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Soplan vientos

por Bruno Schinoni

Avanza el frente sin detenerse por nada. El viento lo empuja, le da fuerza, lo incita a seguir, siempre hacia adelante. El frente embiste arremetiendo nubes, de las más pequeñas, alguna vez dan pelea, casi siempre las más grandes. El frente arrolla, o coopta, o descarta, no se anda con vueltas, el viento está a su favor. Su color va cambiando, se oscurece, pero no es malo, algunos lo esperaban hace tiempo. El frente ruge, el frente avanza. Llora en un flanco, el  otro se ilumina. El frente golpea el piso con fuerza, todo ser vivo huye, sus manos eléctricas lastiman la tierra y destroza los árboles. El frente avanza destructivo y aliviador. Los vientos que les ordenan seguir se enfurecen, se tornan violentos, la ira los invade. Soplan con más fuerza, los frentes están próximos a chocar, se escuchan los soplidos de guerra. La lucha comienza, los golpes que se asestan son escuchados por  kilómetros. Ningún frente retrocede, ambos empiezan a girar, se enredan en una batalla titánica. Algunos observan con admiración, otros corren con terror. Los frentes cada vez se vuelven más feroces, los muertos empiezan a amontonarse, están por llegar al suelo, los que perecieron son enroscados por los vientos que soplan sin contemplar entre vivos y muertos. Tocan el suelo, este estremece, ya nadie observa admirado, huyen. La guerra tocó tierra y ahora lleva la destrucción a ella, ya no es aérea, los cultivos desaparecen, los seres que no escaparon son enlistados por la fuerza. El odio todo lo consume, luego la calma. No hay vencedores, ni vencidos, solo ruinas. El sol aparece. La batalla fue corta.

Jorge Soto

 

 

 

Bruno Schinoni, autor de la novela El perfecto encaje de las nubes

 

 

 

 

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