Vacilación de la realidad en Casa Tomada de Cortázar
En la escritura de Cortázar difícilmente el ojo y la susceptibilidad del lector, escapan a la polisemia que abre el juego de cada una de las historias y circunstancias expresadas por el autor.
Este juego de voces se predetermina desde la pasión como sentido y sensación de destino del que no es posible escapar o negar. Situación que descoloca al lector puesto que genera un clima de incertidumbre y fatalismo que no se puede evitar, tampoco prever, porque pertenece a un ámbito no previsible, fuera de lo normal, real o de un orden lógico.
Cortázar para el desarrollo de las tramas, elige un escenario crucial: el espacio cotidiano. Esta elección no es casual sino que apunta a desestabilizar las subjetividades, dado que irrumpe en los recintos del yo, quebrando, alterando o poniendo en riesgo la interioridad.
«Casa tomada» es una vivienda típica sobre la calle Rodríguez Peña. «El otro cielo» describe paisajes urbanos de París y Buenos Aires. «Final del juego» transcurre en una casa de las cercanías de las vías del Central argentino. «No se culpe a nadie» sucede en un departamento en el piso número doce. «Los venenos» tiene lugar en un jardín en Banfield. «Ómnibus» en el colectivo de la línea 168 durante su recorrido. «Carta a una señorita en París», en un departamento de la calle Suipacha. La casa, el departamento, el jardín, lugares comunes, en los que todos tenemos pertenencia, y por lo tanto se encuentran cargados de significados inmediatos y donde por naturaleza, se es más vulnerable, como resultado de la propia intimidad.
Se puede señalar que Borges en sus cuentos fantásticos buscaba lugares y tiempos distantes para generar una atmósfera de verosimilitud, de posible realidad. Cortázar rompe esa estructura haciendo vacilar a la realidad, aquello que está al alcance de la mano, o sobre la mesa, porque instala lo extraño en un espacio previsible, ahí nomás, entre nosotros, donde jamás se podría pensar que sucediera porque es el ámbito conocido, en donde estamos protegidos. Siendo por ello inquietante, contundente, siniestro, porque hurga en los huecos más próximos y más nuestros con los que convivimos a diario.
En Casa tomada tenemos una muestra clara de lo expuesto.
La casa es la extensión de nosotros mismos por lo que no nos inquieta, no dudamos de ella como no lo hacemos de nosotros mismos, por lo tanto si desde ella se genera algo que nos desajusta, tornándola incierta, haciéndonos vacilar en forma extrema, los temores, los fantasmas, las dudas se levantarán y crecerán como monstruos.
Casa Tomada,el hogar en el que la vida de dos hermanos transcurre y del que conocen cada rincón y secreto, de pronto quiebra sus sonidos y sus lugares.
Otros a los que no ven pero sí perciben, andan por ella, llevándolos por desconocimiento, temor, o apremio a dejarla. No tienen sitio en ella, ni paz.
La casa devenida un mundo extraño en el que acechan fuerzas ajenas los ha dejado. Ya no tiene que ver con ellos.La han tomado y la realidad del adentro ya no existe, como tampoco los hermanos, tienen cabida allí.
Esa vacilación generada dentro la casa es mucho más monstruosa que cualquier suceso ajeno en la calle, o en un paraje desconocido. He ahí el toque maestro, el golpe de efecto genial del tratamiento del texto. No importan los personajes, ni que pasa, el caos se genera a partir de la ruptura del escenario cotidiano. Esa alteridad, vacilación, de un hecho, situación, espacio, conforman las partes del rompecabezas de lo fantástico.
Como dice Todorov acerca de lo fantástico: espacios en que la duda se torna más insoportable, en los que la vacilación se vuelve más insidiosa, dejándonos desprotegidos, desnudos.
Del libro de próxima edición: Espirales de la Ficción de Marta Rosa Mutti
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