De Poetas...
 

Periodismo Cultural:

Por Graciela Busto

Los Caprichos de Mariquita Sánchez de Thompson

En julio de 1805 Mariquita se casaba con su primo Martín Thompson. Fue algo escandaloso. Pero he aquí la historia de idas y vueltas de esta relación apasionada y osada...
Mariquita con Juicio de disenso enfrentó y demostró que sería una adelantada en sus pensamientos para aquella época.
Su novio huérfano de padres había quedado en custodia de su padrino, padre de la misma y primo.
Estudió para Guardia Marina y al volver de Ferrol en 1801 se encontró con la niña de catorce años y su amor soñado.
Su padre le había buscado otro candidato, un conde con fama de adinerado pero algo infiel.
Mariquita se oponía, el mismo día de la fiesta de compromiso declaró que se casaba a la fuerza. La ceremonia se suspendió por orden del Virrey.
Buenos Aires se enteró de la historia de amor inusual para la sociedad aquella. Martín fue enviado a Montevideo y ella a la Casa de Ejercicios espirituales.
En 1804 se inicia un juicio de disenso. Su padre había fallecido pero la madre seguía aponiéndose por falta de fortuna del sobrino.
Los novios lograron su cometido apelaron a la máxima autoridad y prescindieron de la madre. La historia llegó a España e inspiró a Moratín para escribir "El sí de las niñas".
Los sucesos de Mayo de 1810 los unió, al compartir los ideales de la revolución. La podemos recordar en su salón recibiendo a los patriotas y donde se entonó el Himno Nacional Argentino.
El 16 de enero de 1816, Martín partió a los Estados Unidos para conseguir apoyo de Madison, el destino lo envolvió y llevó a la locura. En 1819 muere en su barco volviendo hacia Buenos Aires.
Viuda, y a los treinta años, se casó con Washington de Mendeville, un cónsul francés en el Río.de la Plata. No fue feliz con él, pues en 1835 partió hacia Ecuador y falleció.
Mariquita afirmó: "Mujer que tiene pasiones, tiene mérito y sea en la clase que sea tiene corazón y es lo que aprecio".
Esta mujer de carácter se enfrentó a la sociedad y a su familia en pos de sus ideales.

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La Gaceta de Buenos Aires

Moreno fue el autor de la proclama del día 28 de mayo, por la que la Junta anunciaba su instalación a los pueblos del interior, a los gobiernos del mundo, y convocaba a representantes de ciudades a incorporarse a la misma.
En sólo siete meses, su nombre quedó unido a una lista de realizaciones revolucionarias: Una oficina de censos, planificó una Biblioteca Pública Nacional; reabrió los puertos de Maldonado, Ensenada y Carmen de Patagones, liberó restricciones del comercio y explotaciones mineras. Intentó regular el ejercicio del patronato sobre la Iglesia, estableció ordenanzas militares para los oficiales y cadetes, creó nuevas compañías de voluntarios y organizó la policía municipal.
Fundó y dirigió la Gaceta de Buenos Aires, el periódico oficial, donde publicó sus ideas. Casi todas las semanas publicaba largas notas de gobierno, que reunidas formaban cientos de páginas. Publicó un decreto de libertad de prensa según el cual se podía publicar por prensa cualquier cosa que no ofendiera la moral pública, ni atacara a la Revolución ni al gobierno.
La política económica fue librecambista por tres razones: se necesitaba una cierta apertura comercial que traería ingresos públicos (la aduana principal fuente) y algún aliado frente a España, y el más poderoso era Inglaterra.
Mariano Moreno falleció en alta mar en la madrugada del 4 de marzo de 1811 a bordo de la goleta inglesa "Fame", en viaje a Gran Bretaña. Su cuerpo fue envuelto en bandera inglesa y arrojado al mar a unos kilómetros de la costa de Brasil, cerca de la isla de Santa Catarina.

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Por Dolores Fernández

Los Caballeros de la Noche

En la mañana del 25 de agosto de 1881, en el Palacio Miró, el mayordomo recibió la correspondencia, entre la cual, se hallaba una caja rectangular dirigida, a Felisa Dorrego de Miró (sobrina de Manuel Dorrego) Cuando la mujer leyó la carta, cayó desmayada. Su esposo, Mariano Miró, se sorprendió al leer el mensaje escrito con una elegante caligrafía: Al pasar la vista por estas líneas tal vez encontrará que sus sentimientos desfallezcan… les participamos a ustedes que los restos mortales de la finada doña Inés de Dorrego que reposaban en la bóveda…han sido sacados por nosotros en la noche del 24 del corriente mes encontrándose en nuestro poder…
Más abajo resumían sus pretensiones: Dos millones de pesos. El jefe de la policía de la ciudad José de Guerrico se hizo presente en la casona de la calle Viamonte. La hipótesis del investigador, fue, que el cuerpo permanecía en el Cementerio de la Recoleta. Al día siguiente, se envío al mayordomo con la caja donde llego la misiva, previamente rellena de papeles. Vigilado, por una patrulla de efectivos, llegó a un arrabal de Barracas al Sur. Allí, fue apresado un integrante de la banda. El resto, fue aprehendido en hotel Watson`s elegante hotel, donde se hospedaban personajes importantes. Los secuestradores, liderados por Alfonso Kerchowen de Peñaranda de 27 años se entregaron sin ofrecer resistencia.
El cabecilla de la banda, resultó ser, hijo de acaudalados terratenientes. Los hechos, dieron la razón al jefe de policía, ya que los restos de la señora Dorrego fueron encontrados en una bóveda vecina. Para juzgar a los detenidos, el fiscal de la causa, recurrió a una vieja ley española, que obviamente, no estaba vigente en el país, ya que se carecía, de leyes, que penalizasen a quienes robaban cadáveres Los integrantes de la banda, permanecieron seis años presos y luego fueron sobreseídos. Después de su liberación, no se tuvieron noticias de Kerchowen.

Fuente: diario La Nación.

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Las Letras

La historia literal del Río de la Plata comienza con Luis de Miranda, clérigo español, que relata los padecimientos de los primeros pobladores de Buenos Aires.
El segundo trabajo literario fue Comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, escritos por Pedro Hernández.
El relato de nuestra historia comienza con Ruy Díaz de Guzmán - mestizo asunceño-, autor de "La Argentina".
El primer poeta nacido en nuestra patria fue el cordobés Luis de Tejada, quien escribió por el año 1663 El Peregrino en Babilonia.
Manuel José de Lavardén fue el primer poeta porteño, autor de Ciripo y Oda al Paraná.
Las invasiones inglesas y la heroica actitud de los habitantes de Buenos Aires inspiraron a diversos poetas; así Vicente López y Planes se basa en la reconquista para componer El Triunfo Argentino.

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Juana Manuela Gorriti 1819-1892

…quien escucha su mal, oye.

Una de las escritoras más originales en la literatura argentina, del virreinato
De temperamento Independiente, extraño para una mujer de esa época sumado a un gran talento e imaginación.
Romántica, para ser vanguardista, muy emancipada para ser tradicional. Supo de más de un secreto literario, no fue escritora inocente. Entrenada en crítica, arte historia.
Nació en la Provincia de Salta hija de José I. Gorriti, militar y gobernante, guerrero de la independencia. Sobrina del guerrillero Pachi Gorriti y del hombre de letras y sacerdote Doctor Juan Gorriti. De ellos heredo su gusto por la lectura la angustia de las luchas y la pobreza.
1845 publicó una novela corta, La quena, en la Revista de Lima, a partir de lo cual no interrumpiría nunca su actividad literaria. En ella sorprende su facilidad narrativa, aunque a veces ésta se vea disminuida por las convenciones de la época. Fue, cronológicamente, la primera novelista argentina. Tuvo múltiples actividades: fundó colegios, fue viajera, periodista y promotora de salones literarios. Su impronta y visión de la época de la que fue parte la define en su Panoramas de la vida (1876), al que señala como: "novelas, fantasías, leyendas y descripciones americanas". Su obra está sostenida por lo histórico, las leyendas indígenas, las costumbres, las fantasías de contenido sobrenatural y espiritista y, fundamentalmente, por sus sabrosas notas autobiográficas. Su estética expresó la lucha de los opuestos: lo bueno y lo malo, los ángeles y los demonios, la realidad y la fantasía. Ha escrito relatos costumbristas con temas variados: historias de amor y celos, “El pozo de Yocci”; relatos de la época rosista, “El guante negro”, “La hija del mazorquero”; “La tradición indígena”, “El ángel caído”; “De viaje”.

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Gubi Amaya (1850) Fragmento

Mis ojos se fijaron con una mirada profunda de indecible gozo, de indecible dolor, en aquel encantado panorama que, presente incesantemente a mi memoria, se desarrollaba en ese momento ante mí.
En ese mi pequeño universo de otro tiempo, yo sola había cambiado: todo estaba como en el día, como en el instante en que lo dejé. Las colinas que costean la pradera por el norte se extendían siempre verdes, siempre floridas, pobladas de árboles, y risueñas como en el tiempo que, alegre y confiada en el destino, las recorría yo saltando. Hacia el sur, el río seguía impasible y sonoro su límpido curso en el mismo lecho de arena y pintadas piedrecillas. En frente de mí, sobre la roca solitaria alzábanse las ruinas del castillo jesuítico, cuya venerable torre, intacta aún y ennegrecida por los últimos rayos del sol, se dibujaba en el tempestuoso horizonte; y más abajo, en fin, en el suave declive de una colina la linda casa que edificó mi padre, y que también albergó mi infancia, se mostró a mis ojos, blanca y resplandeciente como en otro tiempo, cuando volviendo del baño me detenía a contemplarla con la distraída mirada del dichoso.

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Por María Leone

Historias de inmigrantes
América, esa hechicera, que te atrapa y no te deja

Olvido no buscado

El puerto era un desenfrenado acorde de gritos y llantos. Desde el barco, ellos agotan su voz repitiendo sin pausa, volveré pronto y con mucho dinero "voy a hacer la América", reprimiendo lágrimas, exultando esperanza. En la banquina, las madres, desconsoladas, no podían contenerse. Una madre siempre sabe. Sus entrañas no resisten una hasta pronto, gimen un adiós. Las esposas, se desvanecen en brazos de otros familiares, los ríos de amargura, parecen no tener fin. Ellas presienten, que sus destinos serán el de tantas, al principio una carta tras otra, con el tiempo se irán espaciando, hasta que la última en llegar, será definitivamente la última. Quizás dentro de muchos años, se enterará, a través de alguien que rompió el hechizo americano, que él ha formado otra familia. Y ellas y sus hijos ¿qué?. Simplemente serán parte de ese mundo en que serán eternamente casadas, sin posibilidad de otro hombre a su lado, criando con sacrificios a sus niños, cobijando en su interior la esperanza que alguno de ellos, ya grande, salga en busca del que se fue y le imponga justicia. La vida no es dura solo para el que se queda. El que partió, a buscar un futuro mejor para los suyos, paga caro y fuerte por esa necesidad de progresar. Tras un viaje largo y difícil, esos barcos no eran cruceros de placer, llegaban a Buenos Aires, la gran ciudad, tan diferente a sus pueblitos de origen, de inmediato caían subyugados. En el puerto siempre había un conocido esperándolos. Para llegar al país legalmente había que presentar un "Reclamo" de alguna persona que ya residía en Argentina. La mayoría de las veces, conseguían trabajo a los pocos días, entonces, ya no había tiempo para extrañar, se sudaba mucho y en continuado. Si quedaba un momento libre, se gastaba en compartir con los "paisanos" y en conocer un poco la ciudad. Trabajar. Comida sin racionamiento. Ir por las calles sin temor a las bombas. Acostumbrarse a oír eso que llaman tango, esas canciones que hablan de abandonos, distancias, desacuerdos, todo triste y desesperanzado, pero que se baila con tanta pasión y sensualidad. Las luces encandilando en las interminables noches. Esas mujeres amigables, de salvaje belleza, bien dispuestas y no siempre a cambio de dinero. Todo ayudaba a sanar las heridas de la distancia. Y el embrujo americano, muchas veces, no todas, las cerraba definitivamente. De a poco, sin proponérselo iniciaban una nueva vida. De a poco y silenciosamente, el olvido hacía su mejor jugada.

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La vigencia de las "Máximas para mi hija", del Gral. San Martín

En 1825 El General Don José de San Martín, dictó once máximas para su hija Mercedes, que a modo de ayuda memoria trascribo: " 1°- Humanizar el carácter y hacerlo sensible, aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese:- anda, pobre animal: el mundo es demasiado grande para nosotros dos. 2° Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira. 3° Inspirarla gran confianza y amistad, pero uniendo el respeto. 4° Estimular en Mercedes la caridad a los pobres. 5° Respeto sobre la propiedad ajena. 6° Acostumbrarla a guardar un secreto. 7° Inspirarla sentimiento de respeto hacia todas las religiones. 8° Dulzura con los criados, pobres y viejos. 9° Que hable poco y lo preciso. 10° Acostumbrarla a estar formal en la mesa. 11° Amor al aseo y desprecio al lujo."
Han transcurrido ciento ochenta y cinco años y todas y cada una de ellas, son de una actualidad total. El General fue un visionario en las batallas y en la formas de vida, al menos en lo que a los dichos se refiere. Los hechos ya han sido y seguirán siendo juzgados por la historia. En este comienzo del siglo veintiuno, el hombre ha hecho tal depredación del planeta, que parecería que en ese mundo que era lo suficientemente grande como para dejar libres a los insectos, con los ecosistemas alterados y los recursos naturales minimizados, solo habrá espacio para masas de pobres y hambrientos. Harán falta millones de Merceditas que practiquen la caridad, inspiren y sientan respeto, que cumplan con todas las sugerencias, (máximas es una palabra un poco dura para estos tiempos) para podamos seguir viviendo en él.
El Gral. San Martín, veía en Mercedes a la mujer de esa época, y ¿que acontece con la mujer de hoy día? Tomemos la octava máxima-sugerencia. La dulzura con los pobres y viejos, no tiene discusión, deberíamos todos practicarla por los siglos de los siglos. Pero con los criados ¿qué?. Ya no es usual tenerlos y menos llamarlos de esa manera, pero la mujer actual, que es profesional, maneja empresas, presiden naciones, han cambiado a los criados por empleados, subalternos ó ciudadanos, a los que le deben respeto y dulzura en el trato. Mucho se ha luchado para llegar a ocupar un lugar igualitario en la sociedad. Dicen que a las damas les cuesta más obtener puestos importantes y que aún no lograron la igualdad en la paga. Las que tienen empleados a cargo ó personas a quién gobernar, ¿son formales en sus lugares de trabajo, hablan lo justo y necesario, saben dar las órdenes con respeto e inspirando confianza en quien las recibe, fomentan la caridad y el respeto por la propiedad ajena? Una mujer inteligente seguramente afirmará, sin faltar a la verdad, que así lo hace. Y las que por elección o necesidad son honorables amas de casa o trabajan en casas de familias, también.
Las máximas del Gral. San Martín con su profundidad y simpleza se convirtieron en atemporales. Me atrevo a cambiarles el título, yo la llamaría "Máximas - sugerencias para las personas de bien".

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El nombre "Argentina"

El 10 de Mayo de 1601, el poeta español Martín del Barco Centenera enviaba desde Lisboa una carta a un amigo, en la que contaba que había terminado un poema titulado La Argentina. Centenera había sido parte de un tribunal de la Inquisición en Perú hasta que se lo relevó del cargo por sus costumbres un tanto libertinas. El poema que por primera vez le da la denominación actual a nuestro país fue publicado en 1602, y su nombre completo finalmente fue Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acontecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y estado del Brasil.

El nombre circuló con suerte variada hasta principios del siglo XIX. Por entonces nuestros poetas neoclásicos y patriotas, empeñados en construir para Buenos Aires una raigambre y un prestigio antiguos -que debían colocarla por encima de Roma y Atenas- popularizaron el adjetivo, de sabor latino (argentum). Lo usaron Manuel de Lavardén, Esteban de Luca y Juan Cruz Varela. Vicente López y Planes escribió El triunfo argentino para cantar la gloria de la defensa de Buenos Aires en 1807. Desde entonces, fue nombre corriente de periódicos: La Prensa Argentina, La Abeja Argentina, El Triunfo Argentino.

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Por Silvia Santilli

Las mujeres de Buenos Aires en los años 1823 - 1833

A los ojos de un viajero francés la mujeres de Buenos Aires en el día tienen el cuerpo a lo María Estuardo, vestido de raso color rosa, con mangas henchidas, collar y el inseparable abanico, jamás abandonado por una porteña, especie de talismán, y el más lindo piececillo del mundo, oprimido por unas medias de seda blancas, por un zapato de la misma ropa modelado en las zapaterías europeas. Pero hay algo que las distingue a estas mujeres porteñas , es un inmenso peine que parece un abanico y que la sigue a todas partes.
La señora porteña va a la iglesia El peine... pero con una gasa negra y un grande velo del mismo color, con que se cubre las espaldas, pecho y brazos... Tiene su libro de oraciones en la mano, y va seguida de un criado negro, en traje de groo, el cual lleva una alfombra en el brazo para arrodillarse su señora, porque no hay sillas en las iglesias de Buenos Aires. ¿Va la señora al paseo? El peine... y además un velo grande de blonda bordada, especialmente con las mangas abiertas y colgando, dentadas, vestido con gigots, brazaletes, y el pañuelo en la mano. Su traje de verano es el peine, con cofia, un corto vestido blanco, chal azul y pañuelo amarillo. En invierno, siempre el peine; pero junto a un velo de color de rosa, una cachemira blanca que cubre todo el talle, un pañuelo de cualquier color y borceguíes.
Las señoras de Buenos Aires, generalmente, parecen querer mucho en sus vestidos el brillo y variedad de colores. También es de notar que la mayor parte de las mujeres de este país están bien, y que muchas de ellas son de una exquisita belleza. Su color es comúnmente de una deslumbrante blancura, contrastando con el ébano de su hermoso cabello; su nariz es aguileña, su sonrisa llena de dulzura; sus grandes ojos negros, que hacen tan justamente célebres a las damas españolas, tienen una expresión que rara vez se encuentra en los climas septentrionales. Finalmente, se distinguen por la gracia y majestad en el andar, bailando y andando siempre bien, sin la menor muestra de afectación."

Fuente: "De viaje pintoresco a las dos Américas, Asia y África", por A. D'Orbigny y J.B. Eyriès.

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Historias del carnaval Bonaerense

El carnaval que se festeja en nuestras tierras se ve originado como una fiesta cristiana, o por lo menos en un ámbito cristiano, ya que el carnaval son los tres días anteriores (sábado, domingo y lunes) al miércoles de ceniza, que es cuando comienza la Cuaresma. La cuaresma es un período de ayuno observado por los cristianos como preparación para la Pascua. Por todo esto, los tres días de carnestolendas o carnaval, eran festejados a pleno, porque luego vendría un período de ayuno completo, o sea, de fiestas también.
En los años siguientes a la Revolución de Mayo, se volvió muy común entre la población, en especial entre las mujeres, la costumbre de jugar en forma intensa con agua. Para ello utilizaban todo tipo de recipiente, desde el modesto jarro, hasta los huevos vaciados y rellenos de agua con olor a rosa, pasando por baldes, jeringas, etc. Los huevos eran vaciados y llenos con agua, pero no siempre con agua aromatizada, a veces solo se tiraban huevos podridos. Entre la gente acomodada se usaba, comprar los huevos de ñandú, rellenos de agua con olor a flores, como hoy se venden las bombitas los huevos se vendían en las esquinas. Las azoteas de las casas se convertían en verdaderos campos de batalla acuáticos, y más de un transeúnte se ligó una fresca catarata de agua. La batalla por una azotea entre hombres y mujeres, todos jóvenes, era divertidísima y terminaba con la inmersión de los perdedores en una tina o bañadera.
Para el carnaval de 1836 se permitieron las máscaras y comparsas, siempre y cuando gestionasen anticipadamente una autorización de la policía. Para esta época el carnaval estaba ya muy reglamentado para prevenir desmanes. Solo se permitía el juego en los tres días propiamente dichos de carnaval, y el horario era anunciado desde la Fortaleza (actual Casa Rosada) con tres cañonazos al comienzo, 12 del mediodía, y otros tres para finalizar los juegos, al toque de oración (seis de la tarde). También se tiraban cohetes, para los cuales había que tener permiso de la policía.
El primer corso se efectuó en 1869, participando en él mascaras y comparsas. Fue muy festejado por el pueblo y la prensa. Al año siguiente, una disposición policial permitió el desfile de carruajes en los corsos. Al principio, los corsos se llevaban a cabo en las calles Rivadavia, Victoria y Florida, con el tiempo se extendieron a diversas calles y barrios.
Los corsos de fines del siglo XIX estaban integrados por comparsas, "centros" y orfeones. Los orfeones se caracterizaban por su muy buena vestimenta, estaban integrados por músicos de gran categoría, muy buenos coros y grandes orquestas y bandas. Comenzaban usualmente a las cinco y media o seis de la tarde, y finalizaban con una fiesta de la ceniza, la gente se arrojaba harina y ceniza, eran luchas violentas, que más de una vez terminaba con incidentes lamentables, pero por lo general se jugaba con mucho divertimento.

Fuente: revista Círculo de la Historia, Nº 47

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Vistos y oídos…

El Peinetón... moda... vanidad... o venganza femenina

Las mujeres de la elite, vistas desde hoy, parecen más bien miembros de la nobleza: "Llevaban estilos europeos con accesorios como guantes, collares y pendientes, abanicos que tal vez revelaran algún mensaje patriótico escondido, y una mantilla española. En esta época la mujer de la clase trabajadora solía utilizar rebozo y ropa reciclada. La poesía popular nos indica que las mujeres de pocos recursos ahorraban dinero durante mucho tiempo para lucir un vestido nuevo y tal vez un peinetón en las fiestas mayas". La moda española de la peineta dio lugar a un accesorio característico de estas tierras. Sobredimensionada, la peineta se convirtió en peinetón, podía llegar a medir 120 centímetros y fue blanco de humoradas de la época. Sin embargo, Root encuentra una clara simbología revolucionaria en el peinetón, que se impuso durante 20 años pero alcanzó a dejar una marca profunda. "Sin duda, el peinetón llegaría a definir el período revolucionario, aunque no se haya notado inmediatamente en 1810. Usada por mujeres revolucionarias, el peinetón distanció a la Argentina de las costumbres españolas, que incluía el uso de la mantilla. El peinetón le dio a la mujer que lo usaba una presencia inevitable. La cultura popular de la época imagina a grupos de mujeres en peinetones agrandados negándoles acceso a los hombres en la vía pública: es como si se hubiera usado el accesorio para declararse en contra de la vanidad política de aquellos líderes que habían profesado los ideales de la independencia sólo para negarle la ciudadanía a la mujer.

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Por Marta Mutti

Buzón del Escritor

Ricardo Güiraldes

Ricardo Güiraldes nació en 1886, en medio de una acaudalada familia porteña.
Desde su adolescencia, alternó la vida en el campo con la lectura. Devoró los libros de los narradores clásicos de la vanguardia. Probó escribiendo sus primeras páginas y contó acerca de quienes las leyeron: "Todos se reían, como era debido".
Comenzó entonces sus viajes alrededor del mundo. Se convirtió en un pintoresco playboy, las fiestas, la noche, el tango y las mujeres. Europa se rindió a su encanto. Se casó con Adelina del Carril en 1913 y de ese matrimonio nacieron en 1915 los dos primeros libros de Güiraldes: "El cencerro de cristal" y "Cuentos de muerte y de sangre". Fueron rotundamente despreciados por la crítica e ignorados por el público. Ricardo los tiró en el pozo de "La Porteña".
Sólo Leopoldo Lugones reconoció el narrador nato en Ricardo Güiraldes.
En 1923 publicó Xaimaca, libro de viajes en forma de novela, de estilo e imaginería poéticos e impresionistas. En 1926, había recorrido con sus viajes las grandes ciudades del mundo.
En todas partes encontró un cuadro similar. El paisaje estaba dominado por la era industrial y su herramienta fundamental, la producción en cadena.
Hombres y mujeres sólo eran una pieza más de las grandes fábricas y empresas.Había nacido la sociedad de masas. Las personas apretadas en las ciudades, perdían su identidad para sumarse a la multitud.
Güiraldes con su obra proponía al lector recuperar su identidad perdida. Ser uno, en lugar de muchos. Logró que el folklorismo trascendiera sus límites locales. Creó un lenguaje universal. el gaucho y La Pampa perdieron su encierro y se sumaron al bagaje de la gente. Su obra culmina con Don Segundo Sombra (1926), en ella el cosmopolismo literario y el arraigo al país se funden en una de las producciones más características de la moderna literatura latinoamericana. Fallece en 1927.

Fragmento de Don Segundo Sombra

Miré el reloj. Eran las cinco. Monté a caballo y fui para el lado del callejón, donde hallaría a mi padrino. Resultaba ya imposible retenerlo después de tanta insistencia inútil .Él estaba hecho para irse, siempre, y tres años de permanencia en un lugar lo habían saturado de inmovilidad. Demasiado sentía yo en mí la absorbente sugestión de todo camino para no comprender que, en Don Segundo, huella y vida eran una sola cosa ¡Y tenerme que quedar!
Nos saludamos como siempre.
A la par, tranqueando, hicimos una legua por el callejón. Entramos a un potrero para cortar campo, y llegamos hasta la loma nombrada "del Toro Pampa", donde habíamos convenido despedirnos. No hablábamos. ¿Para qué?
Bajo el tacto de su mano ruda recibí un mandato de silencio, Tristeza era cobardía. Volvimos a desearnos, con una sonrisa, la mejor de las suertes. El caballo de Don Segundo dio el anca al mío, y realicé, en aquella divergencia de dirección, todo lo que iba a separar nuestros destinos.
Lo vi alejarse al tranco. Mis ojos se dormían en lo familiar de sus actitudes. Un rato ignoré si veía o evocaba. Sabía cómo levantaría el rebenque, abriendo un poco la mano, y cómo echaría el cuerpo, iniciando el envión del galope. Así fue. El trote de transición le sacudió el cuerpo como una alegría. Y fue el compás conocido de los cascos trillando la distancia: galopar es reducir lejanía. Llegar no es, para un resero, más que un pretexto de partir.

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Por Graciela Busto

La Costurerita que conoció a Carriego

Evaristo vive y cuenta nuestra vida de barrio, esa orilla por donde la ciudad se pierde hacia las quintas. Bastó una tarde en la que mis amigas me sorprendieron saliendo de una casa de citas para que me señalen. Todos hablan y comentan en la vecindad que el tipo fue un sinvergüenza y me fui...Sospecho sus risas diciendo que mostré la hilacha, Carriego supo dibujarme en su poesía la costurerita que dio el mal paso.
Evaristo camina por el barrio atento a las muchachas enamoradas. Dice mi amiga Mamboretá, la francesita, la que quedó para vestir santos, y la que trabaja en la fábrica, que también escribió sobre ellas.
Mamboretá está un poco cansada de que se rían de su fealdad, bastante tiene que lidiar con las burlas cuando le gritan: ¿Dónde está Dios?, y todos esperan que mire al cielo. Desde chica es la risa del de Palermo por su rostro poco agraciado. La viruela dejó marcas en su cara y en su corazón por un mocito ingrato que la abandonó. Pero ella lo amó, para mí tiene gran valor...
La resignada es la que quedó para Vestir Santos, el tiempo pasó y él nunca volvió. Ya está un poco vieja, ahora sólo le queda el dicho de nuestro barrio renombrado...
Me acuerdo de la rubia que no salía a tomar el sol, estaba flaca y paliducha, dicen que un día nadie más la vio, Evaristo no la olvida en sus poesías. La que trabaja en la fábrica está enferma, tose en el taller hasta que se ahoga. Carriego comenta que nadie le habla por miedo al contagio.
Algunos poetas se arriman para escucharlo. Hay uno que lo sigue adonde va, se llama Borges, se crió cerca, en Palermo y conoce sobre bandoneones, conventillos, tango y guapos con muertes por novias infieles.
Carriego es hombre reservado en cuestión de amores. Tiene una vida secreta con una mujer que se viste de negro. Se hace anunciar desde la puerta de calle, pero jamás entra a la casa, ¿será un amor imposible? A ella le escribió estos versos.

Volviste a ser la de antes. Misteriosa, /como un rojo clavel tu confidencia
reventó en una amable delincuencia /con no sé qué pasión pecaminosa.

Tal vez algún día vuelva a mi barrio, Ahora observo de lejos, no me animo, todos hablan de mi pecado... Carriego nos conoce a fondo, somos como él, parte de Buenos Aires. El cuchillero, la milonga y el malevaje. Los criollos y los gringos entreveran cuchilladas traicioneras. Los negros y mulatos son los que nos alegran.

En la calle, la buena gente derrocha /sus guarangos decires más lisonjeros,
porque al compás de un tango, que es la morocha /lucen ágiles cortes dos orilleros.

Las mujeres bailamos tangos con firuletes en los brazos de guapos y malevos. A veces pienso que nosotras somos sus musas ¿A cuál ama Evaristo? No lo sé, pero sí, que el arrabal es una pasión que lleva en la sangre.

Testigo de la barriada de las orillas que derrama tristezas, melancolías, traiciones y duelos, siempre vestido de negro, Carriego llega a su casa, y yo, la costurerita, aguardo su paso bajo la luna para soñar que puedo ser... ella.

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marta mutti
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