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Descubriendo a Miguel Cavia, actor, director de teatro, docente... y escritor

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TEATRO

 

Descubriendo a Miguel Cavia

Patricia Moltedo & Marta Rosa Mutti

Quien siga la mirada de Miguel Cavia, cuando actúa o cuando está al frente de sus clases de teatro, reconocerá y recordará a aquellos Maestros y Formadores apasionados, que ponen por encima de la profesión, la maravilla de la transmisión desde una gestualidad e intimidad cómplices para con el otro. Lo que genera una atmósfera de ida y vuelta que hace de cada obra que se trabaja un sitio propio, por lo que no pasará como algo más, sino que establece una pertenencia. Miguel Cavia, vive en San Andrés, Pdo. de Gral. San Martín, son muy reconocidos sus cursos en la Escuela Municipal de Teatro. Ha dirigido obras en salas importantes de Buenos Aires, a la calle Corrientes su nombre no le es ajeno. Un sujeto sencillo, con la mira puesta en una vocación y un modo de decir la vida, de quien hay mucho para aprender.

 

Miguel Cavia

1) ¿Cómo entró en el mundo del Teatro?

M.C: Es una puerta que se abrió en distintas oportunidades. La primera fue al descubrir un viejo ropero en casa de mi abuela materna, que contenía disfraces que habían quedado de un negocio de alquiler que ella tenía en Belgrano, en una época en la que me contaba que se celebraban fiestas en las que la gente utilizaba sus servicios de alquiler de vestuario o disfraces. En una siesta me vestí frente a los espejos, que para mí eran enormes y construí de esa forma, valiéndome de lo que generaba el abrir esas puertas espejadas de los sombreros, las capas, las botas, todas enormes para el tamaño que tenía entonces, pero que sin embargo, facilitaban escenas que yo inventaba, siendo yo el único espectador y siendo el actor que multiplicaba los personajes a medida que cambiaba las ropas.
Luego hay una segunda vez, en el colegio primario, en la que interpreté, no leí, sino que interpreté una poesía, delante de mis compañeros, recuerdo ellos sentados, y yo de pie frente a mi pupitre y esa fue la primera vez que experimenté el acto de exponerme, de agitar mi respiración de sentir la transpiración en mi frente y en mis manos, pero a la vez la atención que iba creciendo junto con el silencio.
Hubo otra puerta cuando asistí en mi adolescencia a una función de teatro en la que se representaba “Pedido de mano” de Antón Chéjov, y ahí descubrí el ámbito del teatro, no solamente los actores y el público, sino también las luces, la escenografía y quedé impactado. Más adelante, fueron mis maestros de teatro, y las clases a las que asistía, las que consiguieron el que reconociera la enorme cantidad de estímulos que conservamos en nuestro interior y que están esperando la oportunidad de manifestarse a través de este maravilloso juego.

2) Miguel Cavia es reconocido como actor y director, ¿cuál de estos roles como vocación tiene más sobre la piel y por qué?

M.C: Un personaje de Chéjov dice: …“Solo Dios, sabe cuál es nuestra verdadera vocación”… Intuyo que es la actuación porque al actuar experimento una profunda sensación de vivir.

3) ¿Cómo es elegir cuál obra es la adecuada para llevar a escena?

M.C: Un proceso que se va construyendo con impresiones surgidas de lecturas, de imágenes que proporcionan las escenas, y de algo que uno suma de lo que tiene ganas de hablar, del querer compartir un universo que nos propone un conocimiento, un aprendizaje, el tratamiento de una temática que alimente la posibilidad de crecer e imaginar aquello que, sin la obra, no sabemos que existe en nosotros mismos y en los otros. Uno tiene una intuición desde la dirección y hay un camino que recorrer junto a otros y el hacerlo en conjunto y el ver a lo mejor si el proceso del elenco permite que el material germine completarlo junto al espectador y en cada función renovar la motivación que te llevó a hacerlo. Todo creo que tiene que ver mucho con la capacidad de descubrir la escucha interna y externa.

4) A la hora de decidir por tal o cual obra, el criterio que sigue ¿responde a momentos sociales, tendencias, modas o cultura abierta?

M.C: Hay una influencia de todo eso, que es inevitable, pero el hecho artístico, creo que obedece a un algo humano, que cada uno de nosotros necesita y no siempre se consigue comunicar.

5) Produce cambios en los textos interactuando con los actores, ¿nos puede dar un ejemplo del por y para qué?

M.C: Hay materiales que lo permiten, hay materiales que lo necesitan, hay materiales, creo, que lo piden. Un autor resume, con sus palabras, una intención que la teatralidad renueva, modela. La búsqueda, el misterio, son parte de este juego; y la palabra escrita es la materia prima. Toda materia prima se ofrece para ser modelada. A veces, la libertad se encuentra en el hecho de ser un esclavo del texto, tal cual fue escrito, y otras, de ser posible, esa materia prima produce un estallido en el cual algunas modificaciones a mi entender, lo benefician. En otras oportunidades el texto, peca, por su extensión de querer explicar, algo que el actor produce, con menos palabras, o en su gestualidad, o en sus acciones físicas.

6) Dirigió a grandes como Alfredo Alcón y Norma Aleandro, esto sin duda generó una ida y vuelta, ¿qué guarda de esta experiencia el Cavia actor y el Cavia espectador de su rol como director en este caso?

M.C: En principio, la enorme movilización y el agradecimiento a la posibilidad de haberme encontrado a estos enormes actores a los que había conocido como espectador, yo venía de dirigir a Federico Lupi y a Julio Chávez, en “El vestidor” y eso me dio como una base y por continuar mi viaje como hombre de teatro. Un día estaban invitándome a que los dirija en una obra muy dura, como es “Largo viaje de un día hacia la noche” de Eugene O’Neill, digo dura, porque el autor, haciendo referencia a su propia familia, reúne a los personajes en cuatro momentos del mismo día en donde en cada momento, revelan instancias afectivas atravesadas por el dolor que produce la imposibilidad que sienten de no ser lo suficientemente queridos.
Durante un año, casi diariamente, trabajé con ellos, desde las lecturas iniciales, los ensayos y las funciones posteriores y cada vez que lo pienso, lo recuerdo, se me agolpan tantas impresiones, anécdotas, cosas que se facilitaban de una manera, como solo estos instrumentos podían hacerlo, y otras en las cuales, nada nos asegura nada. El teatro es ese riesgo que como decía, Federico García Lorca, solo se produce cuando estamos en condiciones de no querer apoderarnos de aquello misterioso que produce la inspiración. Uno de los hijos de los personajes de esta obra que lo interpretaba Fernán Mirás, le contaba al padre, en un viaje en barco, él estaba en una red que llevaban los barco de vela, recostado mirando, justamente las velas desplegadas, en una noche estrellada y sintió que ese velo que oculta muchas veces, se corría por un instante, y permitía ver las cosas, y luego volvía a caer… Tengo la seguridad de haber aprendido como se aprende, no solo cómodamente.

7) El hecho de ser un formador, un hacedor de actores, sus clases de teatro, buscar las obras a trabajar, ¿despiertan o movilizan el director / escritor?

M.C: A medida que ha pasado el tiempo, he sentido que, como un poco ese velo, al que hacía referencia el personaje de O’Neill, me encuentro con expectativa de querer en esta etapa, quizá como cerrando un círculo que me vuelve a través de la posibilidad de escribir con esa escena solitaria, tan creativa, de ese niño mirando en el espejo a tantos personajes.

8)¿Tiene escritas obras de teatro?

M.C: No. Tengo, me doy cuenta, la curiosidad de escribir y quizás darme cuenta, como cuando una de las preguntas me llevaba a mi relación con Norma y Alfredo, de todo lo que aprendí, de cuantas cosas viví, de cuantas cosas no aprendí y no sé…

9)Elegiría a Chéjov, y en tal caso, tiene en mente alguna obra, ¿cuál, y por qué?

M.C: Chéjov, transmite a través de lo cotidiano, la experiencia del tiempo, en lo humano, es un alma su obra, que sería la vida sin alma y que sería el teatro sin Chéjov. Estamos preparando Tío Vania, en donde voy a estar en el lugar de actor y director, veremos…

10) Para cerrar, ¿puede citar algunas condiciones necesarias innatas o adquiridas que tendrían que tenerse o bien, buscar y desarrollar para ser actor? Y ya que nos tomamos la libertad de esta pregunta, ¿alguna recetita / alguna apostilla para tener como muletilla en caso de actuar y estar en el momento de la primera puesta en escena sobre el escenario de un teatro?

M.C: Tener la necesidad, como el hambre, como la sed. Tener la voluntad de aprender una y otra vez, la disciplina, la constancia, el respeto y la alegría.
La receta es prepararse, para estar preparado, es decir ensayar, organizar nuestras acciones iniciales en escena para que los nervios no te traicionen. Ponerte al servicio del cuento que estas contando. El personaje, nos enseña. Ser un aprendiz. Escucha, mira, toca, respira, disfruta…

 

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