De Poetas...
 


Por Lis Anselmi

Frágil

Hoy soy frágil.
Hoy sólo puedo sentarme
a mirar las huellas
en la arena,
en una playa lejana
adonde todavía no fui.

Hoy sólo camino a tu lado,
a tu sombra.
Sólo me deslizo y observo.
Hoy soy sólo viento.

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Por Marcelo Berón

De bestias y razones

El animal camina,
anda, huele, come.
Se enseñorea y disfruta, acepta.
Uno en el entorno, se subordina.
El hombre le dice:
"No muerda la mano que le dio de comer, ¡Animal!"
El hombre camina,
anda, huele, come, se adueña.
Como tal cambia, da nuevo orden.
El animal no dice:
"No muerda la mano que le da de vivir, ¡Humano!
Se hará silencio después del caos.

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Por Graciela Busto

Milonguerita

Tango

Milonguerita nadie adivina
que tus agujas tejen la vida.
Sobre la trama, rojo vestido
en el vaivén de su tejido.

Llega la noche tan esperada
y con gran porte hacés la entrada.
Baile, milonga y puro tango.
Toda tu estampa promete tanto.

Milonguerita vestido rojo
zapatos altos y bien lustrados.
Medias de red con raya al medio.
Sombrero alado hacia un costado.

Luego una seña y das un brillo
que la viruta sacás del piso.
Las ilusiones rondan tu mente
y en sus abrazos crees que miente.

Milonguerita vestido rojo
el que se fue quedó en olvido.
Hoy es tu noche baila tu tango
que tu vestido guarda el encanto.

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Por Anne Irene Blanes Duarte

Cazadora

Cazadora de sombras sin luz,
nuestra historia tiene un principio, yo esquivo el final.
Eres su mayor peligro y mi mayor obsesión,
aquel obligado cambio de bando ha abierto un precipicio entre los dos.


Maldigo esa sed que quema tu garganta,
nos perseguimos en este juego llamado caza.
Los ataques y defensas son nuestro baile hacia la eternidad,
buscas mi cuello y yo a aquel joven de tierno mirar.


En la noche rastreo tus pasos mientras vas en sentido contrario,
odiamos reconocernos como los protagonistas de las huidas sin fin.
¿Por qué este bosque oscuro es nuestro salón de vals?
…te persigo esquivando los rastros de monstruosidad.

Tenemos lealtades divididas y confundidas
porque esa oscuridad no me deja ver, y es tu refugio de la luz.
…no te puedo alcanzar,
la confianza es un lujo que no nos podemos dar.

Nuestras manos llevan la muerte grabada del revés.
Soy testigo de los más grandes errores que has cometido,
me niego a verte con los colmillos y la capa,
…es que para mi tu ser es incapaz.

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Por Víctor Del Duca

Niños de fuego

Perversos niños de fuego
de hirsuta virtud sagrada,
ignotos como el silencio
y audaces como la nada.
Creyeron verme vencido
en lo gris de sus entrañas,
en el jazmín ilusorio
donde tejen las arañas.
su red oculta en el cielo
hecha de sangre y de lana.

Fuga el mal del cementerio
sin lunas, por la mañana.
Digo adiós a los candiles
y ruego por su esperanza,
digo adiós a los espejos
que proyecto en lontananza.

Será por eso que el llanto
al barro entre dientes labra,
sin métrica y sin estrofas
limitado a su palabra.
Perversos niños de fuego
de hirsuta virtud sagrada,
ignotos como el silencio
y audaces como la nada.

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Por Luis Elorriaga

La alcancía

No recuerdo cuantas alcancías tuve.
Oh! Sí, creo que dos o tres.
Una era un chanchito rosado,
gordo, parecía inflado, aunque simpático.
Otra fue un buzón, como los rojos que había
en las esquinas para echar las cartas.
La voz profunda y firme de mi padre
aconsejaba guardar -en realidad decía ahorrar-
las monedas que eran centavos,
que yo custodiaba con solemnidad y orgullo.
Así como la inflación barrió con los centavos,
así también la alcancía de la vida fue perdiendo
por el camino las ilusiones y proyectos
-estaría mal cerrada o alguien la rompió-.
Largo y decrépito camino
que devino en tobogán
-aquel juego de las plazas,
el que al bajar por él parecía que alguien
nos hurgaba la panza-.
A la distancia enorme, de tiempo y memoria,
me encojo de hombros, para qué pensar
en cosas tan pequeñas, que no interesan a nadie.

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Por Carmen Florentín

Nacer Lentamente

Todavía siento el fuego
pero veo cenizas.
Fue una gran hoguera
donde los leños no existieron.
La maldad, la ironía
con la cólera suelta desatada
me molieron el cuerpo,
buscaban mi alma para aniquilarla
de rodillas "Me dijeron"
tú no cuentas, eres la nada
pero las almas angeladas
nunca pudieron ser halladas
entre fuegos y cuerpos de otros muertos
sacudo mis alas
y remonto vuelo más allá de las montañas más altas
donde nadie llegue, donde nadie me mire
comienzo de nuevo.

Dejando al ignorante pensar:
pobre fue fácil la consumió el fuego,
sin saber que con las alas nuevas
me elevo cada vez más
donde ellos no tendrán lugar
donde solo habitan
los que nacen para hacer el bien.

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Por Dolores Fernández

Queriendo

Quiero ser mujer nido,
la que abriga,
pero en lo oculto,
quiero pintarme los párpados de azul.
Quiero ser protectora, la que alienta.
Pero en mis sueños,
quiero usar vestidos colorados.
Quiero ser alero que cobija,
aunque en lo oculto, quiero envolverte
en cálidas tormentas.
Quiero ser la que escucha,
y en lo furtivo quiero ser la que extrañas,
las noches de domingo.
Quiero ser nido, ternura, la que espera.
Pero en verdad, quiero arrugar tus sábanas.
Resumiendo, quiero ser la que alborota tus instintos,
la que te quema en besos.
Más, cuando todo pase, quiero ser nido.

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Por Adolfo Velázquez

A la deriva

Amigo muerto, guerra perdida
de la vida contra la muerte.
Mal que me pese, así es el juego
de los que arriesgan para tratar.

Y en este mundo
andan los locos
a la deriva llorándonos.
Me sirvo el vaso
tomo del pico
que es una manera de insultar

Y está el espejo, con eso arriba
pobre remedio para el olvido,
pero seguimos, estando solos
con nuestra culpa sin resolver.
Y pasa el tiempo, pasa la gente
ya no podemos justificarnos.
Ya lo sabemos, ó lo aprendimos
y estamos grandes para zafar
hacernos cargo.
Fuimos nosotros
los que te perdimos, amigo.

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Por María Leone

Lágrima

Todavía eras una niña y la consigna fue
cuidar hermanos menores, ser la mejor alumna.
Niños traviesos, notas buenas, no excelentes.
Sin llanto ni quejas, tu rostro y brazos
de azules violáceos se teñían.
Llegaron las sonrisas del primer amor
y, rápidamente esos puños aguerridos
las trocaron en pena.
Los azules verdes por doquier florecían.

Esa mañana otoñal, un tren frenó tu respiro.
Tu madre, abrazada a tu amor,
¿Puedes creerlo? Sí, ellos juntos
maldecían al cielo por tu injusto destino
acompañando tu reposo sin poder verte
ni tocarte, pues ese cuerpo
que supo ser azul, violáceo, verde
no podía mostrarse. Dime amiga,
esa prisa en la estación fue
para llegar a horario a clases o
pensaste que era ya tiempo de
lucir tu carne joven, blanca, libre
sentir amor sin límites, sonreír al viento
y porqué no, soltar al fin una lágrima.

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Por Sandra Laino

Despropósito

Abismos implacables, dominio de tinieblas,
oscuras sensaciones
amalgaman las aguas, el cielo y la tierra.
Lo seco, suelo. Las aguas, mares.
Que verde sea la hierba, las semillas fértiles,
los árboles frutales.

Avanzad sobre el planeta, subyugad sus criaturas,
seres alados, monstruos marinos, serpientes bestiales.
De tan noche el sol, de tan luna el día,
la hembra desde el varón, el hombre de la mentira.

El séptimo de descanso, sus fuerzas coronó,
aplasto el hastío y el árbol de la tentación plantó.

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Por Horacio Aranda

Indigencia

Abatido por la miseria me desplazo a tropezones,
el frío y el hambre me acosan.
Golpeo puertas y aldabones,
sólo escucho silencio y ventanas que se cierran.
Mi cuerpo derruido se desploma,
cuando abro los ojos veo perros y palomas,
comparten las migajas que la gente nos arroja,
…sólo me queda esta ropa que servirá de mortaja.

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Por Claudia Guala

Cuando te vas

Cristal angelado, tu laberinto
despierto aleteando,
en el hueco de tu ombligo.
Tu nada me alucina.
Hay música, Poesía.
Es tu silencio.
Diminuto. Inmenso,
el que arruga mis sábanas.

En el silencio de la noche,
busco la cavidad de tu ombligo.
Estas ahí,
en el lado vacío de mi cama.
La piel se enfría, se calienta,
con el recuerdo, de tus yemas en mis espacios.
Allí vives, cuando te vas….

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Por Elsa Lorences de Llaneza

Eres

Eres grito agudo sin sonido.
Eres alegre y triste caminante,
tierra fecunda, desierto sin frontera.
Eres muerto que camina,
sonriente pena, helado sol
y mañana atardecida.
Eres fachendoso en la modestia.
Dúctil y dura especie desaparecida.
Dócil en la intolerancia, blando en la fortaleza.
Eres arrebatada frialdad,
abrasador frío, acíbar de dulzura,
amor en un odio que me quema.
Eres, como eres, como puedes,
pero a pesar de todos
tus contrasentidos, yo...te amo.

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Por Julia Mansi

Caminos fáciles

Diversos caminos avanzan,
sonriente los abrazas.
Son pasiones que laten
en esperanzas ocultas.
Las raíces se expanden
sobre alfombras de arena.
La llama del verdadero
amor se apaga.

La decisión flota entre nubes
cobijada entre incrédulas notas.
Un sólo camino debes tomar
sólo uno y los otros borrar.
No puedes arrancar el sueño
depositado en la memoria.
Es el beso perfumado
ovillado en esa flor.

Heridas envuelven tus huellas
equivocado no avanzas más.
Tus lágrimas empañan el bosque
sólo quedaste, por abarcar más.

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Por María Mantovan

Pasos perdidos

Eres el surco de mi andar
el puente eterno
que marca mi rumbo.

Contrincante difícil
que me lleva de la mano
que no puedo soltar.
Soy fruto de tu siembra
en el jardín de la vida
habitando cada suspiro
de mi soledad.

Manantial de agua fresca
en un bosque encantado
con tu mano tendida
eligiendo el color
de otra página
de historia.
Tu silencio inalcanzable
como devorador de vida
corre tras mis días
desde que el alma
dejó tu cuerpo.

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Por Edith Migliaro

Entre uno y otro

Entre un niño
y un desconocido que le habla
hay vergüenza.
Entre un profesor enojado
y un alumno indolente
hay vergüenza.
Entre un adolescente
y su ídolo
hay vergüenza.
Entre una joven
y su amante, la primera vez
hay vergüenza.
Entre un padre egoísta
y un hijo carente de amor
hay vergüenza.
Entre un pródigo dador
y un pobre receptor
hay vergüenza.
Entre un abuelo solitario
y un hombre apurado
hay vergüenza.
Entre una mentira
y su descubrimiento
hay vergüenza.

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Por Adrián Merel

Rincón

Guardemos un rincón a la sorpresa, cuando parece concluir la fiesta.
Un beso inesperado en un cajón, una palabra muda que brilla sobre un gesto.
Un pequeño milagro burlando los relojes, una caricia torpe de parto prematuro.
Una promesa eterna sobre la agilidad de las crueles agujas del tiempo.
Tan solo como prólogo de la próxima fiesta de estallidos de manos…
que besan como labios
que tocan como cuerpos
que aman, como almas
que sienten como sueños
que habitan el infinito camino
desde la puerta que me despide de tu memoria
hasta el re-encuentro que me protege de tu olvido.

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Por Laura Ferrarez

Creación

Alcanzo la noche en puntas de pie
y observo a los suspiros
anclar sobre islas perdidas.

El viento se lleva las historias
que no he podido escribir
las eleva, las disuelve
bajo la luz de dos lunas.

Y comienzo a navegar mar adentro
en busca de encuentros,
de huellas ocultas
o fantasías sin dueño.

Los puentes invisibles
conducen a una misma fuente,
huelo la noche.

Levito sobre almas dormidas
y cuando el silencio hace arder
el fuego de lo posible
se enciende el sentir ajen.
El mar agita
sobre lo desconocido
doy vida,
despierto en mi mente.

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Por Gustavo Zaya

Borrasca

En un barco lancé mi espíritu,
se dirige por una corriente de tormenta,
sólo el viento surca el destino.

En la noche oscura,
allí donde los miedos resucitan.
Fui colmado por una estrella.
Su presencia barrió las grises nubes,
entonces el fuego celestial limpió
las aguas de mi destino.
Encontré el puerto.
Y en el corazón, amarré el espíritu.

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Por Patricia Moltedo

Florecer

El jazmín chino floreció
el sol entra a raudales
el tiempo está de fiesta.
¿Por qué mi corazón, no?
Se niega a festejar con todo.

¿Serán las tormentas lejanas,
pero familiares?
...el miedo?
...la certeza?
Ambas, no nos detendrán.
A nuestro camino,
al cielo o al infierno.
Seguiremos
con certeza y miedo.
Por siempre, amén.

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Por Marta Mutti

Los pliegues de tu piel

Por el terraplén de los días
fue sucediendo.
El hilo de la conversación sin levantar,
la mirada en otro mundo.
Desde luego, yo, aprehendido a tu costado,
sellado a mis asomos, vedado por siempre.
Los muros no me detienen, trepo, salto, horado,
…un día, la sal llega y atrapa en su cuenco.
Comienza un paseo impecable, e implacable
alrededor de ti sin vencer el cerco.
Demasiado, digo, para quien que se atreve al viaje
en un navío, donde sólo reconoce las sensaciones
que guarda la estatua en su actitud.
Despido de mis manos tu melena, tu aroma.
Dejo que el polvo cubra los asombros,
y olvido los pliegues de tu piel
sin hacer esfuerzo alguno.

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Por Graciela Ruffini

Mi vida vale

Te veo cerca sin verte,
reproches y pesares me condenan
ausente y vacío tu beso se esfuma
escapas del tiempo, el perdón no llega
historias abolladas muerden mis días,
mi vida vale.

Deshoja tu orgullo de sueños rotos,
laberinto desierto de sangre fría,
mudos sentimientos forman serpentinas,
ruedan los recuerdos de mil colores,
llanto apretujado hiere mi sentir,
mi vida vale.

De puñal filoso tu mirada
despunta cruel cada palabra,
sinsabores abrigan tu destino,
de tu sombra espejada huyo.
abre mi alma y verás quien soy
mi vida vale.

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Por Camila Vázquez Garriga

Pétalo Blanco

La caída de un pétalo,
una rosa blanca.
Humedecida con una lágrima,
nítida y clara.

Una noche de brillante luna,
esplendorosas estrellas.
Un corazón joven,
sentimentales huellas.
Un beso robado.
Un beso prohibido.
Señalaban el inicio,
de un amor destruido.

Latidos tristes,
corazones ardientes.
Invocaban el deseo,
de un sueño…
Miradas culpables,
mentiras dolorosas,
trasformaban el anhelo,
en un triste recuerdo.

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Por Silvia Susana Santilli

Al sentir

Al sentir en mi boca
el sabor de una lágrima,
en mi pecho una honda pasión,
en mi alma la última inspiración.
Necesito escribirte para decirte adiós.

A mi corazón

Sólo le pido:
No permitas que la vida
te taladre.
No dejes morir los sueños
en el ocaso de la tarde.

No se cumplió

La luz del destino
lo despertó.
El hechizo puso su mano,
lo rompió.
Cuando a solas
invocó al Señor
preguntó:
¿por qué ese sueño
que ocupó mis noches
nunca se cumplió?

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Por Mabel Spinelli

Cenizas

Desde antes ya te conocía.
Escuché tu primer grito...,
entonces... ¡fuiste todo mío!
Ahora puedo acariciar tus cabellos.
Comenzaste las letras...los números
yo estaba a tu lado
divagando en el espacio eterno
de la vida.
Nos encontramos,
fuimos de la mano corriendo
el florecer del amor
alegrías... luchas... penas.
Ella vino a buscarte
la sabiduría amiga inseparable
del sensato.
El reloj de arena filtró los años.
La vida existencia cadenciosa se deslizó.
Salud. Dolores aprehendidos... vejez.

Allí estaba yo
recorriendo el mundo,
y te traje conmigo.
Cenizas azules blanquearon
las aguas tranquilas y saladas.

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Por Ana Zamulko

Carolina

Esta niña es bella.
Es un junco resistente y flexible
que se desliza sobre invisible cuerda
con gracia de bailarina.
Es un vendaval que todo lo ilumina
con sus gestos locos
y su amor desaforado.
Dulce sirena,
secretos dolores alimentan tu savia.
Mi amor trata en vano
de hurgar en tus silencios adolescentes.
Cajones y estantes atesoran
las huellas de tu crecimiento
mientras intento disfrutar cada minuto
de tu presente veloz.
Mi oreja y mi regazo
te ofrezco para los altos
que hagas en tu camino.

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Por Liliana Savoia - desde Rosario

Las dos caras del azúcar

Los juguetes de azúcar marrón
invaden la calesita
para consuelo del cinismo.
El caballito de colores
con su vértigo dulce
se trepa al pulso de las manos
para alcanzar la sortija.

Todo sabe a miel y huele a sándalo
mientras la hipocresía pinta una sonrisa.

Conozco,
esa mirada que pretende
desde el absurdo
ocultar que hay barro en otras esquinas y,
que en vez de tíovivo,
los caballos tiran de carritos
llevando sueños de cartones
que se acunan, con la vana música de los grillos.

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Por Norma Vinciguerra

Ella

Ella voló a la luz.
Con el peso del mundo en la espalda.
Cargó la mochila con el vacío
que da el hambre.
Soltó su corazón y abrió camino.
Sintió la noche, bebió el rocío.
Supo detenerse para soñar
y soñó.
¿Cómo se lucha cuándo no hay esperanza?
¿Dónde nacen las fuerzas?
¿Qué senderos atravesamos para ser puros?
¿Quién nos espera después de la muerte?
Preguntó a las estrellas.
Y el alba volvió.
Y despertó otra vez
con la sensación de no avanzar.
Aquel camino que inició se tornaba
más seco y más pesado.
No le importó.
Solo despegó para seguir.

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Por Analía Spataro

Siempre…mar

Me viste crecer cada verano,
compartimos juegos en la arena y
en el regazo de tus olas.
Y en tardes soleadas
me acariciaba tu brisa.
Me regalaste tus frutos,
que papá recogía todas las mañanas
cuando recorría la playa,
y que mamá cocinaba entusiasmada.
Mi hermano solía perderse entre los veraneantes,
y yo me perdía admirando
tu grandeza e inmensidad.
Mi refugio de verano
y en invierno mi guía, mi cómplice,
mi confesor, mi energía.
Siempre…mar,
con los brazos abiertos espumantes.
Tu voz es música a mis oídos.
Tu perfume salado calma mis emociones
y despierta mis sentidos.

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marta mutti
pefil Marta Rosa Mutti
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