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ARTE

 

El filete, Luis Zorz y Buenos Aires

Adolfo Velázquez

Luis Zorz

Luis Zorz nace en 1932 en Flores, y desde muy joven comenzó a trabajar pintando letras y figuras en una Buenos Aires muy distinta a la actual…
Nos dice: “cuando a principios del siglo XX se empiezan a pintar los carros, las empresas en sus chatas querían llevar su nombre. Barracas era la zona donde mayor número de carrocerías había: más chatas, más troperos - que eran los que ahora son fleteros-, había empresas que tenían hasta 70 vehículos… y un filete le tenían que hacer… el propietario pedía lo que quería y se empezó a popularizar poner el dicho. En los años 30 hubo prohibición de los símbolos patrios: no se podía pintar figuras como San Martin, Belgrano, o usar la banderita argentina que era tan típica del fileteado”…
Y remata la anécdota con un muy interesante dato: “el propietario de un carro pidió que le pinten a Gardel y lo pintó Paquito Aguado. Tuvo que pintar a Gardel a pedido. Y luego esa figura fue una avalancha total, todo el mundo pedía a Gardel, querían su estampa”.
¿Cómo aprendió el oficio?: “empecé a trabajar con León Untroy, que ya tenía trabajo con las carrocerías… él hacía el trabajo grueso, pero no iba a las casas a trabajar en forma particular, entonces me mandaba a mi… ”…
Sobre su arte: “el filete se caracteriza por líneas que se convierten en espirales, colores fuertes, el uso recurrente de la simetría, efectos tridimensionales. Luces y sombras. Su repertorio decorativo incluye principalmente estilizaciones de hojas, flores, pajaritos, dragones, banderines. Generalmente se incluyen las frases ingeniosas, refranes poéticos o aforismos chistosos, emocionales o filosóficos, escritos muchas veces en el lenguaje popular, el lunfardo y con la letra característica”. Y finaliza: “El filete es una expresión de Buenos Aires. Como esta ciudad se lleva en el corazón. Es un sentimiento”.
Y cierra: “Yo no soy un académico. Todo lo que aprendí, lo aprendí trabajando con los fileteadores. El café fue como una universidad. El café fue la escuela de todas las cosas como dice el tango. Transitábamos allí la parte más importante que tenía el filete, la del diseño, la del sello, del ornamento. Por las tardes nos íbamos a los bares a trabajar en los borradores de los dibujos. Era un Buenos Aires distinto, de casas bajas. Hoy se ha renovado, hay un interés por este arte”.
Uno de sus grandes momentos fue allá por los 50, cuando le ofrecieron pintar carteleras de espectáculos en el centro. “La calle Corrientes era característica por su diversión… era la <calle que nunca duerme>, la <flaca>, porque por su bulevar en el medio, pasaba el tranvía con gente que se saludaba de vereda a vereda.”
Allí conoció a muchos personajes de la época, como Enrique Santos Discépolo, y otras personalidades del tango. A través de ellos se puso en contacto con otro gran pintor argentino, Benito Quinquela Martín, de quien atesora varios cuadros en el living de su casa... “casi todos me los regaló él mismo”.
Pero sin lugar a dudas la mayor satisfacción de los últimos tiempos se la dio su nueva ocupación: “no tiene que ver con la edad, pero ahora voy poniendo las cosas donde corresponden. Hace unos años que me dedico a enseñar las técnicas del fileteado en el Foro de la Memoria en Parque Patricios, donde tengo muchos alumnos, hombres y mujeres, con varios jóvenes entre ellos… Tengo que tener continuadores, para que el fileteado no desaparezca.”

“Luisito Zorz es un loco romántico que dio vida y calor a un arte que anda sobre ruedas”. Benito Quinquela Martín (1973).
“Luisito Zorz sigue el camino de aquellos pioneros que en Buenos Aires - y supongo que sólo en Buenos Aires -, transforman en arte delicado, pero nada presuntuoso, su modesta artesanía de pintores de carros. Del filete pasaron a la voluta, de la voluta a la figura, de la figura al retrato, enriqueciendo las artes decorativas en las que abrevaron embelleciendo a la ciudad. Gracias, Luisito Zorz, por no dejar morir un arte tan nuestro, tan puro y tan querido”. José Gobelo (1978).

Luis Zorz

 

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