De cómo construir un Mundo Fantástico
Pintar también es una ficción.
Sicodrama, una escena espontánea
Albert Espinosa, el Ingeniero Amarillo de Pulseras Rojas
Santiago J. Roberts
Nombre del libro: La Sombra del Bosque (primero de una saga de 4 libros)
Nombre de la saga: Entre las Eternas y el Mar.
Autor: S.J. Roberts. Lic. en Ciencias Ambientales UBA
Brevísima reseña: Una extraña búsqueda, tres destinos que se cruzan y un mundo oculto que comienza a revelarse. Apenas las primeras gotas de una lucha eterna que intenta volver a filtrarse sobre la tierra que jamás volverá a ser la misma.
“La puerta de la habitación se cerró con un delicado empujón y un suave chillido metálico”. Con esas palabras tomó forma por primera vez el mundo que estaba imaginando en mi cabeza. Por aquel entonces no era más que una idea de un mundo, un mosaico de ideas desconectadas, de deseos, juegos y sueños, sobre un tapiz de negro vacío. Tal vez así suelen empezar estas cosas. Me puedo imaginar a un joven Tolkien escribiendo por primera vez la frase: “En un agujero vivía un Hobbit”.
En mi caso esta primera frase venía a ser la puesta en marcha de un conjunto de ideas y divagaciones de la imaginación que habían estado rondando mi cabeza desde muy chico. Por más que suene poético, estoy casi seguro de que un mundo imaginario no arranca de un segundo para el otro. Yo tenía algunos dibujos, bastante malos porque no dibujo nada bien, que me servían para dejar volar mi imaginación a la vez que le daban un pequeño marco de sustento. Creo que eso es lo que comienza a suceder con la imaginación a medida que crecemos, se vuelve más difícil de sostener. Así como en algún momento mi mente no fue capaz de seguir sosteniendo mi imaginación por si sola y empecé a dibujar, más tarde ni los dibujos fueron suficientes. Fue así que las palabras se convirtieron en los átomos con los que estaría moldeado mi mundo de la imaginación.
Después de ese primer impulso inicial de poner en palabras lo que había en mi mente, comenzó una etapa nueva. Una etapa sumamente divertida, en la que podía volver a jugar con lo más rico de la imaginación para empezar a darle forma al mundo que creaba. Había tenido algunos intentos previos de escribir una novela extensa pero había comenzado de una forma que a mí no me servía. Había empezado por enumerar los hechos para después completarlos con la narración. Al final, nunca completé la narración y aquel mundo nunca se concretó. Por eso cuando me decidí a escribir por segunda vez una novela larga, comencé de arranque con la narración definitiva. A partir de allí la historia se armaba sola casi una palabra después de la otra. Ese mundo al que yo quería darle forma había estado siempre en mi cabeza, por lo menos en partes. Había estado en mi cabeza al leer otros autores como J.R.R.Tolkien, C.S. Lewiss, J.K. Rowlling, C. Paolini, G. Martin, B. Sanderson y P. Rothfuss; y había estado en mi cabeza cada vez que daba paso a la fantasía. Ahora solo faltaba ordenarlo, ponerle nombres y definirlo.
El proceso de ordenarlo y definirlo fue bastante largo, algo así como cuatro años, desde que comencé por escribir aquella primera frase hasta que quedó prácticamente definido por completo. Repleto de entusiasmos y desilusiones viajó como un diminuto bote por un océano de ideas que intentaban conquistarlo con sus olas de pesimismo y realidad. Sin embargo aquel bote estaba impulsado por una fuerza que era difícil de detener. La pasión por imaginar, por crear algo mío, por tener un espacio en donde volcar mi mente.
De la construcción del mundo fantástico, personajes, historia, paisajes, dioses y reinos, suelo pensar que en todo hay algo mío. En el personaje principal hay cosas que yo he vivido, en el enemigo hay cosas que alguna vez he sentido, hasta en el paisaje que recorre estoy yo. Había momentos en que las imágenes que trasladaba al papel fluían de mi cabeza como si estuviera mirando una película. Otros momentos requerían de mayor esfuerzo. Necesitaba detenerme y forzar mi imaginación para que produjera lo que yo pensaba que se ajustaba mejor para aquel determinado pasaje de la novela. Supongo que la creación de mi mundo oscilaba siempre entre la imaginación pura y las ideas lógicas y razonadas que intentaban ordenarla. Muchas veces esa ideas lógicas era torpes refugios comunes que acartonaban la novela, otras veces marcaban el sendero perfecto para desplegar la creatividad. Así también la imaginación pura a veces moría, o solo conseguía llevarme una y otra vez a los mismos lugares. Creo que aprender a combinar estas dos herramientas es la clave para crear un mundo fantástico pero a la vez lógico y disfrutable.
Construir un mundo fantástico y a la vez lógico, era un objetivo principal. Este universo que yo definía tenía que desarrollar una estructura perfecta. Todo lo que consideraba importante tenía que tener una explicación. Esta premisa me llevó muchas veces a escribir cosas que en un principio no entraban en aquella parte de la novela. Cuando pensaba en un personaje con determinados poderes especiales, automáticamente me veía obligado a encontrar una explicación que respetara la lógica de mi universo y automáticamente la redactaba, para insértala más adelante en la novela. Esta fue una de las herramientas que me facilitó el desarrollo de la saga. Muchas veces esas explicaciones que escribía en un principio más para mí, servían como punto de fuga para enfocar la dirección de la trama.
De lo que estoy seguro es que a mi mundo lo fabriqué tomando muchas cosas de obras que me fascinaron, para combinarlas con algunas ideas propias que me parecía que una novela de este tipo tenía que tener. Yo veía más o menos dos grupos entre las Sagas de este género: Las que se focalizaban en lo universal, donde los grandes motores del mundo giran moviendo la historia, y las que se focalizaban en lo individual, donde los conflictos de un personaje en particular mueven la historia. Así en el primer grupo se me ocurre poner libros como: El señor de los Anillos, La guerra de las Tormentas, Las Crónicas de Narnia. Y en segundo grupo pondría libros como: Harry Potter, La saga El legado, Crónicas del asesino de reyes. En mi novela yo pretendía conjugar estas dos visiones, delineando fuertemente pocos personajes y a la vez generando un mundo donde todo transcurriera, que a la vez fuera personaje central en la saga. Quedará ver si lo he logrado.
Escribir una saga fantástica, es una empresa sumamente engorrosa solo encarable por quien disfrute de cada paso de la construcción. En particular yo disfruto del espacio infinito que me deja haber elaborado un mundo tan grande, para volcar casi cualquier cosa que tenga en mi cabeza. Disfruto de cada viaje que hago a ese mundo inventado, tanto sea para releer una sección por cuarta vez o para continuar escribiendo el siguiente capítulo. Disfruto ver ese mundo tomar forma y de alguna manera autodefinirse. Disfruto tenerlo allí para cuando lo necesito.
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