Sueño 7:
por Marta Rosa Mutti
Lunece
Cuando la tarde se hace muy tarde el sol se va a descansar.
En ese momento… ¡Lunece! Porque sale la luna. Se asoma ella primero y las estrellas tiqui tiqui…un poquito después.
El cielo está azul noche y las estrellas inundan todo el espacio con su luz plateada. Entonces a esa hora… ¡Los que estamos en la luna nos levantamos!
Vamos a jugar, pasear y muchas cosas más.
Así que después de desayunar y dejar muy contenta a Simona porque nos tomamos toda la leche, Santiago es el guía de los demás.
Y, ¿de qué se tienen qué ocupar?
De iluminar todos los rincones del bosque que están oscuros. ¡Claro está!
De subir, bajar y aclarar montañas y no olvidemos ¡lo más importante!
Uyyy… Pero, ¿Qué será?
—¡Ya sé! — Iluminar también el mar así los barcos navegan tranquilos y, cantarles a las olas que se ponen a bailar.
Para aquí y para allá, ellas van a la playa y vuelven al mar. Mientras la luna con su luz de plata pone brillos en las aguas.
En la playa hay Bajamar. Las aguas bajan y bajan, y a veces la orilla del mar se llena de caracoles.
¿Y saben? Alguien mira desde una ventana.
¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es?
¡El duende Azul!
Tiene una casita frente al mar. ¡Sí! En la rama más gorda de un aromo lleno de flores amarillas.
Él, abre la puerta y rápido se desliza sobre la arena como si bajara por un tobogán.
Corre a la casa de al lado que es un cofre abandonado y llama a Doña Tijera que vive ahí desde que se salvó de un naufragio hace mucho pero mucho tiempo. Quedó un poco oxidada. El duende la lustró tanto que reluce y fascina.
Los dos, contentos y a los saltitos, para que Doña Tijera no se hunda se acercan a la playa.
Los caracoles los esperan porque quieren contarles los misterios del fondo del mar.
En la luna…
Lo chicos van de aquí para allá. Saltan, corren y juegan sobre el polvo lunar, menos Lucía que es muy curiosa y desde allá arriba vigila que en Tranquilandia cada rincón quede ¡relumbrando!
¡Ay! Se tienen que apurar. Las horas pasan y el sol se va a despertar.
En el bosque, Duende Azul doña Tijera regresan a sus casitas llenos de historias y suspiros.
En la luna antes que el sol se despierte:
Santiago, Josefina, Agustín, Lucía, Donatella y Giovanni contentos de ayudar, se ponen a descansar extrañando a mamá, papá y a las mascotas.
La luna se va a dormir, aunque a veces se queda un ratito. Si miramos bien la podemos ver casi transparente entre las nubes.
Pasan apenas unos minutos… ¡Ay! Ya está. El sol se levantó.
Cuando eso pasa: ¡Amanece!
El cielo se enciende. El sol alumbra y da calorcito en cada lugar, a las gentes y pone reflejos dorados en el mar.
Las mareas suben y suben. En la playa hay Pleamar.
Las olas mojan la arena. Llegan lo más lejos que pueden. A veces, hasta dejan tesoros.
¡Ay! Otra vez las horas corren.
Llega la tarde. El sol se aleja despacito y dice adiós, hasta que no se ve más.
El celeste del cielo se pinta de naranja, de rosa, de violeta y de azul… Y entonces, llega la noche.
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Diseño e ilustraciones: Eugenia Martínez (eugmartinez@gmail.com - https://www.facebook.com/EugeniaMartinezMosaico)
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