De Poetas...
 


Por Graciela Busto

Que se viene el niño

Para Camilo

Que se viene el niño, nana, nanita
es príncipe guerrero, niño te espero.
Que se viene el niño con bella estrella
te acunará tu madre, niño, te espera.

Que se viene el niño por el sendero
por camino de seda y primavera.
Que se viene el niño nueve lunas llevas,
te sorprenderá el mundo, tu madre te espera.

Pero dime niño qué tanta vela
apura el camino y fácil llegas.
Miles de abrazos ofrece tu gente
y un beso de madre para la frente.

Que se viene el niño, nana, nanita
yo no soy tu madre, pero sí abuela,
esperé a tu padre con tanto empeño
que serás tesoro para mis sueños.

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Por Florencia Luz Muñoz

Ilusiones...

El vacío de una ilusión deja huellas
en el desgarrador destino de
una mirada efímera,
un beso inalcanzable,
un encuentro imposible.
Bajo el manto que abriga la luz del tiempo,
dispuesta a asumir los riesgos que se crucen en el futuro,
aguardo lealmente a la orilla de un puente ausente
lleno de inquietud y curiosidad por arribar a la realidad.
Embriagada de esperanzas inútiles que atraviesan mi espejismo
me pregunto si en algún instante de esencia pura
el deseo podrá derribar el laberinto de ilusiones de doble filo
y así finalmente podré salir a recorrer nuevos caminos.
Sin embargo, continúo perdida en mi reloj de arena,
y trato de conformarme con una simple ilusión solitaria
que siento a mi alrededor.

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Por Anne I.Duarte

Túnica Carmín

Una flor pequeña
de pétalos carmín
que no se puede ver ni oír.

Camino a la eternidad,
el miedo su refugio
como capa y escudo los más grandes orgullos.

Sendero lento y doloroso.
Guerras esperan por ver,
campos compuestos por dolor sin reconocer.

Mentiras y falsedades, hermanas aliadas.
Lágrimas y súplicas, primas lejanas.
No cesa el andar, nadie la para.
Jamás abandona sus batallas.

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Por Carina Castelluccio

Oda al amor

De esto se trata el amor,
creer, perder, salvar,
por si acaso,
acallar la pasión,
justo en esa envidiosa edad
donde se escurre en el tiempo.

Abrazo con fuerza,
que pasa en la vida,
abrazo furioso
que ahoga en llanto las fuerzas del devenir.
Amor, amor, amor,
estado idílico
donde la renuncia no es dolor
y la aceptación es la salvación.

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Por Eliana Roiger

El secreto mejor guardado

Permanecerán los recuerdos intactos
como imágenes fijas en la retina,
de aquellos mágicos instantes,
donde solo el reloj camina.

Quedarán los silencios atesorados
en la piel de dos cuerpos embriagados
del aliento que llenaba el espacio
con"el secreto mejor guardado".

Las palabras se desvanecieron en el aire
de la noche que escondía su misterio.
Las miradas se entrelazaban sumisas
camuflando intensos deseos por sueños etéreos.

Perdurarán las caricias sin tacto
y marchitarán los besos sin labios:
cuando la razón impone sus reglas
y el amor deja sus huellas, como resabios.

Flotarán los desenlaces de un cuento
que la marea arrastró indefinida...
por temor a sucumbir en el intento
de enlazar dos nombres en una sola vida.

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Por Dolores Fernández

Hoy

Hoy me marcho a París envuelta en gris
de invierno. Abandono la pena de la espera.
¿Por qué nadie nota mi tristeza,
que se vuelve escarcha en mi mirada?.
Apuran los placeres,
para luego parir sus propias penas.
Estoy desangelada, como muerta,
tanto que si fuese una escritora famosa
me sentaría al borde de mi tumba,
a leer las notas de los diarios.
Soy tan anónima que no dará para obituario.
En días, se pondrá de moda el verde de los brotes,
yo sigo de gris en este invierno gélido.
No quiero sonreír maravillada
ante la naturaleza generosa,
que viste a los árboles añosos con flores nuevas.
Hoy al despertar me pregunté :¿quién está muriendo?,
quizá la niña de mirada dulce, o el poeta
que escribe a la sombra de mi alma?
Hoy me marcho a París sin equipaje.
no llevaré mis libros, nadie los tradujo al francés.
Dejaré los anteojos al lado del espejo,
Quizá, me regale una sonrisa.
Estoy triste, tanto que ya no importa
que mis preguntas no tengan repuesta
y mis respuestas no sean escuchadas.
Hoy me marcho, envuelta en gris de invierno.

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Por Luis Elorriaga

Poesía Capitulada

Una tarde gris

I
El viento araña el rostro vacío
las manos quietas en los bolsillos
se dejan llevar junto al resto.
Una tarde desapacible, gris, tormentosa
que obtura el alma
y grita aquellos miedos.
Más allá la calle y los árboles
con sus hojas revoloteando
moviendo las nervaduras de aquí para allá.

II
Sumergido en la oscuridad
de la pena que carcome el alma
camino despacio, lentamente.
Las nubes también oscuras
pasean sus múltiples formas
calladas aunque en movimiento.
El horizonte casi negro
niega la luz tenue
que asoma en el firmamento.

III
No puedo más que involucrarme
en la quietud apesadumbrada
del invierno frío y cruento.
Me acerco a mi destino
y continúo padeciendo la negritud
del ruido fantasmal que escucho dentro mío.
Nada puede detener la caída abrupta
que ocurre cuando tropiezo
en la vereda levantada por mis errores.

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Por Ruben Gutierrez

Paciencia

Una palabra que cuesta entender
no entra en los códigos diarios
no existe en libro alguno
no lo encuentras en ningún diccionario.

¿Quién no tuvo paciencia?
¿Quién no la tuvo que perder?
¿Quién no la aguantó o la agotó?
¿Quién con ella no tuvo que aprender?

Paciencia para caminar
paciencia para hablar o gritar
paciencia para entender la justicia
paciencia para decir tu verdad.

Todos tenemos que tener paciencia.
Sin ella no podríamos vivir.
Vos tenés que tener paciencia
para que pronto vuelvas a sonreír.

No es fácil tener paciencia
Si miras desde el lugar en el que estás.
Dios tuvo paciencia cuando fue crucificado,
ahora te toca tenerla; para poder entenderla.

No olvides que hay alguien que tiene paciencia
que espera de tu mano caminar y correr
no olvides que un hijo y sin hablar
te espera para que juntos puedan crecer.

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Por Graciela Ruffini

Cartas Amarillas

Quedaron tus recuerdos en el callado silencio
dibujado en una estrella estas conmigo
de ti no puedo escapar te llevo dentro
estás lejos y siento que no te perdí.

Cartas amarillas a ti te nombran
vuelan sobre el jardín del cielo
ellas te cuentan mis sueños perdidos
en noches perfumadas de primavera.

Son tus besos que ciega busco
caricias cargadas de ausencia
a mi vida no has regresado
dejando vacía una melodía de amor.

Tus palabras puntal de mi cuerpo
ya no escucho partieron contigo
perdida, perdida y sin destino
deambulando por las calles te veo.

Embriagó tu amor mi alma solitaria
en tantos momentos placenteros
no estas, no me sigues, no me celas
como hojas secas veo caer la vida.

Con dos miradas nació nuestro amor
sin esperar el último beso te alejaste
tu fragancia en mi cuarto aún persiste
otro amor no he de encontrar.

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Por Claudia Guala

Solo ella...

Deambula por mis intersticios.
Se entremezcla con mi caos.
Cohabita en mis sueños
y colma mi paciencia.
Vuela, vuela sin rumbo
quedando atrapada
en mis profundidades.
Ríe y se escapa...
Vuelve una y otra vez
a hartarme con su sin sentido.
Se seca y brota
en sitios inhabitados.
Silencios despoblados
nos atraviesan...
hasta el instante del encuentro.

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Por Sandra Laino

Pintura olvidada

Sobre una gris acuarela del sendero
invierto pasos confundidos,
que no añaden si quiera un hilo
de color verde sorprendido.
Huellas marrones embarradas
de mis pies que siguen adelante,
mapa de un tesoro perdido
para algún otro caminante.
Un punto rojo prodigio
esboza en la orilla del olvido,
una gota de sangre que salpica
el ruido filoso del castigo.
Caigo, me levanto y sigo
sobre huellas que son de otro
que enlodan la misma ruta
de un amarillo destino.
Borro, ensayo y corrijo
con pinceladas frescas
la pintura existencial,
observo, callo y trato de escuchar.
Un sonido sordo, vacío
sospecho,
un azul siniestro tacha vertiginoso
el final del camino
que en vano intento evitar.

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Por Julia Mansi

Arrepentimiento

Los arpegios de la suave lluvia
desnudan amargos sentimientos.
Despojan, invalidan, lastiman
al cuerpo atormentado.

Las ramas invernales crujen
en los compases del viento,
quebradas sus hojas sepias
lloran como el canto de Orfeo.

Congela el frío desapasionado.
En tu interior quiebra el dolor
bloquea los caminos,
todo adormece el peso de la soledad.

Arrastras un amor adormecido,
añejo en un agrio recuerdo.
Renueva la esperanza su búsqueda
palpita sobre crujientes cenizas.

Ay... de ti que por amor no mueres
yaces por el camino al inframundo
la buscas cumpliendo condiciones
y desvaneces en tu cruel cobardía.

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Por María Mantovan

El tiempo

Inclemente y voraz
siempre a bordo del abismo
no hay renuncia posible
en tu rápido andar.
Filtras sueños y esperanzas
extiendes dolores y frustraciones
cambias el breve minuto de felicidad
por el infinito de dolor.
Amigo de la fuga
la noche castiga,
el día custodia
la barca sin rumbo.
Fiel como Romeo
impaciente como Julieta
prefieres huir
para no sentir
caer el telón.

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Por Patricia Moltedo

Tango Noche y Luz

¿En que esquina
estarás Buenos Aires?
¿Qué alero te arrancó de mi pasado
y te pegó en mi corazón?
¿Qué empedrado
me encontró
y me busca,
alterando mi derrotero?
¿Qué luz amarillenta y sin fuerzas,
alargará las sombras de un farolito
esquinero y sin nombre?
¿Qué paredes de Buenos Aires,
contarán mis amores?
que sostuvieron mis besos,
rojos y húmedos.
Noches iluminadas.
Movedizas.
Escurridas
en antiguas alcantarillas.
Perdidas para siempre.
En el Mar dulce
de la vida mundana
del olvido.

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Por Adrián Merel

Juego

Miro a la noche abismal, desafiante.
Es una ventana de pupilas.
Un alumbramiento denso y revelador
de frases abarrotadas de vacío.
De enjambres de voces que marchitan
las horas con ecos.
De ruidos insípidos, rutinarios
que transitan el destino
como pioneros perdidos.
Angustiosa agonía del futuro inapresable
Universo enmascarado donde basta un silencio
para que todo muera, para que todo vuelva a nacer.
Música inconfundible de la degradación de la naturaleza,
Camino danzante, luz áurea de cada latido

¿Qué pasará con las caricias de la manos?

¿Cuál será el rostro de las almas ingenuas?

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Por María Leone

Interrogantes

¿Cuándo fue que abandonaste el dulce "baby"?
para llamarme simplemente por mi nombre?
¿En qué momento, nuestros besos apasionados
se convirtieron en solo besos de cortesía?
¿Por qué ya tus tiempos no son mis tiempos
y el tic tac de nuestros relojes
comenzaron a danzar a diferentes ritmos?
¿Por qué elegiste el silencio
en lugar de contarme tus pensamientos?
¿Por qué ya no preguntas cuando me encuentras
con los ojos enrojecidos?
¿Desde cuándo, mi dolor no es tu dolor
ni mis desvelos son tus desvelos?
¿Por qué tus proyectos y los míos
no van por el mismo camino?
¿Por qué ya no reímos de las mismas cosas
ni sufrimos por los mismos motivos?
¿Qué terremoto grande tendremos que sobrevivir
para que se acomoden las piezas y
juntos, retomemos el sendero para
poder así cumplir, con aquello
que en el altar nos prometimos?

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Por Sergio Omar García

Flores en el balcón

Con perspectiva refinada y contorneada,
de rasgos curiosos y anticuados
se dibujaba una ciudad de matices grises.
Vigilando y esperando el sol de la mañana
se asomaba en aquella esquina, el balcón
adornado y coqueto de un viejo caserón,
que guardaba los secretos de cuanta ida
y venida de peatones distraídos y aburridos.
A lo alto, y con aire de bacán mira el pesar
del tiempo que corre desgastado a sus pies
en esas baldosas rajadas de senil arrugas.
Pasadizo de ilusiones y refugio de aguaceros
impensados y de besos noveleros.
En la siesta escolta el vocinglero de lo niños
de la cuadra que corretean sin tregua.
Sigiloso pasa inadvertido por los ambulantes
que no estiman su distinguida fachada que
día a día se alinea galante
y en silencio lo ornan, flores en el balcón.

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Por Gustavo Zaya

 

Tantas caras tiene el ser
que no quiero saber…

Cara de esperanza, de soñar,
de escribir sobre la madera de un carpintero,
cara de horror, en holocaustos confusos.
La vejez en el marchito amanecer.
El bebé, que hace claro al crepúsculo.
El orgullo a punto de estallar.
La soberbia, incólume
frente a las lágrimas de la verdad.
Cara de hambre.
Cara de niño con llanto de hambre,
La más pura, la más mortal,
llena de pobreza y humildad.
La última cara,
la que lleva el dolor, porque ha perdido el corazón.

Tantas caras tiene el ser
Que yo quiero saber…

¿Cuál es la cara de Dios?

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Por Norma Vinciguerra

Universo

Trágico eclipse de
los sueños terrenales.
Mar de asteroides
que giran incesantes.
Almas en busca
de una nebulosa espiral.
Seres que sufren,
mueren o enferman.
En el centro: vos y yo
emergidos de la nada.
Llevados por Pegaso*
hacia otra galaxia,
donde no alcanza
ningún astrolabio.*
Entregados a Héspero*
como Dioses Olímpicos.
Envueltos en la
energía de Antares*
Aferrados a la breve
luz de ser felices.

* Pegaso: Mit. Gr. Caballo alado nacido de la sangre de Medusa cuando la decapitó Perseo. Zeus lo colocó entre las estrellas.
* Astrolabio: Instrumento para medir la altura de los astros.
* Héspero: El planeta Venus cuando a la tarde aparece en el Occidente.
* Antares: Estrella de primera magnitud de la constelación de Escorpión.

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Por Edith Migliaro

Los secretos

Los secretos silenciosos
se ocultan en tus sueños.
Los secretos divulgados
en tus pesadillas.
Los secretos miserables
envejecen en el alma.
Los secretos verdaderos
mueren en tu boca.
Los secretos pequeñitos
se divierten en las charla.
Los secretos importantes
escondidos en tu mente
se escapan por tus ojos.

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Por Analía David

No deberían existir

No deberían existir los finales, o al menos este final.
No lo quiero, me resisto. Pero allí estás diciéndome que te vas,
que otros caminos se abren ante ti y en ellos yo sólo seré ausencia.
Que ya no tienes nada para darme, ni esperas nada de mí.
En mis fantasías el final no existía, sin embargo está aquí, frío,
indiferente e impaciente, sabemos que a todo final le sucede un comienzo.
Cierro mis ojos, trato de desdibujarte, pero mi alma aún te escucha
y la lucha se torna feroz.
Lloro, me revuelco en mi dolor pero ya no me ves.
Estás corriendo hacia una nueva historia.
No deberían existir los finales, o al menos este final.

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Por Elizabeth Naré

Alma Discreta

Camino en la noche
a la luz de la luna
y el brillo de las estrellas.

Pensativa y discreta,
embriagada de la frescura nocturna
continúo mi andar.

Me detengo un momento
siento mi corazón latir
y a mi alma crecer.

Me volteo de inmediato
Una luz me ciega
y un calor me penetra.

Abro los ojos
miro el horizonte
y allá a lo lejos, un ángel me responde.

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Por Maribel Podestá

El Muelle

Viaja el marino en la humedad del barco
los aves rayan de amor el cielo perfumando.
El sol que atisba un desenlace.
La mente argumenta y el amor irrumpe
el muelle sin sonido.
Fuerzas trascendentales
enredan los cuerpos sin sexo
y escapan a la mar.
El tiempo es la brújula de la luna
arrojada a los sueños.
Ojos que miran los míos,
instalan una sola sombra.
El amor viaja crepuscular
al lejano destino.
Inundado de color
el muelle espera ¡ahora!

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Por Victor Del Duca

El demonio en el espejo

Temo despertar en el espejo de tus días
y en las frías rocas del infierno en que me atrapas,
temo despertar porque al dormir afino en arpas
la sed de tu fuente que difunde melodías.

Oh, nocturna razón que cual Virgilio me guías
en este paradero de cofres y de mapas,
seré el anclado bajel del sitio en el que zarpas,
seré el alimento que han dejado las arpías.

Herético camastro que hoy te vistes de diablo
para atrapar en redes palabras fugitivas
en el mar que cede ante la comunión que entablo.

y en la luz solar que en la agitada noche esquivas.
No quiero llorar por la derrota del vocablo
ese germen que dibuja en mí alas agresivas.

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Por Ana Zamulko

Vigilia

Rojo, el rojo crece.
Se expande.
Los gritos y las corridas no lo pueden.
Pájaros espantados huyen de tu mirada
y se cobijan en mi pecho.
Te arrebatan de mí.
Quedo parada en el silencio preguntando
si será perderte.
Las toses perforan la noche,
y en su espesura sin bordes
tenazmente espero la hora de verte.
Y a esa hora donde todo comienza
tu sueño me ensueña.
En el bar de enfrente
El hombre devuelve a su ser, morosamente,
una a una las sillas
rescatándolas de su posición obscena, absurda,
mientras articula la rutina del qué se va a servir
impregnado del mismo frío
y la misma opacidad de este amanecer
que recibe mis lágrimas.
Calladitas, aliviadas,
Goteando en la negrura del café.

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Por Silvia Santilli

La tarde

La desnudez de
de la tarde
se confiesa
y se embriaga
en el sutil perfume
de los opalinos pétalos
de un rosal.
Sangra su alma
al sacar las espinas.
Se mece tristemente
en sus capullos
pidiendo luz a su camino.
Llora
ante los pétalos perdidos.

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Por Adolfo Velázquez

Resiliencia

Novísimo de ayeres
longevo en desamparos,
alternando derrotas
con "falsas ilusiones"
igualmente espero...

Actuando para seguir,
cansado de caminar
mil máscaras de reír
y ninguna de llorar,
igualmente espero...

Ya sin fuego original
con la idea de partir,
que es lo mismo, que quedar
si no tienes "El Lugar".
Soy ofertorio sin dios,
condenado sin verdugo,
regalando corteza y cáscara
que no puedes perforar.

Sin apetitos urgentes,
nutriéndome de a - migajas
con herencia de oquedades
en este cuerpo atrapado
ya no creo, pero espero...

Admirador del pantano
y horizontes enlutados,
desafecto de dulzura.
sin barcaza zozobrado
ya no creo, pero espero...

Desertor de mi utopía,
sin redentores a mano
jugando para el equipo
de corazones ajados,
soy deuda de la creación
la ofrenda y el asesino
"al árbol, que se ha secado
leño, y fuego es su destino".

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Por María Elena Ortíz

Invierno

Aunque es invierno en mi pueblo
de ventiscas y lloviznas
fue un latigazo muy fuerte
que hizo enmudecer el río
de mi almohadón arenero
para quedarme dormido,
mirando fijo hacia el techo
tachonado de luciérnagas
humedeciendo mis ojos
que de tanto resplandor
casi me he quedado ciego.

Lucerito de la noche
has martillado mi frente
y entre la arena y los sauces
he recordado los tiempos
de mi juventud pasada,
y ahora he regresado
al país de mis ancestros,
con sufrimientos ajenos
propios los hice mi en mi carne
que añoré desde el recuerdo.

Por eso en este retorno
de madrugadas de invierno
me enmudece la alegría
de encontrarme en este suelo
que fue el suelo de mis padres
y también de mis abuelos,
que han tenido sus desvelos
al ver alejarse a su hijo
que ha vuelto a su país de origen
y nos los encuentra a ellos,
han partido hacia otros mundo
tal vez más cálidos que estos.

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Por Marta Mutti

Tú decides

Suele pasar por las tardes.
Abres la puerta,
para esperar el claroscuro, o la lluvia.
Dejas atrás el silencio.
Es una desazón que te asalta
fuera del cronograma
y quiebra tu indiferencia.
Husmeas el hechizo violeta, añil, carmesí,
que ha pasado de claroscuro a nocturno,
y se ha instalado en tus sentidos
con promesas que prometen.
La habitación llena de ti
permanece muda.
Buscas refugio afuera
en el aire de la tarde noche
que apaga colores y enciende luces.
Tus ojos van de un lado a otro,
no dejan de mirar.

Tú decides,
un cuarto desvestido de rumores,
alguna sonrisa desde un acrílico,
tus pasos solos en la calle, la plaza,
un café en una mesa junto a la ventana,
ó,
abres la puerta, sueltas los miedos
y dejas que la fantasía te habite.

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Por Analía Spataro

El grito del silencio

El horror hace que el niño
se sumerja en un sueño muy profundo.
Sueña con un mundo mejor,
libre de estructuras sin equilibrio.
Vuela niño, vuela,
mientras el mundo mira hacia otro lado.
Sigue dormido, se ríe,
parece felíz.
Temo el despertar del niño en hombre.
¿A quién le exigirá que rinda las cuentas?
Sigue dormido,
parece feliz,
sueña en silencio un futuro
hay un grito, existe un lugar.

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Por José Manuel Ortega

En pos de los caminos siderales

A todos los que estuvieron ayer,
y siguen aún hoy, por mi ruta,
en la intención cotidiana de vivir.


Ante la tarde estoy
sin premuras, ni esperas,
sin soledades, ni lamentos.

Por el camino de la vida
voy como todos.
Es una ruta obligatoria,
no hacen falta ni señales, ni flechas.
Dar el paso inicial
nos demanda la vida,
ante el pan, ante el vino,
de cara a las estrellas.

El sol arranca
perfume a las hojas del plátano,
y el viento se lo lleva
a otro lado,
¡qué importa!

Y, antes de caerse detrás del horizonte,
insolente me dice:
NO HACEN FALTA,
NI SEÑALES, NI FLECHAS,
SOLO ESTA LA AVENTURA
DE SABERLO TRAZAR.
Y deja que la noche me sorprenda
de cara a las estrellas.
¿Por qué ya no reímos de las mismas cosas
ni sufrimos por los mismos motivos?

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Por Cristina Kovacevic (desde Rosario)

Fantasmas


No logro acallarlos,
surgen y me invaden,
danzan y atraviesan
toda mi inocencia.
Me lleno de pena,
de impotencia, de ira
y hasta del presente
pierdo la conciencia.
Llego al desamparo,
al tumulto oscuro,
profundo y doliente
que es hoy mi existencia.
Rechazo tenerlos, pero me dominan,
me ganan, me toman
y soy lo que son ellos:
pasado, presente y remordimientos.

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