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Julia Mansi

Este libro ha sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008.La película “El cuento de la Doncella” está basada en él.
Dentro del tratamiento del texto se puede decir que es una novela de ciencia ficción con realismo distópico. El manejo del tiempo gira en torno a las realidades alternativas.

Transcurre en la República de Gilead, donde las criadas forman un estrato social pensado cuyo deber es conservar la especie. Las mujeres fértiles que integran esta clase, se destacan por el hábito rojo con que se cubren hasta las manos, son las encargadas de dar a luz a los futuros ciudadanos de Gilead. Esto que suena a utopía transcurre en un mundo antiutópico, entre guerras nucleares, gobernado por un código extremadamente severo y puritano, que castiga con la pena de muerte a quien se aparta del sistema y en el cual la mayoría de la población es estéril, engendrar no resulta fácil. Existe siempre el temor al fracaso y la amenaza de la confinación en la isla de seres inservibles más allá de las alambradas que rodean la ciudad y del alto muro donde cuelgan, para que sirvan de ejemplo, los cadáveres de los disidentes. El cuento de la criada, en el testimonio de una de esas figuras de rojo, Defred, que rememora fragmentos de su pasado en lo que fue Estados Unidos, observa el presente y a los individuos que la rodean, y conserva aún las cenizas incandescentes de la rebeldía en su mente y del deseo en su cuerpo. La autora a través de numerosos flashbacks, nos muestra una Defred que va y viene de su vida anterior similar a la de cualquier otra mujer de nuestra época con un trabajo, una familia, una hija, proyectos. Y esos recuerdos llevan a la comparación constante de su vida anterior con la actual, de tal modo que al seguir esa lectura entramos en un estado de zozobra pues comprendemos que ese futuro que se nos muestra no es tan improbable como parece, que, por muy asentados que estemos en una sociedad más o menos justa e igualitaria, siempre existe el peligro de las recaídas, y que las cosas cambien para peor. La misma Margaret Atwood dice al respecto en el prólogo de la obra: «Los cambios pueden ser rápidos como el rayo».
Otro de los aspectos llamativos es el tono de cruel ironía que recorre toda la narración. Defred no está dispuesta a ceder a renunciar a su yo, frente a la máquina represora de la república de Gilead y a pesar que su actitud sea de complacencia, plácida y pasiva esclava sexual, dado que corresponde por su condición de criada, hay en ella, un odio, una rebeldía e independencia que, paradójicamente, es lo que la mantiene viva. Esta posición de lucha, de no subordinación, del no a la pérdida de derechos, la muestra Margaret Atwood desde el dolor y el humor desesperanzado característico de las personas que lo han perdido todo.
A todas Luces Margaret Atwood ha buscado en esta novela levantar dentro de la realidad ficcional, una fuerte denuncia a la condición desigual de la mujer, en cuanto a la elección su destino, su derecho al libre acceso a empleos, cargos y funciones tal y como lo posee el hombre.

Margaret Atwood

 

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