Visitanos en:
Claudia Sóbico
Podemos percibir la poesía como estática. Palabras encerradas en una biblioteca o algún blog que ya nadie visita. O como brotes verdes. Llena de savia que empuja, crece y revienta en flor. Bella y potente, quieta solo en la apariencia, porque se impone y reclama su espacio. Como una flor que se brinda, ofrenda su aroma, se expone, se reproduce. Y se expande.
Hay palabras y hay música. Hay seres que las entrelazan, y hay poesía. Hay mucha poesía pensante rodando las calles de Buenos Aires. Poesía con los ojos abiertos, alerta a ver más allá de lo que devuelve el espejo. Hay poemas testigos y activos.
Hay poetas como Marie Gouric escribiendo sobre violencia. En su poema Ley 26.485, Marie se pronuncia, con la voz firme:
Para la palabra violencia hay imágenes:
Una cara envejecida antes de tiempo
como si un elástico le cruzara la frente;
Eso que te quiera decir como bailar,
de lo que te rías;
que si te pones la pollera
corta, el jean
ajustado
Que te haga callar en la mesa.
Que te haga callar en la pieza.
Que te haga callar cuando estés a solas con
esa que eras vos.
Rajá, tomátela. Plantate groso.
Parate de manos. Pirátela.
Cuando se te queme
el rancho
abanicá las ventanas.
Sacá el humo quilombero afuera,
Creeme
se puede levantar una
ciudad
en ruinas.
Hay poetas como César González (Camilo Blajaquis) que absorbe su alrededor y escribe sobre cosas de las que otros prefieren ni enterarse. En su poema Ferrocarril angustia, César dice:
Cabalga y galopea el tren
Carga en su espalda a la masa de trabajadores
Van callados y casi ahogados, soñando con bajar.
Al bajar vomitan miradas de odio
Vomitan todo su cansancio.
Naty Menstrual describe, a boca de jarro, el dolor que aun imprimen los prejuicios y la intolerancia a pesar de vivir en un país donde se ha legalizado el Matrimonio Igualitario y se ha aprobado la Ley de Identidad de Género. En su poema Mariquita dime tú, Naty dice:
Donde está la mariquita
la mariquita que sueña
que su madre la acaricie
y la disfrace de reina
El libro de poemas El sexo de las piedras de Fernando Araldi Oesterheld nos lleva a atravesar su historia (en vez de leerla), y en ella, la historia de otros hijos de desaparecidos, tal vez de la misma manera que él atravesó la suya. Fernando no construye el poema racionalmente, sino a tientas, envuelto en un abismo oscuro, acuoso, terrible.
Y es que en el retorno la sombra raya el sueño,
La última burbuja en que la forma de tu espacio
Es nada.
Soy de piedra en la ausencia permanente,
No pudimos resistir la oscilación
de la patria maldita.
Podemos percibir la poesía como estática, palabras propiedad de alguien distante que no nos tocan, ni nos conmueven, con una problemática ajena e indiferente. O como voces vivas que nos susurran en el oído primero y luego gritan caprichosas porque no se conforman. La poesía no nace para ser leída. Nace ante la necesidad de un escritor a quien empiezan a caérsele esas palabras y no las puede contener. Ante el amor y la belleza a veces, ante el dolor y el horror también. Nace humilde sin pretensiones, con el simple anhelo de aliviar ese impulso de escritura a veces. O nace para atravesarte, también. Altiva, como flecha urgente busca tu centro, pretende extremar tus latidos. Transformarte.
Hay palabras y hay música. Hay poesía viva.
avatAres apuntes literarios y algo más - Anuario de letras - Publicación de Avatares letras, Escuela de escritura - Comunicate: 011 15 40752370 - centroavatares@yahoo.com.ar