Editorial

Apuntes literarios

Osvaldo Soriano.

Cuando se habla de cultura ¿de qué cultura se habla?

Lawrence Durrell, hechizo de una ficción.

Textos especulares & Lectores Co Creadores.

Juan José Millás, Ficción y Periodismo.

Conociéndolos: Martín Kohan / Eduardo Belgrano Rawson.

Rimas al Norte, Metáforas al Sur, Boedo & Florida.

El boom literario alemán.

Gastón Leroux, hacedor del ridículo.

Pero, ¿Qué fue El Modernismo?
...Entonces ¿de qué se trata el Post modernismo?

Manga.

Todo sabe a todo, desde el Zahir hasta el Aleph.

Contexto Cultural de lasTribus Urbanas.

Motivos de la Ficción.

Aprendiendo de Silvia Molloy.

Proust: Memoria en busca del narrador.

Del juego y la propia identidad.

La Joven Guardia latinoamericana, Santiago Roncagliolo.

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Marta Rosa Mutti

El texto que se produce, debe proveer al lector de herramientas, (contextos), a fin de generar significados y sentidos destinados a re formular la propuesta original del (para estas alturas casi desaparecido), escritor. Es esta la manera de dar paso a otros textos, retoños de aquel por supuesto.Con este propósito el autor trabajará la construcción del relato generando una ficción con funcionalidad de espejo, (historia, contralínea o historia opuesta y entrecruce), tal como lo indica el sencillo esquema que sigue, entonces decimos que el mismo tiene una estructura especular. (espejo)

 

Para que este proceso sea posible, se requieren dos elementos básicos: la relectura y la co – creación del autor.
El escritor manejará la ficción buscando multiplicidad de perspectivas, a fin de provocar choques entre la diversidad de miradas producto de las sucesivas lecturas. Choques que abrirán el lugar a los espacios vacíos que son los reservados al lector para que analice, acabe, complete y adapte el texto a otros pareceres y modos de comprensión. Es decir sal y pimienta de acuerdo a su paladar
Concluimos entonces que gracias a la existencia de esos espacios vacíos se evita una imposición de la idea por parte del autor, de esta manera el texto es independiente, se libra de su constructor, lo deja fuera y lo importante es que quien está a cargo de esta empresa es el lector, desde (su), la versión que (co) -crea. Porque es también quien transforma una experiencia ajena en propia a través de la lectura y desde su yo imaginario. Según este enfoque de la estructura narrativa, el lector se convierte en sujeto emisor de las ideas expuestas en la obra literaria de origen. Maravilla que se alcanza con las puertas- ventanas - escisiones, que el acto de leer abre.
Este lector al que se le puede llamar implícito, nace cuando la voz narradora es cómplice y crea un camino interactivo entre las palabras y el receptor. La intención es efecto bingbang: Co – creación de múltiples versiones del texto.
Expresado de otra forma:

El lector frente a la obra literaria efectúa una serie de procesos a saber:

1) Cada individuo tiene su historia y cultura y a través de ella interpreta.
2) El vivir en sociedad, el contacto e interacción con el otro, le obligan a forjar una versión para compartir con el afuera. (Toma la idea y decodifica, analiza, revierte, balancea, mide, etc.)
3) Reúne y trabaja en simultaneidad su visión y la de los otros individuos. (Amplia. Cosmovisiona, la idea)
4) Surge un espacio de texto diferente: El lector re - escribe con sus lecturas, la historia, re - crea con conexiones inéditas.
Es decir la historia dentro de otra historia.
Ejemplo: El padre huye. Se fuga en la búsqueda.
Los hijos huyen para buscarse buscándolo.
La pluralidad de perspectivas reside en las voces que plantean los otros que hay dentro de nosotros mismos. Ese mundo coral, la otredad, que guarda el individuo en su Psique que aparte de todo, es un reservorio de mundos infinitos y fantásticos.
Vayamos con un ejemplo: este cuento de Héctor Tizón, con certeza hará deshilvanar varias situaciones y escenas no presentes en las líneas que lo componen, pero que se levantarán en el imaginario de quienes realicen su lectura y re – lectura, con lo que la propuesta es… ni más ni menos que co - crear el cuento.

El Traidor venerado, Héctor Tizón

Aquella sería la última comida juntos.
Él que era indigno de ajustarle el cordón de los zapatos estaba ebrio. Toda esa noche la pequeña campana de la estación ferroviaria sonó incesantemente, a lo lejos, sacudida por el viento. Llovía a ratos.
El Chaguanco abrió una lata de picadillo, lo fue untando con su cortaplumas sobre el pan que les quedaba y luego repartió los pedazos. “Yo no tengo hambre” — dijo. Quispe, un hombre inquieto y de poca talla que ya estaba borracho, tomó el primero y se lo tragó con buen apetito; después permaneció mudo y apartadizo, contemplando el débil movimiento de las ramas delgadas agitadas por el aire del ceibal.
La fama del Chaguanco había cundido no sólo en Yala, sino también en las comarcas vecinas desde donde la gente acudió hasta formar multitudes albergadas en carpas y vehículos, o debajo de las copas de los árboles alrededor del miserable rancho, a cuya puerta se asomaba, abandonando sus meditaciones, en los amaneceres. Entonces los que habían perdido la salud, los que aún esperaban algo, caían de rodillas ante su mano levantada.
Pero al poco tiempo comenzó la persecución, eludida hasta hoy en que se cumplía un año de peregrinaje; un año de penoso ocultamiento, mudando siempre de lugar, durmiendo a la intemperie o bajo las alcantarillas en los caminos, desde Tilquiza hasta Valle Grande, de Tumbaya a Susques, seguido por algunos fieles desesperados, enfermos, opas y ladrones arrepentidos.
Cuando un alegórico ladrar de perros anunció a los perseguidores, el Chaguanco concluía también su sentencia postrera, y el hombrecito enjuto y nervioso a quien iba dirigida, exclamó, más bien para sí: “Esa palabra es dura. ¿Quién la puede oír?”.
Ahora los agentes del destacamento estaban cerca. Era la noche de San Roque y una botella de ginebra yacía, seca, en el suelo.
El ladrar se convirtió en aullido mientras el viento, a lo lejos, seguía torturando a la campana.
Cuando Quispe desapareció, entendiendo el Chaguanco que había llegado el fin y que en seguida lo conducirían a la ciudad, a la cabeza de una multitud de curiosos — como un político —, preguntó a los que quedaban si también ellos querían irse; después se apartó a corta distancia, pero sin ocultarse.
La campana y los perros dejaron de hacerse oír y la partida cayó sobre él. No opuso resistencia ninguna y — esposado — llegó sobre un camión maderero a la ciudad. Allí debió esperar turno porque el Tribunal estaba distraído con otros delincuentes, pero, el día señalado, fue sometido a proceso y juzgado.
Pocas personas acudieron al plenario y entre ellas Quispe, principal testigo de cargo, que, antes de escuchar la sentencia, se ahorcó colgándose de una viga en el retrete del Palacio de Justicia.
Finalmente el Tribunal, al no hallar mérito suficiente para sostener una condena, lo absolvió.
Y cuando el Chaguanco deshonrado y solitario, después de mucho tiempo regresó a Yala, encontró que muy pocos se acordaban de él y que la gente ya encendía velas pagando promesas en la tumba del otro.

 

Fuente: Obras escogidas, Ed. Perfil
Bibliografía
Paul de Man, El yo literario como origen: la obra de G. Poulet.
Graciela N. Ricci,Las Redes Invisibles del lenguaje.

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