cuentos con tiza

 

 

 

 

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Sueño 11:

por Marta Rosa Mutti

 

Doña Tijera y los grillos soñadores

 

En Tranquilandia todo puede pasar. Doña tijera con sombrero y velo fue a comprar un par de sandalias. Como camina en puntas de pie agujereó las alfombras, las veredas, los charcos de agua y todas las sandalias, ojotas, zapatos, zuecos, botas, chatitas, zapatillas y pantuflas que se probó.

 

Desilusionada intentó con la peluquería, pero en ningún salón le quisieron abrir la puerta.

Como no la entendieron se quedó sin peinado nuevo. Tanto caminó que le dio hambre. En los quioscos no pudo conseguir chupetines de papel ni alfajores de celofán. Y lo peor del caso es que nadie conocía esas golosinas.

Intentó en una casa de comidas de hamburguesas con papas porción doble. Se animó y manos a la obra. Fue hasta la caja y pidió una bandeja con doble porción de mantel. Al principio sonó raro, pero como la vendedora antes había trabajado en una librería y sabía de tijeras, se lo preparó.

Hum...feliz y golosa la tijera abrió sus dientes recortó los dibujos y al fin se dio un festín.

Como no consiguió comprar las sandalias, un poquito triste con el corazón agujereado regresó despacito por las calles de Tranquilandia.

 Pasaba por una casa con amplio jardín. Una escalera se perdía entre las nubes según ella alcanzaba a ver. Cuatro niños despacio y agarraditos bajaban por ella.

Llena de asombro decidió esperarlos debajo de un palo borracho todo lleno de flores rosas, que muy atento los vigilaba junto a una la rana un poco chismosa o celosa rumoreaba:

—Dicen que en la luna no hay nada imposible. ¡Para otros!, porque yo, nunca duermo, y si no duermo no sueño, y sólo en los sueños se encuentran escaleras que llegan a la luna.

¿Qué podría hacer para dormir y soñar? — preguntaba.

La tijera miró sus pies sin calzado y pensó:

“Siempre hay un lugar para un sueño”. Entonces rapidito, caminando como una modelo y haciendo acrobacias regresó y se guardó en el cofre decidida a dormir un sueño de plata y luna transparente donde conseguir zapatos mágicos…

Veintidós grillos que estaban por jugar un partido de fútbol, discutían por los colores de las camisetas cuando la vieron pasar hablando sola.

Doña Tijera repetía una y otra vez:

 “Siempre hay lugar para un sueño” ...

” Siempre hay lugar para un sueño”.

Su voz sonaba como las campanitas de cristal que los peces usan como timbres en sus casas del fondo del mar. El sonido era tan bello que los grillos revolearon las camisetas y la pelota.

Se vistieron de traje y sombrero con hojas y flores. Agarraron sus violines, guitarras, flautas y fueron a dónde vive Doña Tijera para acompañarla a soñar.

Dale que te dale se pusieron a tocar.

Ese.. es el más lindo sueño que un buen grillo quiere tener.

Tocaron y cantaron tan alto y entonados que hasta los planetas y más allá del cielo, los escucharon.
Sorprendidos y maravillados reían felices.

¡No lo podían creer! Ese era un sueño que ellos tenían.

 Y… ¡Estaba pasando…!

 

 

 

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Diseño e ilustraciones: Eugenia Martínez (eugmartinez@gmail.com - https://www.facebook.com/EugeniaMartinezMosaico)

 

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