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Realismos

 

El reflejo

por Augusto Neve

Todas las mañanas me miraba con la misma cara de idiota ¡Pobre infeliz! Él y su estúpido y monótono saludo: “¡Buenos días Champ! ¡A comerte la cancha!”
Pobre imbécil.  Fue mi mejor trabajo.  Tardé y me banqué algunas piñas, pero al final logré convencerlo. Convertí su insignificante vida en una nube de necedades, despilfarros y lo empujé a un final oscuro.

Recibí un poco de ayuda de mis primos, es cierto.  Pero este trabajo fue mío y solo mío.  Todos los días un granito de arena. Todos los días frente a este patético narciso engreído, enamorado de sí mismo.  ¡No comparto con nadie este éxito!  Yo y solo yo lo conduje por el sutil camino de la apariencia.
¡Y cómo no hacerlo si lo pedía a gritos!  Porque eso nadie lo veía, solo yo que lo soportaba mañana y noche.  Luego durante el día, la familia ayudaba, sí, claro, ¡qué fácil!  Fui recibiendo algunas notas de lo que ocurría en su trabajo, cuando iba de piso en piso; lame botas.  De cómo estaba en el restaurante del mediodía, maldito soberbio.  De su accionar en el bar de la noche, estúpido sexópata.  Toda la familia aportó a saber con qué encontrarme en su regreso, sí.  Pero no comparto este triunfo.  
Al fin y al cabo, el exceso de confianza de la mañana y la sujeción de la noche, se los daba yo.  El resto era solo el testimonio de quienes se encontraban allí por fortuna del destino, para poder presenciar las consecuencias de mi obra maestra de la reflexión.   Ya les mandaré mis notas de agradecimiento y no más que eso.  
Por el momento, solo quiero dejar en estas líneas mi experiencia.  Todo empezó el día en que mi primo segundo de parte de mamá, el que trabaja en el ascensor del edificio “Grand Bureau”, lo vio llorando como un patético bebé.  “Parece que su jefe no lo había tratado como él creía”, decía la carta.  Y eso llamó mi atención, me dio esperanzas.  
Ese “como él creía” podía ser que su jefe sea el típico imbécil que destrata a los dependientes de una corporación que ni siquiera le pertenece; o que sea el Champ quien no solo presumía ser más de lo que es, sino que además no soportaba el mal trago de que le hicieran ver sus falencias por sobre sus capacidades.
Como sea, los dos sentimientos eran muy aprovechables.  Porque si hubiese sido la segunda opción, hubiese podido utilizar su enojo, su ira, y convertirlo de destratado a desconsiderado en un abrir y cerrar de ojos ¿Con quién? Con todos.  Con sus colegas, amigos, familiares, transformarlo en un ser odiado hasta por sí mismo, sin siquiera darse cuenta.
Pero fue la primera, y ahí estuvo el secreto de mi éxito.  Supe leer la situación, analizarla, captarla, y finalmente, endulzar la imagen de nuestro sujeto para conducirlo a un camino largo pero seguro, de oscuras apariencias.  Todo gracias a sus capacidades, si bien eran reales, fueron maltratadas, despreciadas, y ante una base débil de fortaleza anímica y valores, pude revertirlas en una espectacular exhibición de éxito y tristeza.
Podría darles más explicaciones, pero ustedes no entenderían cómo funciona esto.  Por eso es un trabajo solo para expertos como yo.  Simplemente me remitiré a transcribirles las cartas que mi familia me fue enviando durante el proceso.  Allí podrán denotar, si tienen la suspicacia necesaria, lo cual no creo, el crecimiento sutil pero animoso de mi tarea.
Sólo los pondré en situación para facilitarles aún más la tarea.  Mi sujeto estudiaba para abogado, entró en un estudio jurídico gigante, esos que tienen varios nombres separados por comas y que le pagan dos mangos al noventa por ciento de sus empleados por hacerlos trabajar más de doce horas por día.   Se fue a vivir solo en un departamento de dos ambientes de Belgrano y todos los días se tomaba la línea D del subterráneo para llegar a “Grand Bureau”.  
Más no puedo ayudarlos.  Me despido.  Les dejo una carta, en algún momento vendrán otras. Y como dicen en mi barrio, “ya nos veremos”.  

 14 de mayo de 2018

Querido Eco, tantos años. Te escribo por tu sujeto.  Hoy lo vi en el ascensor de "Grande Bureau" donde trabajo fijo.  Estaba llorando como un bebé, pobre tipo me partió al medio.  Te juro que quedé empañado en el alma.  Parece que su jefe no lo trató como él creía que merecía.  Maldijo, repasó sus habilidades de análisis y memorización.  Pero la cara del final lo dijo todo.  El mal se apoderó de él.  Por favor ayúdalo y si necesitás algo me decís.

Un abrazo, tu primo segundo, Vano.

 

Nota del autor de estas notas: “El tonto nunca se dio cuenta que nuestro destino es mostrar la imagen a la inversa.  La izquierda es la derecha, lo bello es feo, lo sabio es ignorante, y viceversa. Claro que todo depende de cuánto tiempo pierdan frente a nosotros, a observarse, a observar nuestra devolución, a su imagen y semejanza, pero al revés."

 

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Del libro:  Adaptación. Cuentos para leer bajo la luna, el sol y con eclipse.

Augusto Neve, Abogado (UBA). Técnico en Periodismo en el Círculo de Periodistas Deportivos. Productor. Asesor de Seguros, hasta la fecha.
Como periodista, durante 8 años, produjo y condujo programas independientes de radio.
Lector y crítico asiduo, está trabajando en su primera novela. Este 2021, acaba de ser editado su libro: Adaptación. Cuentos para leer bajola luna, el sol y con eclipse.

 

 

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