Mercado Lingüístico. Comunicarse, ¡de eso se trata!
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Cuando establecemos un acto de comunicación ponemos en juego algunos mecanismos que los tenemos naturalizados y a los cuales no les prestamos atención. Pero es bueno pensar la comunicación desde otros lugares para darnos cuenta que las palabras tienen además de un significado semántico y morfológico, una connotación de poder y de valor.
Pierre Bourdieu*,destacado sociólogo de nuestro tiempo, nos ayuda a analizar los actos comunicacionales como en un mercado lingüístico.
Si hablamos en estos términos tenemos que pensar entre otras cosas, en valores, capital, producciones, competencias y campos o escenarios diferentes.
En una relación dialéctica cualquiera de la vida cotidiana, establecemos conversaciones con diferentes actores sociales. Así por ejemplo los escenarios pueden ser una reunión de consorcio, una charla entre amigos, una reunión de directorio y un sinfín de situaciones más. En cada circunstancia e impregnados por nuestra cultura y nuestro contexto social, ocupamos roles diferentes y por lo tanto nuestra comunicación se establece también de maneras diversas. Cada escenario es un mercado distinto. Cada escenario es un campo.
El capital de cada persona, desde lo lingüístico, tiene un valor, un precio que está íntimamente ligado con su situación de poder. Podemos decir, por ejemplo, que un juez tiene el mayor valor en su capital lingüístico dentro del juzgado y es la máxima autoridad. Su palabra, asociada con su rango social, es dominante y el precio de la misma el más alto. Ahora bien, los discursos de ese mismo juez en una reunión de amigos, no tienen el mismo valor lingüístico y está situado en otro mercado donde se establece otra competencia lingüística con otras personas.
Cuando producimos un discurso lo hacemos en base a los actores con los cuales estamos interactuando y el capital que poseemos se pone en competencia con otros que tienen un precio en ese campo determinado. Son bienes simbólicos y necesitan del reconocimiento de ese valor para poder ejercerse. Siempre hay resistencias y grupos duros que frente a discursos dominantes, se rebelan y establecen otra forma de relacionarse con el instrumento de dominio de la lengua, que tiene su correlato y acción en lo social.
El poder lo poseen quienes tienen la facultad de tomar decisiones y son ellos entonces los que tienen el discurso que predomina y domina.
Una reunión entre primeros mandatarios es un escenario donde el capital lingüístico es igual entre todos y la tensión que se establece entre los participantes está directa e íntimamente ligada al poder y a la competencia, además de los intereses económicos y políticos.
En el hogar familiar también encontramos un mercado lingüístico que es único para cada núcleo social. ¿Quién tiene mayor peso con su palabra? ¿Quién establece las reglas? ¿Quién toma las decisiones y en qué áreas? ¿Quién obedece y a quien se lo considera rebelde por no seguir las pautas fijadas? Mercado, valores, competencias, precios, capitales… son algunos de los ingredientes para tener en cuenta cuando ponemos el acento en el análisis un acto comunicacional que produce valores simbólicos del lenguaje que van más allá de la decodificación y la interpretación de un discurso.
(*) Pierre Bourdieu (Denguin, 1930 - París, 2002) fue uno de los sociólogos más relevantes del siglo XX. Su trabajo se centró en los ámbitos de la sociología de la cultura, la educación, los medios de comunicación y los estilos de vida.
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