Mariana Enríquez.
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LITERATURA EN APUNTES
Bettina Casale Cervini
Esta exquisita y prodigiosa escritora nacida en 1957, cuyo verdadero nombre es Frédérique Audoin-Rouzeau, es una arqueóloga e historiadora medievalista quien asegura, al definir su arte, no escribir novela negra sino novela de enigmas.
Fred Vargas escribe desde hace más de veinte años y sigue siendo fiel a la editorial Siruela, aquella que confió en su primera producción literaria Les Jeux de l’amour et de la mort (Los juegos del amor y de la muerte) que no se publicó en español y que ganó en 1999 el premio de novela negra: “Festival del Cognac”. Sin embargo, esta enigmática mujer que se ha convertido en un fenómeno con su obra publicada en 35 países, no es tan popular en Argentina.
La falta de difusión de su numerosa producción es una pena porque su particular mirada a la hora de construir los personajes y la manera en que arma las historias como un puzzle nos invitan a consumir un policial plagado de misterios, muertes, seres urbanos y mediocres que conviven con hombres lobo y pociones mágicas; son historias que fluctúan, en casi todos sus libros, entre dos mundos: el actual, el contemporáneo, el de una ciudad como París, bella y sórdida aunque imprecisa, y el mundo campesino, el del campo, el de las montañas en los Alpes o el de los bosques de Quebec.
La dimensión humana de los personajes y las referencias intertextuales como sello distintivo
Las novelas de Fred Vargas están atravesadas en todas sus tramas por crímenes horrendos, bestiales, con pistas e indicios que no llegan a buen puerto, con testigos que no cooperan y con un equipo de policías comandados por Jean-Baptiste Adamsberg, un comisario bastante excéntrico.
Sus personajes merecen una mención aparte y, a su vez, son la vuelta de tuerca que reinventa la novela de enigmas. El comisario Jean-Baptiste Adamsberg es elegante, un artista que sabe dibujar un pato, un bosque o la escena de un crimen como nadie pero con una vida desordenada; es intuitivo, cultivador de amores ocultos y grandes detractores, padre abandónico y amante de los animales. Sin embargo, la verdadera revolución, el desvío que Vargas imprime es que recorriendo su producción literaria se percibe que sigue pautas heterodoxas, habitualmente no transitadas, que amplían la perspectiva del género y que incluso dan origen a una renovación; con maestría altera funciones, las refunde y crea otras nuevas.
Dicen que todos los escritores tienen obsesiones en sus temáticas y Fred Vargas no escapa a esa premisa: rompe con la tradición y lanza una mirada poética sobre la realidad y sobre los individuos, aunque no por ello renuncia a introducir en sus tramas un componente sobrenatural, ajeno al género, que es ya una seña de identidad de su producción.
Otra de las claves en la novelística de Vargas es la acumulación de historias, la presencia en una misma obra de casos coincidentes en el tiempo que además conviven con argumentos personales.
Entre sus novelas más difundidas y que pueden conseguirse en Argentina se encuentran:
La tercera virgen (2008); Sin hogar ni lugar (2007); Más allá, a la derecha (2006); Bajo los vientos de Neptuno (2006); Huye rápido, vete lejos (2005); El hombre del revés (1999); El hombre de los círculos azules (1996); Que se levanten los muertos (1995) y Los que van a morir te saludan (1994).
HUYE RÁPIDO, VETE LEJOS (2005)
– Sí, hijo mío, y me enorgullezco de ello. Ar Bannour era yo, «el pregonero». No había ninguno mejor que yo en la costa sur. Cada día de Dios, Ar Bannour entraba en un pueblo nuevo y al mediodía pregonaba las noticias (…)La gente vivía en el mundo, ¿y gracias a qué? Gracias a las noticias.¿Y gracias a quién? A mí, Ar Bannour, el mejor recolector de noticias del Finisterre. Mi voz llegaba desde la iglesia hasta el lavadero y yo conocía todas las palabras.
Y como en la novela, la noticia ya fue pregonada. Sólo queda la invitación a sumergirse en estas novelas de enigma con la esperanza de conocer también todas las palabras.
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