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Marita Regolo, Las Toninas
Dos muchachas desamparadas. Dos hijos condenados por la sociedad aún antes de nacer. Desprecio. Explotación. Venta. Dolor. Desgarro. Búsqueda. Ausencias.
Película que denuncia el mercado de bebés en la época de la dictadura de Franco, España. Una monja, un médico y una red de impunidad que le ponía precio a la vida. De eso se trata el film “Niños robados”, miniserie de televisión basada en hechos reales.
Mujeres separadas de sus hijos por ser solteras y despreciables para una sociedad que condenaba esta condición. Tanto las ricas como las pobres estaban empujadas a abandonar al hijo de la vergüenza, con una sola diferencia: las de clase alta se ocultaban en los conventos u hogares especiales destinados para este fin, hasta dar a luz pagando sus padres suculentas sumas por la manutención de la madre, y las de clase baja eran las sirvientas de las anteriores para pagarse su comida y albergue. Pero el final era el mismo: la ruptura de la unión de las madres con sus hijos. Algunas voluntariamente, pero muchas de ellas obligadas, engañadas o presionadas por su entorno.
La acusación de este film es contundente en cuanto a que estas historias son apenas una muestra de lo que sucedió en la sociedad española por aquellas épocas. La hipocresía era la desencadenante de un mercado negro cuya mercancía era la inocencia recién nacida.
Para que exista un mercado es necesario que se manifiesten dos partes, la oferta y la demanda. Ambas caras de un acuerdo económico, una transacción por cierta mercadería o servicio.
La vida humana no cotiza en bolsa.
Paralelamente, otra película, “Philomena” narra la historia de una mujer a quien la Iglesia le arrebató a su hijo en 1955.
Philomena Lee, irlandesa y católica, fue abandonada por su familia por estar embarazada. Enviada a un convento junto con otras chicas en la misma condición.
Fue forzada a trabajar en la lavandería del lugar y sólo podía ver a su hijo Anthony, nacido en 1952 en Sean Ross Abbey, una hora por día. A los tres años el niño, fue dado en adopción sin su consentimiento a una familia estadounidense.
Philomena mantuvo el secreto durante 50 años, hasta que un día decidió buscar a Anthony con la ayuda de Martin Sixsmith, un experiodista de la BBC que la acompaño a Estados Unidos. Un recorrido que va develando la necesidad de la sangre de madre e hijo por reencontrarse.
Esta historia llega al cine bajo la dirección y adaptación de Stephen Frears, la interpretación de Philomena por Judi Dench,y Steve Coogan encarnando a Martin Sixsmith.
En la actualidad Philomena Lee tiene 82 años y se ocupa del proyecto “Philomena Project” que consiste en ayudar a otras madres a encontrar a sus hijos y que intenta conseguir que el gobierno irlandés determine una ley que permita abrir los archivos de niños adoptados.
Un artículo publicado el Jueves 5 de Junio de 2014 en TN.com.ar anuncia: “(…) Cerca de 800 esqueletos de recién nacidos fueron descubiertos en una fosa séptica, al lado de un antiguo convento católico de la localidad de Tuam en Irlanda, que albergó entre 1925 y 1961 a jóvenes madres solteras(…) Las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús también gestionaron durante años otras tres casas para madres solteras en sus congregaciones de Bessborough (sur), Castlepollard (al oeste de Dublín) y Sean Ross Abbey (centro)…el hallazgo de los 800 esqueletos es solo la punta del iceberg y sostiene que el Gobierno guarda en secreto los certificados de hasta 4.000 bebés que fueron enterrados en otras fosas sin identificar durante décadas.” La búsqueda de muchas familias continúa.
Philomena participó de una audiencia con el Papa Francisco en febrero del 2014, estuvo acompañada por su hija, Jane Libbteron, y por Steve Coogan quien afirmó en esa ocasión:
“Durante toda la vida me he sentido culpable por haber tenido un hijo fuera del matrimonio. No hablé con nadie nunca de esta situación. Solo lo sabía mi hermano. Y al encontrar al Papa, me sentí finalmente liberada, sentí que ya no debía sentirme culpable. Espero, y creo, que el Papa Francisco esté conmigo en la lucha para ayudar a miles de madres y niños que buscan la verdad sobre su historia”
Como ya sabemos, lamentablemente, la realidad supera la ficción. El cine es sólo un espejismo, una figuración de lo que sucede.
Películas como estas nos ayudan a reflexionar, a desnudar verdades ocultas, a soltar las voces de los que callaron y a comprometernos con la historia pasada y presente.
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