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Erik Grieg, de Martín Kohan

 

María Del Carmen Cárdenas

El narrador nos presenta al protagonista como el roce con un extraño al doblar una esquina.
Sólo que desde ese instante sorprende con detalles que nos adentran en un universo tan cautivante como el nacimiento, desarrollo y conversión del individuo en un ser social.
Las calles que transitamos no son ambiguas ni desconocidas como en los sueños. Hay ubicación geográfica bien establecida: el puerto de Bs. As.
Erik ha llegado desde Helsinki. No escapa al molde acostumbrado del marinero que desembarca por unos pocos días a gastar entre lenguas desconocidas la plata que arde en sus bolsillos.
Rústico, sin otra diversidad en la compañía más que la de sus congéneres ni vapuleos que los de los mares recorridos, tiene una sola motivación; satisfacer su voraz hambre de sexo.
Es interesante en este punto centrarnos en la expresión que va a utilizar el narrador de Kohan para nombrar el objeto perseguido: puta.

Al repetirlo una y otra vez instala de inmediato las características de Grieg, su pasado y su casi absoluta incomprensión de la complejidad de un mundo que le es, más que desconocido, inexplorado.
Ya calmada la sed de alcohol rutinario nuestro marinero encuentra a su puta.
Con la seguridad que da la convicción que la elección es suya, repta por los lugares comunes a los que su cuerpo y su mente están acostumbrados en cada atracadero.
Pero no sabe o no quiere saber que el desenlace de este encuentro no es tal sino que se trata del real principio de su búsqueda.
También para el lector Kohan comienza a abrir el telón de su espectáculo. Cuela en nuestra idea indicios que nos hacen sospechar una lectura anterior, una historia conocida tanto como nos pareció desconocido su marinero en los primeros párrafos.
Recordamos que en una entrevista publicada en la Revista AVATARES del……..el autor, al ser preguntado por un personaje de ficción favorito, responde Emma Zunz de Borges. ¿La causa? El drama del equilibrio entre el manipular y el obrar (sic).
Vale aquí una tangencial referencia a ese extraordinario relato llevado al cine y del cual el mismo Borges retira de las ficciones al destacar que se trató de un hecho real que le fuera contado. Emma, la protagonista que da su nombre al título, se debate en ese drama para darle sentido a toda su existencia.
Y es justamente el equilibrio que logra en su encuentro con Grieg, la punta del ovillo para que a la vez Kohan, en un original recurso literario, construya el sentido de la existencia de su personaje.
Desde el mundo borgiano nos lleva a una creación, para nuestro criterio, magistral.
EMMA casi emula la obra de Dios. Un personaje modela al otro y con un soplo en forma de beso, lo instala en el Paraíso.
Despertamos con Erik a su objeto de deseo. El que había perdido vaya a saber por qué causas a través de los años y que ahora se revela, ya no más como puta a la mujer.
Del pecado original volverá a surgir la Humanidad. “Sin nombre, casi sin cara, sin voz y sin palabras, esa puta estaba, como casi todas, destinada al olvido” dice el narrador de Kohan.
De Emma Zunz, dice Borges «De uno, muy joven, temió que le inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada (…)”
Ambos, sin saberlo, han encontrado, por diferentes motivos, su buscado “objeto de deseo”.
“El Objeto a es un concepto del psicoanálisis usado por Jacques Lacan que remite a la noción del objeto de deseo inalcanzable... Tras el parto y durante los primeros meses de vida, cada ser humano forma una especie de unidad con la madre. Se dice entonces que está adherido al deseo de la madre. La madre, además de otorgar nutrientes y estímulos, es el primer objeto de deseo para cada ser humano. Así se constituye un sujeto carente de objeto fijo (ya no es instintual sino, pulsional); el cual va a ser luego clivado por el padre. Sin embargo, en su lugar queda en lo inconsciente de cada ser humano, como una reminiscencia del primer objeto de deseo. Tal reminiscencia es el objeto alfa (u objeto a, u objeto metonímico) en cuanto que es el que estimula, por metonimia, el pensar del sujeto.
A nivel inconsciente, tal reminiscencia no es percibida como la de la madre, sino como la de la ausencia o falta de la madre como el ideal, y es así, del Otro como objeto primario o en palabras de Lacan: la "presencia" de una falta, una falta original (originaria y originante).
Es por esto que la tal "falta",….se transforma en algo animador de la vida psíquica: es así y por esto que, con el objeto alfa, el sujeto origina, crea, realiza, e intenta realizarse. Se crea una fantasía (fantasme, en francés y phantasie, en alemán) en torno al objeto a (significante de la falta), al que se le responde en el actuar del sujeto. La funcionalidad o no del fantasma otorga, entonces, el grado de sanidad.”
Asistimos a partir de ese encuentro con quien ya sabemos que se trata de la Emma Zunz de Borges, con la búsqueda inclaudicable de Erik tras su construcción de ser social: aún no lo sabe, tal vez nunca lo acepte: ha descubierto el amor.
Su navegar ya no es por las aguas del Océano sino por las sinuosas calles que lo puedan reencontrar con “la mujer”.
Erik Grieg no sabe, nunca lo sabrá, que ha sido el inocente “partícipe necesario” para la acción reivindicatoria que urdiera Emma en su dolor y que en la práctica se trató de un delito desplegado en el proceso judicial que terminó con su absolución.
Esa mujer que lo manipuló para salir airosa de su crimen, es también la que lo recrea, lo transforma y da sentido a su vida después del placer. “El hombre, ...fue una herramienta para Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia.»
Quizás en este excelente intercambio de protagonistas podemos nosotros, lectores asombrados, encontrar el equilibrio del que habla Kohan entre las dos continuas y más poderosas acciones cotidianas en el encuentro con el otro: el manipular y el obrar.

Martín Kohan

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