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   De Poetas...
 


de poetas

Por Teresa Del Valle Baruzzi

Luz

No asocies jamás mi nombre a tu tristeza,
ni midas la distancia de los pájaros que vuelan
entre las nubes,
buscando hacer sus nidos.
Aquí mi corazón
vibra al compás de un beso.
No asocies jamás mi nombre
a tu tristeza.
Simplemente búscame
en forma de mujer.
Esta MUJER, que ha
comenzado, a amarte.

Pesadillas (Poesía Narrada)

Miro ausente, acurrucada, desvalida y hambrienta de todo, desde un vagón de un tren que quisiera me depositara en las nubes. Levanto mis mojados cabellos por el llanto que desde hace bastante tiempo no logro sujetar, dejo atrás la casa de arena y la de los árboles escuálidos, semejantes a fantasmas que asustan sin permitirme ni siquiera admirar la suave policromía. En la casa de arena construí solo recuerdos, ahora astillas dolorosas del pasado. Mis ojos sin respiro, en la masa negruzca de esta inmensa araña que me persigue, me persigue y me persigue.
Mi miedo enmudece en silencio, mi garganta quiere gritar y no lo consigue, mi voz se estrangula en inmenso borbotones, de entrecortadas ideas y gritos. Quiero volar y no puedo solo escapo en este tren y trato de alejarme. Siento pasos en la niebla, enmudezco, otra vez mis pesadillas, ya no una, sino cientos y cientos, grandes, pequeñas y diminutas arañas, que cubren mi cuerpo.

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Por Dolores Fernández

Musitando

Quiero decirlo,
aunque las palabras,
me corten los labios y
la sangre me ahogue.
Antes que los sonidos,
se pierdan en los médanos y
las paredes tiemblen de soledad.
Antes, que la gota de lluvia,
socave mi alma y siembre
de penas antiguas mi memoria.
Debo decirlo,
antes que la realidad,
borre tus huellas en la arena.
Antes que el hoy, encienda las alarmas.
Antes, de que me defienda del amor
y asegure que el áspero silencio,
de la casa vacía, es placentero.
Antes que olvide, el calor de un abrazo,
la caricia de un beso.

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Por Vanesa Ibarra

Resurrección

Todo aquel que ha caído,
me comprenderá cuando digo
que el vacío es como el silencio: infinito;
y que está tan sola el alma,
aunque el mundo esté acompañando,
como si nos volviésemos entes
protagonizando al espanto.
El que ha caído y levantado,
ave fénix resurgido,
conoce la experiencia, la vivencia,
pues la tristeza su sayo ha sido.
Sabe bien que fortalece el cuerpo,
se hace grande por los golpes.
Que víctima es de nadie, despersonalizando.
Que todo fue perfecto.
Que nada pasa en vano,
la sabiduría sana todas las heridas
y en su consciente oscuridad,
crisálida en mariposa,
se convierte en luz.

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Por Graciela Busto

El Abuelo

Observación del óleo: El Abuelo
Artista plástico: Osvaldo Montone

Ahí está el árbol llamado el abuelo
lo acompaña erguido su amigo el molino
cuántos secretos guardarán dormidos
de nidos con pájaros y de inviernos fríos.

Te llaman así por leyes de vida
tus nuevos retoños son crecientes hijos
fueron las semillas que diste a la tierra
para que mañana ella las devuelva.

Un sendero ilumina el alba
y darán su adiós las aves amigas.
No habrá estrellas ni nubes que adviertan
la suave quietud de tu sombra en siesta.

Tan solo el pintor pintó la figura
que expande su magia con toda dulzura
lanzada al aire dibuja su cruz
acaso ignora lo que piensas tú.

Soportaste tormentas y a veces afrentas
igual brindabas la sombra tan fresca
aunque ya no broten tus ramas añosas
serás algún día llama candorosa.

Aquella madera convertida en trozos
en las noches frías brindarán calor
Si alguno pregunta de la procedencia
sabrán que pediste ser un día luz.

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Por Norma Vicinquerra

Beso de despedida sin café

Bajo la luz tenue del amanecer permanece la humedad en nuestros cuerpos. Enredados en la seda de las sábanas, nos amamos hasta el final. Presos, desarmados por la furia caemos rendidos en el placer. Ella, se viste apresurada. Yo, miro como oculta las ondas que desnudé en la noche sin testigos. Fuera de estas cuatro paredes, recordaré, cuando apreté su cintura contra la mía, cuando deslicé mis labios por el cuello, cuando bebí hasta la última gota de néctar. Ella, saldrá primero con el rostro oculto y sin mirar atrás. Yo, me iré con el amargo sabor del beso de despedida sin café.

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Por María del Carmen Cárdenas

Vivir en mi Pueblo

Yo vengo de un pueblo
donde todavía
hay sauces llorones
calles empedradas
jazmines del cielo
que asoman por las rejas.
Perfumes de azahares
en veranos mansos
y naranjas en el aire
al alcance de las manos.
En mi pueblo hay ternura
abrazada a las vueltas
de una calesita
que se olvidó del tiempo.
Muchachos que partieron
un instante antes,
madres que los buscan
aún, en el Colegio.
Y abuelos que cuentan
historias al viento.
Dios vive en el centro...
Dicen los que saben...
Porque no tenemos
teatros ni subtes,
Richmond ni Florida,
Corrientes ni obelisco.
Pero cuando hay brisa
y una Santa Rita
te acaricia el pelo
es Dios el que añora
vivir en mi pueblo.
Nosotros, sabemos...

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Por Christean Cabrejos

La vida en un instante

Amo la música
la música sin amo.
Amo la vocación melódica
como las melodías vocales.
Amo leer tu poesía...

Aun cuando no sea tuya...
Aun cuando no escribas...

Amo leerte.
Amo también lo percusivo
porque percusiva es mi sangre
lleva el color de los sonidos,
mi latido.

Si un día ciego, no pueda leerte...
Si sordo ya no pueda escucharte...

Imantado me acercaré hasta ti,
con las caricias que descubren,
comenzaré a tocarte,
reinventaré el quererte.

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Por Carmen Florentín

Qué solos estamos

Qué solos estamos
en la manzana de la soledad.
Ni tú, ni aquel, ni el otro
sienten que estamos vivos
En este mundo que nos traspasa
nos inunda, nos ciega, nos amaga
Si no hay unas palmas, unos brazos
que al rozar acompañados de voces
nos susurran al oído no te quedes solo,
es amarga la manzana de la soledad.

 

Se hizo la noche al mediodía

¡Una hendija, dejen una hendija!,
pides a quien no escucha,
para qué la quieres si afuera quedó el sol.
Por allí no podrá pasar ni tu meñique.
Pero si me cantas quizás te oiré,
mi lento corazón grita ya tu vida no es vida.
Llenas la muralla con pasos apurados.
te veo y te escucho en todo momento,
antes moría por saber adónde ibas,
ahora que sé que no mientes,
dime: ¿es amor?,
porque extraño la tibieza
que no me entregan tus manos.

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Por Marta Rosa Mutti

Hasta alcanzarte (Poesía Narrada)

Mira qué largo ha sido el trecho.
Sí, aún no lo creo, así tan suelta, tanto que rozo tus velos.
Estamos frente a frente. Vaya, qué mareo. Creo que de los dos, tú te llevas la sorpresa.
Pensabas encontrarme jadeando. Y yo, sereno, entendiendo el juego.
Ni tú escapas, ni yo te sigo. Todavía, ella abriga mi aliento.
Se entregará, no sin dar faena tú sabes, la sangre bulle ganas y de a ratos, y si está de buenas, me atrapa.
La siento mía, sabe y huele como yo. Teme, goza, gime, ¡y ya!, sol y viento azul en la cara. La mesa tendida y el vino sonrojado. Los días y las noches temblando, porque me deje, negando que la dejo.
Está en mí, como yo en ella, hasta ahora, porque la dejaré esta mañana, acaso sea en la tarde, sin tiempo para una lágrima.
Seré yo quien la despida, luego aferraré tus velos y tú y yo, ahora amigos.
Muerte no te impacientes, calla mi boca y marchemos, hay tiempo para todo. Ella, irá por un hilo nuevo y tejerá otro camino.

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De poetas

 

Por Sofía Iglesias

Bubú I

Te agradecí en el libro, por estar.
Compartimos paisajes, climas y nueces.
Llegaste como una segunda hija
Pero no dejaste de ser perra.
Los paseos con vos fueron
durante algún tiempo
el intento de volver a ser
como al principio.

Bubú II

No quise dejarte en esa casa fría
Sin permiso de auto
Sin permiso de olor a perro,
con un educador severo
con una campeona de la salud.
Te abracé con mucha fuerza
y nos fuimos las dos
a la montaña de los gatos.

Bubú III

Hasta que llegó Georg
pensé que habías envejecido de pronto,
lenta y dolorida.
Él y la nieve fueron
tu consuelo y tu alegría;
yo, tu sustento.
Vos, mi tabla de salvación.

Muerte de Bubú

Con vos se me fue un gran pedazo de la vida
los ojos pícaros
la melena rubia
el ladrido fuerte y profundo.
Se llenó el día de silencios
y de nieve lisa.
Los días se hicieron neblinosos.
Aún no veo hacia dónde ir.

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Por Adriana Lorenzo

Tristeza

La tristeza asalta
sin desperdicio, el Cuerpo
no pregunta.
Habita indescriptible
quemando el Alma.
Soledad vacía.
¿Podrá alguna voz, de
cálido conduelo desterrar
las profundas amarguras?
No sabe.

 

Efecto

Palabra que llega,
Pero no queda. .
Ira y Bronca se infiltran.
Te atrapan, te encierran, te toman.
Como fiera adormecida
en los hierros de una jaula
te hundes en la impotencia
de un grito

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Por Edith Migliaro

Arrabal

No sufras más, que no lo vale.
No te batas a duelo con el maula,
que hoy la suerte de malevo no te ayuda
y morirás en el fango del olvido
de esa ingrata que encontraste en el burdel.

Así rezaba un viejo tango
que relata un mal amor,
entre un guapo de
dudosa valentía
y una hembra resignada
al destino que le tocó.

Ella nada prometía.
Las mujeres de la vida,
tú lo sabes,
entregan pasión con todo el cuerpo
Pero desconocen el amor.

Mas él, sin pensar, ciegamente lo creyó
y en una noche tormentosa
traicionado por su propia fantasía
abrazado al farol, acuchillado,
el desdichado sucumbió.

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Por Julia Mansi

Dolor

Quiero transitar por caminos cálidos
donde se escurra la luz del sol
ilumine a mi inquieta alma, la sacie
como cuando fuiste agua para mi sed.

Quiero escuchar dulces palabras
que recorran mi cuerpo todo mi ser.
Que vibren las fibras de mis entrañas
cómo cuando me amaste la única vez.

Quiero gritar al mundo y compadezca
a mis cansados ojos de tanto llorar.
Este dolor desangra la rosa
los pétalos caen, secos ya están.

Mi boca llena de besos amordazados
desfallece como la flor sin colibrí.
En cada succión un latido revive
liba el cansado néctar por última vez.

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Por Miriam Claudia López

Mundo

Portón negro, enorme.
Mi refugio, mi guarida.
Detrás adolescencia y adultez
mezcladas en débil equilibrio.
Proyectos, fuerza, rebeldía.
Hambre de futuro.
Metamorfosis inquieta, delirante.
Sueños de aire, sol,
de velas y timonel.
Yo, escribo.

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Por Claudia Guala

Dos palabras

Dos palabras
volaron por su mente.
Los silencios
torturaban.

Dos palabras
resueltas a decirlo todo
a despertar abismos
y recrear nostalgias.

Dos palabras
que se vacían
y se escapan
al mirar atrás.

 

Extraviarse

Cielo despoblado de estrellas
Orillas secas
miradas quietas
profundos vacíos
que ya no duelen.

Se abisma
Se teme.
Silencios y más gritos.

La búsqueda es el fin
El fin un retorno.

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Por Beatriz Fernández Vila

Poema

Los sueños
suelen gritar en otras latitudes
sabor que esquiva
esta verdad de esquina rota
que es todo mi universo.
Gusto a silencio
a árboles de agua
a mapas milenarios
y coros antiguos.
Extraño marasmo
que desvela la pupila alerta
y el párpado expectante.

Repetición de dioses efímeros
que huyen desde el asombro
al insondable borde
de todas las realidades.

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Por Sara Novas

Travesía

En la garganta de los pueblos
el desgarro retumba
encadenado el discurso
corona su pena.

La memoria cautivada
por los ancestros
estremece a la piedra
que se adueña
de un amanecer.

La libertad se astilla
en mis entrañas.

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Por Mabel Sobradelo

No responde

Por aquí todo está en sombras
la mano se ve oscura
los sauces que me rodean también
solo el río corre venturoso.
El viejo recuerdo
que la tierra egoístamente guarda
debajo de aquella cruz,
quise arrancarla
y lograr que escaparas
quise verte, solo un instante.
Egoísta,
la última vez tenías los ojos cerrados
y la boca sellada
te hablé, te pregunté
no me respondiste
no me miraste
pero como siempre
te veías elegante.
Siempre a esta hora
me acompaña la nostalgia
De fondo María Callas canta
un triste canción.

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Por Patricia Moltedo

Sopla el viento

La pelusa corre
a lo largo y ancho, grande
choca contra la pared.
Los perros saltan, miran,
por todos lados,
y al paseador.
La gente cruza la plaza.
La iglesia inmóvil a todo,
histórica.
Nada importa,
ni la corrida,
ni el amoral de sobretodo,
ni el reloj.
Nada,
sólo la pelusa.

 

Mal olor

Tarde,
gris.
Un moño festivo,
en el poste de luz,
alrededor, los residuos.

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Por Florencia Muñoz

Atada al muelle

I
Te conocí. Me hiciste ilusionar.
Me dejé llevar por el sentido común.
Me dejé llevar. Me precipité.

II
Descubrí que tenía sentimientos que sangraban
y puñaladas en mis ilusiones
acerca del primer verdadero amor.
Me descargué hasta llegar al precipicio del dolor
sin retorno atrás.

III
Traté de olvidar los eclipses vividos
y apagar mis esperanzas.
El polvo de nuestras salidas invadidas de señales
no se disolvieron en el aire
que respiran mis emociones
estúpidas e inútiles.

IV
Supuse que era el final del cuento.
Logré salir del túnel de la dulce desilusión.
Nuestra estrecha amistad se profundizó
como las rocas muertas
que fecundan en una nueva era.

V
Pisé de nuevo donde no debía.
Mi corazón se complota con mis nervios
y me traicionan cada vez que te veo.

VI
Atada a este muelle desierto
me siento en la orilla
y espero a que reacciones algún día.
Presiento que eso nunca sucederá.

VII
Sufro y disfruto al mismo tiempo
con nuestra amistad poco usual.
Mis deseos traspasan esta frontera
que construís y destruís cada vez
que me demuestras cariño.

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Por Juana Rosa Schuster

Ceguera

Busqué tonalidades y no vi el arco iris.
Busqué sonrisas y no vi a la Gioconda.
Busqué sosiego y no recordé los ojos de mi padre.
Busqué la lluvia y no recordé el poema de Jacques Prévert.
Busqué faroles en la noche oscura y no pensé en las luciérnagas.
Busqué la primavera y no vi la crisálida convertida ya en mariposa.
Busqué la paz espiritual y no pensé en ese cuadro de Monet.
Busqué la sabiduría y no recordé las palabras de mis abuelos europeos.
Busqué tu pecho contenedor y no pensé que otra mujer ocuparía un lugar que fue mío.
Busqué una barcaza que me acercara a una dársena más feliz y no la encontré.
Sigo buscando. Como un perro sin dueño. Como un náufrago en el mar.

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de poetas

Por María Leone

Quizás mañana

Juega, niño juega
no tienes por qué saber
que cansada de desatinos
la tierra ha gritado fuerte,
miles de muertos han de haber.

Baila, niña baila
no tienes por qué saber
que el mar, no quiso ser menos
y en pocos minutos
arrasó con la vida él también.

Canten, niños canten
no paren de alzar la voz
que el canto sea esperanza
quizás los dioses perdonen
y la vida otra vez renazca.

Niños del mundo y el de tu interior
jueguen, bailen y canten
es tiempo de cambios y de aprender.
Recen, mediten, respeten,
la Madre Tierra lo va a agradecer.

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Por Silvia Vázquez

Espectros

Suena en mi cabeza
un nombre,
como el badajo suena en las campanas.
Lo repito una y otra vez
y lo prohibido se hace luz
cuando despierto.
¿Qué eres? ¿Dónde vas?
Me preguntan mis recuerdos al unísono.
Sin rumbo, mi vida se torna niebla
y ningún camino
me lleva al final.
No sé cuando, ni donde
terminará el martirio.
No sé cómo desvanecerme en el aire
para poder revivir sin tormento
las horas a ciegas.
No reconozco aún quién eres.
Solo sé que estás ahí
dentro de una caja de memorias
que nunca existieron.
Caminaré hacia el sol
y descubriré más tarde
que no existes.

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Por Silvia Santilli

Corazón (poesía narrada)

Dicen de mí que soy una máquina perfecta, me comparan con el motor de un auto, los dos mantenemos los cuerpos en movimiento.
He sido protagonista en la literatura y el cine, soy responsable de las emociones humanas y conocido en todo el mundo como el símbolo del amor. A veces estas rupturas pueden alterarme, pero sé que el sexo me beneficia.
Alguien dijo que soy capaz de hablar del interior espiritual del hombre y sentir en mi pecho el dolor y las emociones.
Soy un instrumento con muchas cuerdas y si deciden hacerlas vibrar nunca saben lo que puede pasar. En mí se gestan las grandes aventuras y las decisiones que comprometen la existencia humana.
Soy un campo abierto a la semilla del bien y del mal, tengo que estar en constante vigilancia para que aquella, no sea ahogada por esta.
La esperanza fluye eternamente en mí y con solo trescientos gramos rivalizo con el cerebro.
No se olviden que aunque mi voz calle la muerte, yo seguiré hablando.

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Por Mónica Serpa

Nace un poema

Las letras con rumbo
aliento, y vida
revuelcan volcanes
con pares, con risa
con vuelto, aliento…
Las letras con rumbo
se van, y no…vuelven
como la niñez
con risa y con vida.

poemas en miles
revuelcan diamantes.
diamantes espejos
soñares y llantos.

poemas, en miles
poemas con pasos
y huellas que dejan
en su caminar.

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Por Olga Tasca

Viento

Ondulas las aguas del río,
las encrespas,
cantas y levantas
las olas del mar.

Qué voz tan llena
y sonora tienes,
te deslizas por las
copas de los árboles.

Juegas con las hojas
secas que caen en otoño,
llevándolas a pasear
donde quieres.

Silbas por los ventanales,
y en las rendijas de
las puertas, con
sonidos ululantes.

Impulsas las nubes,
que huyen o
se juntan apiñadas,
como dispersos
rebaños de ovejas.

Cuando te enojas
te elevas como hongo
gigantesco que arrasas
y destruyes a tu paso.
¡Oh viento!...
variadas y misteriosas
son tus acciones.

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Por Víctor Del Duca

Libro

Solo exijo al fantasma de tu aliento
la paternidad de mi augusto niño,
ese que llora reclamando al viento
amor, heterodoxias y cariño.

Ese que fue caprichoso alimento,
del húsar fatal, desnudo y lampiño,
ese que fue a la vez fábula y cuento
en esta guerra de truhanes guiños.

El tiempo reclama voces calladas,
al joven y lerdo maniqueísmo
que habita en sus encías desdentadas

prisioneras del fálico egoísmo.
Ya en sus páginas fugaces y amadas
se verá como combate al abismo.

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Por Hilda Trezza

Tan callado

Ignoro qué me pasa
qué hace que mi vida se derrumbe,
mi cuerpo se resiste, tiembla
el fragor de la guerra vuelve a mi memoria,
tratan de hablarme, pero mi mente enloquecida
hace agonizar mis pensamientos
Esa noche, cierta y clara
vendría silenciosamente la muerte
hasta mi sangre sumisa
ella, calladamente dormía
su grandiosa valentía.
¡Quisiera huir, perderme lejos del olvido!
Estoy cansado de ocultarme en las trincheras.
Perseguir sombras por la tierra
tenderme en el suelo con los ojos doloridos.
En mi delirio escucho a mi mente que dice...
¡Vuelan los pájaros, vuelan!...
Yo quiero huir, perderme lejos
allá en mi región dónde los altos álamos
tiemblan sobre el estanque de los sueños que me inundan.

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Por Sandra Laino

El Desvío

La vida, un día muy largo,
el hombre despierto
sonó que dormía.
Idiotez que estremece unas tripas,
necedad que entorpece respirar.
Respira y aun envejece
durmiendo ese sueño
que promete brotar.
Quien quiera que escuche,
tal vez solo oiga,
un murmullo de gritos
que liberan y ahogan.
Un mito de perpetuidad
una saga fantástica,
nosotros, los otros,
el viento y el mar.
Y prospera una tregua,
besos, abrazos
a cuenta de amargos ratos
que obedece tragar.
El tiempo se acaba
mas no aprendió nada
quizás a probar..
Afuera llueve
la gente pasa
el tiempo ¿sigue?.
De rojo la asfixia
el pecho le estalla,
sin prisa ni agallas
camina el final.
En entierro sin velos
se muere despierto,
cierra los ojos
y advierte el destino.
Desafió el día,
Soñó que vivía.

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Por Ana Zamulko

Piedras

Piedras tozudas.
Elementales extensiones del hasta aquí llegamos.
Piedras frente a las patas de los caballos.
Simples piedras frente a los escudos violentos.
Piedras del ya es hora, ensambladas en los puños cansados del silencio.
Ancestrales piedras.
David y su piedra calzada en la honda del no va más.
Incrédulas piedras de su propia fuerza atravesando la historia.
Piedras nada tecnológicas portadoras de la voluntariosa marea
de los hombres.
Multiplicándose, espejándose en los que vendrán,
reflejándose en los que las esgrimieron antes.
Poquita cosa las piedras para abrir la primera grieta.
Dibujar el sendero. Empedrar el camino.
Asombra su humilde poder acompañando
la idea, la palabra, el sueño colectivo, la esperanza.

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marta mutti
pefil Marta Rosa Mutti
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