencias.

“De la info al conocimiento”

Podemos afirmar entonces que el mero acceso a un conocimiento ilimitado a través de internet, o el uso de las TICs no garantiza lograr un real conocimiento. Es necesario desarrollar capacidades de disenso para convertirnos en “consumidores críticos”. La capacidad de organizar dicha información para su buen aprovechamiento y el desarrollo de la capacidad de generar conexiones que nos permitan ser “productores creativos”. Sólo así es donde los expertos en educación enfatizan se generará el verdadero conocimiento.

Según la UNESCO los cuatro pilares fundamentales para la educación del siglo XXI son: “aprender a conocer”, que implica “aprender a aprender”; “aprender a hacer”, y así poder generar cambio en nuestro entorno; “aprender a convivir”, para lograr vivir juntos en paz mediante el respeto y la tolerancia a la diversidad; para así poder lograr “aprender a ser”.

 

Bibliografía consultada:
- Morín, Edgar. “Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro”
- Material de UNESCO para la educación del siglo XXI.
- Ferreiro, Ramón. “Generación Net, Nuevas Formas de Aprender”
- Material didáctico de la carrera Licenciatura en Educación de la Universidad Siglo 21.

 

Subir