Miscelánea    por Marta Mutti
 

“La poesía es de todas las aguas claras la que se entretiene menos en los reflejos de sus puentes.”
René Char

La voz del poema es el encuentro de la palabra del hombre con la historia. Encuentro que no trata de conceptos sino de sensaciones, tonos, ritmos y vivencias. Es labor del poeta, recrear esta realidad aprehendiendo la palabra a la actitud y al momento del devenir existencial. La poesía es un juego peligroso indisociable de la vida, el encuentro en el que la creación se cumple dando y diciendo. Donde el hombre es quien la provoca y le da cuerpo, porque dice en ella, lo que el otro desea y lo que él desea. Y en el poema concilia la significación de las palabras con la búsqueda de lo misterioso en lo cotidiano. Entonces el poema refleja aquello que no se mira, canta lo que no se escucha y cuenta en todas las voces existentes, el rito infinito e inacabable de todo principio y fin. Cabe decir que las voces de la poesía se generan en ese origen para luego vivir un destino final en el poema. Existen porque en cada línea se habla y se calla. Se murmura y se grita. Se nace y muere. Se ríe, se llora, se ama, se odia. Pero nunca traicionan el ciclo vital en cuyo núcleo se agita el ser.
La voz poética representa un interrogante inacabable y el poema es la respuesta, que el poeta ofrece, cuando halla refugio en una casa, en un puerto o en la mansedumbre de una bahía. Es el momento en que la voz se suelta y la palabra engendra al poema y el hálito que le deviene de los dioses la hace ilimitada, porque anuncia al mundo ni más ni menos: la celebración de la vida.

Y uno aprende de Jorge Luis Borges

Y uno aprende...
después de un tiempo,
entre sostener una mano
y encadenar un alma.
Y uno aprende
que el amor
no significa recostarse
y una compañía
no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender….
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y que uno empieza a aceptar sus
derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno del mañana
es demasiado inseguro para
planes…..
y los futuros tienen una forma
de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende
que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar
que alguien le traiga flores.
Y uno aprende….
que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
y que con cada adiós uno aprende.