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ESPIRALES DE LA FICCIÓN

 

Por Marta Rosa Mutti

 

¿Por qué la primera persona?

 

Cuando decidimos narrar un texto en primera persona, las conclusiones entre Narrador (el que cuenta la historia), Autor (el que la imagina) y Actor (el protagonista), provocan una cohesión de miradas y significantes que hacen: que unos ocupen el lugar de los otros.

De tal modo que el personaje, el Actor, acaba siendo quien toma los hilos de la historia, al punto de que los anteriores casi desaparecen. Tal es el caso que expone, precisamente, el texto: Borges y yo, del Hacedor.

Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar…
Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro… J. L. Borges

Cuando se presenta, se escenifica, la situación narrativa desde la primera persona, la visión que se ofrece al lector es una toma de postura abierta al subjetivismo real.

Un yo que funciona enunciando la realidad y siendo: sujeto de la misma. Esta forma, supone mayor verosimilitud y compromiso con lo que se hace: cercana y creíble. Ahora bien, el yo protagónico, autorreferencial y subjetivo, no es ajeno al entorno, por lo que no sólo protagoniza, sino que observa, por lo que se transforma en un referente de los roles de los demás.
He aquí que dentro de una trama llevada por la primera voz, podemos jugar con interesantes elementos y alternar. Por ejemplo, desde lo introspectivo subjetivo: el monólogo interior, la corriente de conciencia, el soliloquio. Dentro de lo participativo, podemos desarrollar un yo, que al estilo de una cámara de cine, desde su espacio refiera las acciones de los personajes que componen la acción. Lo que se puede realizar con modalidades varias.

Así como tenemos tipos diferentes de humor, el yo narrativo puede optar y ser: imperativo, cuando su circunstancia transcurre por encima del resto. Susurrador, al poner bajo la mirada del lector una vista general de lo que sucede.

Analítico, porque estudia y califica hechos y acciones, situación que hace participar al lector porque en él, desata la reflexión y el juicio.

Descriptivo, cuando crea cierto paisaje humano y escenográfico con el que nos mantiene al tanto de lo que acontece y no se compromete, sólo observa, o actúa según exija el juego dramático, de este modo establece una referencialidad objetiva – subjetiva.

Autoficcional, es decir cuestiones, y hechos propios de la vida del autor, estableciendo una identidad entre narrador, autor y personaje, un ejemplo de este tratamiento lo encontramos en la Novela Cómo me hice Monja de César Aira. O en Casa Tomada, Cortázar, hace coincidir la identidad de la voz que cuenta, con la del protagonista, (el hermano de Irene), cuyo nombre no lo revela el texto, hecho que se provoca para marcar el pasaje al paisaje de una simbiosis perfecta. Sin objeción el manejo de la primera persona en el texto nos posibilita acercarnos y ser cómplices del lector, porque la acción que se plantea desde la ficción, supone una participación tácita pero activa /actuante.

El yo no guía, sino ejecuta, hace, trastoca y por lo tanto involucra. Hoy no es suficiente prestar todos los sentidos frente a la lectura, hoy los sentidos son sujetos de ella, el hombre no se deja llevar por la historia, sino que le ha tomado el pulso y la conduce.

 

 

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