Rayuela
Publicada por primera vez en 1963, hoy año 2014 acaba de cumplir sus cincuenta ediciones. Esta vez bajo el sello de Alfaguara.
Una novela que desordena y hace que el lector la reordene según su criterio para dar la posibilidad de imaginar otro modelo de orden para el mundo. En sus páginas conviven el surrealismo y el realismo latinoamericano. Algunos creen escuchar las voces de Oliverio Girondo y Macedonio Fernández, sobre un fondo musical de jazz y el dialogar del tango de Piazzola. Según dicen muchos Rayuela incorpora a la literatura cierta reivindicación de géneros literarios menores. Y lo hace acompañando su tiempo entre el rock, el pop, la política y la revolución sexual. Hoy, podemos ver a Rayuela como un gran hipertexto de papel, lleno de referencias e imágenes adjuntas, sonidos y notas musicales. Una contranovela que sigue movilizando a quienes la leen que recibe elogios en Congresos del mundo, y se la cuestiona en ciertas zonas de la crítica académica argentina. Lo que no se discute es que desde que se publicó movilizó el punto de vista de la literatura y a miles de jóvenes que la leyeron y hoy sigue haciendo olas.
Dice de ella José Sánchez Lecuna
(…) En Rayuela, la vida se reduce a dos grandes ciudades: del lado de acá, Buenos Aires, del lado de allá, París, ciudades que resultan ser territorios, zonas, umbrales hacia otras realidades. Las ciudades son raptoras y, a menudo, se adueñan del destino de la gente, así como la Maga se adueña de Horacio, como París que se adueña de los dos y como Buenos Aires que se adueña de todos los recuerdos para detenerlos en el tiempo ante el vacío. De esta forma ambas ciudades se convierten en lo que son: un enredo, una telaraña, un rompecabezas, un laberinto, una rayuela incomprensible y confusa que hay que, sin embargo, recorrer para, de esta forma, culminar, ponerle un punto final al viaje, a la búsqueda insaciable y agotadora, a esa necesidad de una respuesta definitiva.
Marta Rosa Mutti
El pensamiento, El Lenguaje, El Escritor
El pensamiento es en el murmullo infinito del lenguaje y éste, en el cuerpo de la literatura. El escritor, es apenas una herramienta.
Si pensamos que la literatura es el bosquejo de las formas del pensamiento en su necesidad de un cuerpo independiente del sujeto que lo genera, esta reflexión nos muestra que el lenguaje es el punto de partida de la experiencia literaria.
Ahora bien, Foucault nos dice sobre el lenguaje: El lenguaje es como el murmullo de todo lo que se pronuncia, y es al mismo tiempo ese sistema transparente que hace que, cuando hablamos, se nos comprenda; en pocas palabras, el lenguaje es a la vez todo el hecho de las hablas acumuladas en la historia.
Lo que nos lleva a observar entonces que el pensamiento funciona como testigo y testificador del tiempo que tiene bajo su observancia. Por lo que requiere de un conducto o canal de expresión para fijar su existencia. Función que se hace concreta a través de la literatura interfiriendo así, nada menos que a la misma muerte, puesto que la literatura es una sucesión de infinitos caminos del lenguaje, que a través de ella establece su descendencia posibilitando una continuidad en el devenir de los siglos. De esta manera, los pensamientos trasgreden los límites de lo finito, empujan y ponen en segundo plano a la muerte. Pero a no delirar... puesto que no sucede lo mismo con sus actores, o sea nosotros. Pero este es un detalle menor y siempre hay un escritor que hace su apuesta más allá de su humana mortalidad. Lo que no es poco…
Marta Rosa Mutti
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