Miscelánea
   Por Horacio Faillace
 
Estoy apilando brazos sobre brazos, brazos de criaturas inocentes (o no tanto), pervertidos brazos de hijos de enemigos, brazos arrancados, desgajados, pertenecientes a cuerpos ya inertes e inermes, muertos por mi propio cuchillo, carneados con mis propias manos. Estoy apilando brazos sobre brazos y mi llanto no para de regarlos. Quiero una montaña de brazos sobre la tumba de mi hijo, de mi pobre hijito, que él elija desde abajo el que mejor se adapte a su tronco inocente. No lo tenía, no, cuando lo encontré. Ahora tendrá muchos y podrá elegir, podrá volver a vestir su cuerpo...Basta!!! Basta de palabras que no resuelven nada, que sólo se acercan a miles, quizás, ¿quién te dice?, con un poco de suerte, a millones de personas... Nunca a todos!!! El teatro, el arte, amigo mío, es elitista, sí, e-l-i-t-i-s-t-a, aunque te duela, amigo mío, aunque yo, a los 80, continúe escribiéndote, amigo mío, aunque te haga llegar mis palabras al través del papel, amigo mío, aunque te las traduzcan sobre una tarima, amigo mío, amigo mío, desesperadamente amigo mío, quiero recostarte sobre mis brazos, entretenerte entre mis manos, sosegarte a fuerza de palabras, palabras, palabras.
Basta!!! Basta de palabras que no resuelven nada...¿acaso las palabras resolverán mi joroba, mi ser diferente? ¿acaso las palabras resolverán la brutalidad de los de arriba? ¿acaso las palabras evitarán la muerte? ¿mi muerte? ¿la tuya? ¿la de los demás, amigo mío?

Las palabras no solucionan nada, amigo mío.

¿Sabés lo que soluciona todo, amigo mío? Te lo cuento despacito, pero no con palabras, amigo mío. Te lo cuento con el olor de Don Bosco, donde tengo mi casita. Te lo cuento con el dolor de la lejanía pero con la alegría del refugio, con el bienestar del silencio, con el sonido del amor que me rodea, tocando las obras de Juan Carlos, mirando las obras de mi hijo, acariciando las obras de su cuerpo, inventando palabras que reemplacen a las palabras que no dicen nada, para que mis nietos entiendan que las palabras no solucionan nada, amigo mío.

Las palabras no solucionan nada, amigo mío.

Los años han caído sobre mí. Se me han desmoronado encima. Me traen la incomprensión de mis textos cuando los escribía por primera(s) vez(ces), porque creían que las palabras tenían que ser reales, y mis palabras nunca fueron reales, porque las palabras no solucionan nada, porque yo escribía desatinos y silencios, escribía horrores para que vos los despreciaras, amigo mío, para que tanto horror te asqueara, amigo mío, como los brazos de mi hijito, amigo mío, como mi joroba, amigo mío. Por eso, convertía las palabras en pesadillas, demoraba las palabras en silencios, apuraba las palabras, las apuraba mucho para que se pisaran unas a otras, para contarte sin ellas el horror de los campos, de los muchos campos que dejaron sin palabras a la gente que ingresaba a ellos, que sólo escuchaban una música de bienvenida, que perdían la palabra junto con sus dientes, que perdían la palabra porque el gas separaba sus letras y no se oían más que gemidos, ayes o pieles arrancadas con uñas de no saber qué pasa, me estaré durmiendo acaso, desaparezco quizás, todo se ha vuelto oscuro como mi boca de donde ya no salen más palabras.

Querían que mis palabras fueran reales. Si la realidad no cabe en ninguna de ellas, ni siquiera en todas...

¿Sabés una cosa? A los 80 la vida se me ha caído encima haciéndome perder también a mí los dientes, cambiando el color verdadero de mi pelo, grabándome surcos y estrías, achicándome, congelándome en invierno, no soportando ya los veranos, pero no he perdido la atención de lo que me dicen las cosas, pero no con palabras, amigo mío, no con palabras...

¿Sabés algo, amigo mío? ¿Te imaginás cómo me hablan las cosas? Como te estoy hablando ahora a vos, amigo mío. Acariciándote, rememorándote, amándote, recorriéndote, despertándote, adormeciéndote, llorándote, riéndote... ¿Viste cómo se descomponen las palabras, viste cómo van perdiendo sentido, cómo lo que leíste no te hizo nada? No pude acabar con tu pena, amigo mío, mis palabras no sirvieron para nada, no te pude arrancar de la muerte, que no te lleve, amigo mío, no pude construirte una casa, amigo mío, ni desarmar misiles, amigo mío, mis palabras no pudieron amarte como yo te amo, amigo mío, no puedo con las palabras entregarme, amigo mío, y vos no podés recibir mi cuerpo, amigo mío, ni recomponer el tiempo, amigo mío, ni besarme con palabras, amigo mío, ni acompañarme con palabras, amigo mío, para cuando yo viaje hacia el espacio infinito, amigo mío, infinito como son infinitas las palabras que he desperdiciado en este mundo, amigo mío.