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ESPIRALES DE LA FICCIÓN

 

Por Marta Rosa Mutti

 

 

El texto que se produce, debe proveer al lector de herramientas, (contextos), a fin de que este, espontáneamente, genere nuevos contenidos destinados a re formular la propuesta original de la ficción que lee, de modo que automáticamente va construyendo “su propia versión”.
Esta complicidad involuntaria, solo es posible si el autor ha trabajado la trama de su relato en función espejo. Es decir, lo que proyecta, y lo que se presume.

Para que sea posible, el escritor manejará la ficción buscando múltiples enfoques y posibilidades, a fin de provocar choques entre la diversidad de miradas producto de las sucesivas lecturas. Choques que abrirán el lugar a espacios / o huecos narrativos en los cuales el lector crea, ajuste o imprima giros al texto.
Casi como cuando sazonamos la comida, cada quien condimenta según su ADN.
Entonces, gracias a la existencia de esos espacios / huecos, se evita una sola dirección única, el texto es independiente, se libera del autor, lo deja fuera y ahora, en esta etapa, quien está a cargo de esta empresa es el lector, desde (su), la versión que (co) -crea. Porque es también quien transforma una experiencia ajena, en propia a través de la lectura y desde su yo imaginario.
Según este enfoque de la estructura narrativa, el lector se convierte en sujeto emisor de las ideas expuestas en la obra literaria de origen. Maravilla que se alcanza con las puertas- ventanas - escisiones, que el acto de leer abre.
Porque...
1) Cada individuo tiene su historia y cultura a través de ella interpreta.
2) El vivir en sociedad, el contacto e interacción con el otro, le obligan a forjar una versión para compartir con el afuera. (Toma la idea y decodifica, analiza, revierte, balancea, mide, etc.)
3) Reúne y trabaja en simultaneidad su visión y la de los otros individuos. (Amplia. Cosmovisiona, la idea)
4) Surge un espacio de texto diferente: El lector re - escribe con sus lecturas, la historia, re - crea con conexiones inéditas.
...la historia dentro de otra historia.

 

Veamos esta micro ficción de Franz Kafka

El buitre

Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.
Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre. -Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.
-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.
- ¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?
-Encantado -dijo el señor, -no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?
- No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.
-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme. El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.

 

 

 

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