Caminantes y caminos
 

De Ortega Y Gasset
La imagen te enseña la situación. La palabra tiene que describirla, comprenderla y comunicarla. Y ésa es la gran magia de la palabra. Ninguna palabra es en sí poética. Lo que la hace poética es la palabra que está al lado

José Ortega y Gasset: Profesor, filósofo y ensayista español, es el maestro del ensayo, planteando grandes temas de la filosofía y el pensamiento de su época con hondura y sagacidad. Las meditaciones del Quijote (1914) La rebelión de las masas (1930) España invertebrada (1921) El tema de nuestro tiempo (1923) La deshumanización del arte (1925) Kant. Reflexiones en torno a un centenario (1929)

Maestro: Juan Carlos Onetti

Perfil: Juan Carlos Onetti. Montevideo, 1909 - 1994. Es probablemente el mayor narrador uruguayo. Algunas novelas mayores como El Pozo, La vida breve, Los adioses, El astillero y Juntacadáveres, y una serie de cuentos que incluyen obras maestras como "Ejsberg en la costa", "Un sueño realizado", "Jacob y el otro", "Bienvenido Bob", le valieron entre otros, el Premio Cervantes en 1980. El cuento de esta página se incluye en la reciente edición de Cuentos completos de Onetti que publica la Editorial Alfaguara.


Cuento

Ella

CUANDO ELLA murió después de largas semanas de agonía y morfina, de esperanzas, anuncios tristes desmentidos con violencia, el barrio norte cerró sus puertas y ventanas, impuso silencio a su alegría festejada con champaña. El más inteligente de ellos aventuró: "Qué quieren que les diga. Para mí, y no suelo equivocarme, esto es como el principio del fin".
Tantas cosas, pobres millonarios, les habían hecho tragar Ella. Y lo triste era que Ella había sido infinitamente más hermosa que las gordas señoras, sus esposas, todavía con olor a bosta como dijo un argentino. Ahora también podían tragarse las sonrisas cordiales con que habían acogido las órdenes y las humillaciones. Porque todos sentían, sin más pruebas que discursos vociferados en la Plaza Mayor, que Ella era, en increíble realidad, más peligrosa que las oscilaciones políticas, económicas y turbias de Él, el mandatario mandante, el que a todos nos mandaba.

Cuando al fin Ella murió, rematando esperanzas y deseos, estábamos a fin de julio; en una fecha abundante en crueldades, en frío, viento, aguacero. De los cielos negros de nubes y noche caía una lluvia lenta, implacable, en agujas que amenazaban ser eternas. Se desinteresaban de abrigos y pieles humanas para empapar sin dilaciones huesos y tuétanos. La humedad aumentaba el mal olor de las gastadas ropas de luto improvisado: casi inmóviles, sin palabras porque su desdicha tenía un solo culpable, y éste no podía ser nombrado, aunque dueño del frío, de la lluvia, el viento y la desgracia. Según la pequeña historia, tantas veces más próxima a la verdad que las escritas y publicadas con H mayúscula, cinco médicos rodeaban la cama de la moribunda. Y los cinco estaban de acuerdo en que la ciencia tiene sus límites.

Y en la planta baja, impaciente, paseándose, atendiendo las preguntas telefónicas que le hacían los periodistas amigos o dadivosos, había otro hombre, tal vez también médico, aunque esto no tenga la menor importancia. Era un catalán, embalsamador de profesión conocida y llamado por Él desde hacía un mes para evitar que el cuerpo de la enferma siguiera el destino de toda carne.
Y había una lucha silenciosa pero tenaz entre los cinco de arriba y el solitario de abajo. Porque si éste sólo creía con distracción en la Virgen de Montserrat, los de encima estaban divididos entre la de Luján, la de La Rioja, la de las Siete Llagas, entre la de San Telmo y la del Socorro. Pero coincidían en lo fundamental, en la Santa Iglesia Apostólica y Romana. Y creían en los eructos dominicales de los curas. Para cumplir lo contratado con Él, el embalsamador catalán tenía que aplicar una primera inyección al cadáver media hora antes de ser decretado tal. Los pertinaces creyentes del piso superior se oponían a toda intención de embalsamar, pese a que el contratado catalán había repartido generoso pruebas indiscutibles de su talento. Recuerdo la foto, en un folleto, de un niño muerto a los 12 años, plácidamente colocado en un sillón y luciendo un traje marinero impecable. Lo exhibían cada vez que la momia hubiera tenido que cumplir años -él se burlaba, el tiempo no existía, sus mejillas seguían rosadas y sus ojos de vidrio brillaban con malicia- cuando, inexorablemente, cumplía una fecha de muerto. Dos veces al año ocupaba el puesto de honor y los parientes que le iban quedando -el tiempo existía- lo rodeaban tomando té con pasteles y alguna copita de anís.

Se oponían a la primera e imprescindible inyección. Porque la Santa Fe que los aunaba repartía almas para que escucharan eternamente música de ángeles que jamás cambiarían de pentagrama -o tal vez sus cabecitas equívocas las hubieran grabado- o para disfrutar suplicios nunca concebidos por un policía terrestre. De modo que, cuando aquellos litros de morfina dejaron de respirar, se miraron asintiendo y consultaron relojes. Eran las veinte en punto. Alguno encendió un cigarrillo, otros rindieron su fatiga a los sillones.
Ahora esperaban que la pudrición creciera, que alguna mosca verde, a pesar de la estación, bajara para descansar en los labios abiertos, porque la Santa Iglesia les ordenaba respirar cadaverina, hediondez casi enseguida, y adivinar la fatigosa tarea de siete generaciones de gusanos. Todo esto adecuado a los gustos de Dios, que respetaban y temían. Los minutos pasan pronto cuando un diplomado vela por su fe. Emilio, el más obediente a las manifestaciones indudables de la divinidad, dijo:
-Che, aumentá la calefacción. - Más tarde, resolvieron bajar para dar la noticia, triste y esperada.

Él estaba cenando y asintió con la cabeza. Luego agradeció servicios prestados y rogó que le fueran enviados los honorarios. Después señaló con un dedo a uno cualquiera de los uniformados y le ordenó ordenar a las radios, primicia para la suya, que difundieran la noticia.
Y quedó así, rehecha, corregida, discutida: "El Ministerio de Información y Propaganda cumple con el doloroso deber de anunciar que a las veinte y veinticinco Ella pasó a la inmortalidad".El médico catalán subió los escalones de dos en dos, molestado por su pequeña maleta. Preparó la inyección y estuvo consternado palpando la frialdad del cuerpo.

Las puertas no se abrían y la multitud comenzó a porfiar y moverse. Los policías dejaron de ofrecer vasitos de café enfriado y de inmediato aparecieron vendedores de chorizos, de pasteles, de refrescos entibiados, de maníes, de frutas secas, de chocolatines. Poco ganaron, porque el primer contingente comenzó a llegar a las nueve de la noche y provenía de barriadas desconocidas por los habitantes de la Gran Aldea, de villas miserias, de ranchos de lata, de cajones de automóviles, de cuevas, de la tierra misma, ya barro. Ensuciaban la ciudad silenciosa y sin inhibiciones, encendían velas en cuanta concavidad ofrecieran las paredes de la avenida, en los mármoles de ascenso a portales clausurados. A algunas llamas las respetaban la lluvia y el viento; a otras no. Allí fijaban estampas o recortes de revistas y periódicos que reproducían infieles la belleza extraordinaria de la difunta, ahora perdida para siempre.

A las diez de la mañana les permitieron avanzar, dos metros cada media hora, y pudieron atravesar las puertas del ministerio, en grupos de cinco, empujados y golpeados; los golpes preferidos por los milicos eran los rodillazos buscando los ovarios, santo remedio para la histeria.
A mediodía corrió la voz de cuadra en cuadra, metros y metros de cola de lento avanzar:
"Tiene la frente verde. Cierran para pintarla". Y fue el rumor más aceptado porque, aunque mentiroso, encajaba a la perfección para los miles y miles de necrófilos murmurantes y enlutados.


Análisis del Cuento
Por Marta Mutti

El desarrollo de una trama a través de la alusión y la metonimia. Comenzamos por el título: Ella. Constituye el todo que atraviesa la línea de la narración. Ella, que es punto de choque y encuentro.
Ella que se animó al equilibrio del desequilibrio.
Ella, a la que el manejo de los recursos de estilo de Onetti permite presentarla fragmentariamente para ir rehaciendo el todo en una imagen avasallante, que se levanta de las cenizas por sí misma, toma presencia, se adueña del "yo", hacia el fin del relato, y produce el milagro: vence a la muerte y nace al mito.
Si vamos a ser estrictos con el género, estamos en presencia de un relato muy próximo a la crónica literaria. Es evidente que el tema se desgrana alrededor de las últimas instancias que rodearon la Muerte de Eva Perón, el tratamiento de su cadáver, las exequias y el duelo de su pueblo. Curiosamente linda con el registro del periodismo, cada secuencia de la historia levanta la escena desde los diferentes estratos de la sociedad comprometida en ella. La misma acción, el mismo conflicto, tienen personajes y clases sociales que testimonian diferentes espectros y motivaciones desde el ángulo de sus puntos de vista y comprensión de la historia civil, social y personal. Así desde el dolor las actitudes develan: odios, cinismo, rencor, tambores de revancha, desamparo y desconsuelo. Y como suele acostumbrar, Onetti ficcionaliza la realidad y nos deja el juego de cartas al descubierto sobre la mesa, para que, determinemos según nuestro juicio, el resultado del mismo.
Veamos algunos de los efectos trabajados en la historia.

El tono
Crudo y hasta con tintes amarillistas desde una puesta en escena expresionista, en la descripción del ambiente y sobre todo en las acciones, actitudes y sujetos actuantes de las mismas.

Antitesis textual
La exposición de situaciones desencontradas pero consecuentes.

Ejemplos

El duelo / festejo
…el barrio norte cerró sus puertas y ventanas, impuso silencio a su alegría festejada con champaña…

El respeto / desprecio
…Y lo triste era que Ella había sido infinitamente más hermosa que las gordas señoras, sus esposas, todavía con olor a…

El odio / deseo
…"Tiene la frente verde. Cierran para pintarla". Y fue el rumor más aceptado porque, aunque mentiroso, encajaba a la perfección para los miles y miles de necrófilos murmurantes y enlutados.

La admiración / indiferencia
…Porque todos sentían, sin más pruebas que discursos vociferados en la Plaza Mayor, que Ella era, en increíble realidad, más peligrosa que las oscilaciones políticas…

Dosificación
La información crece, se anuncia párrafo tras párrafo a fin de generar tensión sobre el texto y establecer de modo natural el testimonio, ficcional, de un hecho histórico.

Ritmo
Una tormenta que se esboza, dibuja, y se expande desde miradas y lugares puntuales. La institución militar. La Iglesia. El esposo y presidente. Los médicos. La clase social alta. Los obreros. Los pobres y desprotegidos, cuyo sentido significante es exponer al juicio del lector: los hechos.

Planos Narrativos
La voz narradora se conduce como una cámara de cine, no recrea sino que muestra: situaciones, lugares, actitudes, pensamientos, conversaciones.

Conclusión
Queda en manos del lector. ¿Revelación, inquietud, denuncia, ficción?
Juan Carlos Onetti, ha puesto todo lo necesario para ello, en… ELLA.

 
 
marta mutti
pefil Marta Rosa Mutti
avatares
cursos
libros
Asterion letrario
Vuelo de papel
novedades
serviletras
contacto