Tejedor Teje Mimbre
por Antonio Di Benedetto
Había una vez una biblioteca que era un hombre. Al pie de la biblioteca en una vigilia incesante el hombre se afanaba por el alma de los libros, y ponía alma en el alma de los libros.
Este hombre era un sediciente tejedor de símbolos y había elegido el oficio de la literatura.
Otro hombre había elegido el oficio de sillero.
Se tropezaron en una siesta lenta y vacía, en una esquina del Cullum donde la calle Salta corta la calle Entre Ríos y se doran los panes de una panadería.
Sobre la vereda de pulidas baldosas, dueño y servidor de manojos de mimbre y brazadas de larga totora, el arreglador de sillas trenzaba asientos y respaldo de unas que ya tenían crujido mucho en la rueda del mate.
El escritor contuvo la caminata que hacía con un periodista apenas conocido y, tal vez sin necesidad, averiguó: ¿qué hace?
El sillero desde su banqueta levantó una mirada que, ante la falta de información del forastero, venía a ser cruza de asombro y discreción respetuosa, luego describió su heredado oficio.
Contó de los antiguos totorales de las lagunas de Huanacache de los pescadores indios muertos, y de las canoas que ellos urdían con la totora.
Expuso su alternativa, el mimbre, y mentó la mimbrera, el mimbreral y la cestería.
De pronto notó que estaba hablando demasiado y que los otros no correspondían a esa confianza, callaban como olvidados [de] él.
El periodista apenas conocido meditaba. Consideraba que el escritor famoso, que todo sabía pensarlo, sin pensar había dado en el Cullum con un tejedor de sus símbolos, al menos de dos de ellos: el laberinto y la simetría. Porque el sillero con el mimbre finísimo y sus manos diestras, trazaba en el aire un laberinto y en las sillas, como resultado, componía un asiento que era un dibujo simétrico.
Acaso el escritor meditaba que su propio laberinto estaba tejido no de mimbre de totora, sino de infinito y tiempo, y accedía a prudentes comparaciones, en las que por sencillez perdía ventaja frente al sillero.
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Antonio Di Benedetto, Cuentos Completos, Adriana Hidalgo, 2006
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