Apuntes Literarios
 

Lejos del liviano concepto que algunas personas puedan tener considerando a la literatura de humor como un sub-genero; el arte de contagiar risas impresas en papel continúa siendo un desafío al que no muchos escritores se han asomado.
Mientras la tragedia, en el frenético andar del mundo cotidiano, se vuelve peligrosamente rutinaria y nos regala numerosas excusas para la tristeza, el humor aparece como un salvataje hacia nosotros mismos. Y cuánto mayor es el reto cuando se trata de plasmarlo en las hojas de un libro a sabiendas de que una vez concluida la obra, pasa a ser patrimonio exclusivo de la subjetividad del lector y por lo tanto el escritor desaparece. Esto implica que: los tiempos, la espontaneidad y la sorpresa de cada producción, valores esenciales del humor en nuestra era audiovisual, dependerán de la percepción de cada quién y con ello el éxito de su efecto.
Popularmente se enuncia que “son personas inteligentes aquellas que han aprendido a reírse de sí mismas” y probablemente la verdad de este dicho radique en que el humor no solo entretiene, sino que también denuncia. Y lo hace con legítimos recursos literarios como un trazo sutil en ocasiones, con despiadada agudeza en otros casos, desde las esquinas de la ironía y la exacerbación de lo grotesco llevado a los límites extremos de la exageración. De esta manera pone sobre el tapete el conjunto de miserias colectivas e individuales de nuestro enjambre social, cultural y político y nos compromete a reconocerlo, aún en medio del estallido y la distensión de una carcajada.
El comediante Enrique Pinti es claro reflejo de este estilo. En un compendio crudo e irónico del devenir de nuestra identidad nacional ha creado algunas obras cuyo éxito ya había comprobado desde el escenario teatral. En Salsa Criolla, Del Cabildo al Shopping o Pinti, de la A a la Z revela una mirada incisiva sobre nuestra historia como país y el desfile de personajes que la fueron construyendo y destruyendo. Los libros de Pinti invitan a un análisis profundo desde el cual la risa se mezcla con el dolor haciendo brotar esa ambigüedad esencial e inherente a todo ejercicio de crecimiento.
De modo más liviano surgen diversos autores desmenuzando divertidas críticas sobre los hábitos de la era moderna, las nuevas formas de relacionarse, la crisis económica, los medios de comunicación y el matrimonio.
En su No seré feliz pero tengo marido, la periodista Viviana Gómez Thorpe apunta contra las “delicias” de la institución matrimonial con el toque feminista que ya exhibía en las páginas de la revista Humor. Así como Sigmund Freud afirmaba que detrás de cada chiste se esconde una verdad y con ella, muchas veces alguna forma de denuncia, es importante marcar que el humor también funciona como un elemento que desestructura y distensiona. Se sumerge en la profundidad de mitos, símbolos e instituciones sociales para desalmidonar tabúes y dar rienda suelta a la naturalidad que ciertos temas como la muerte, el sexo, la discriminación, entre otros, deberían tener.
Hay dos elementos que hacen a la eficacia de la literatura humorística: el absurdo y el doble sentido.
Y un máximo exponente de ellos es el humorista gráfico Roberto Fontanarrosa, quien se descubre quizás como el principal escritor de humor en nuestro país, dando a luz una heterogénea gama que incluye tres novelas y siete recopilaciones de cuentos. Este talentoso rosarino desnuda con picardía sutil e incomparable la esencia de la idiosincrasia de los argentinos y revela abiertamente su capacidad para horadar con mirada burlona sobre los distintos estilos a los que desde el cuento se puede acceder. El fútbol, el barrio, la oficina o las reuniones en el café son ejes centrales en su prolífica producción, riéndose y haciéndonos reír de nuestra identidad colectiva.
Algunas de sus obras como El mundo ha vivido equivocado o La mesa de los galanes han sido llevadas a la escena teatral con singular aceptación.
Consenso sin dudas merecido para quien a través de la magia del universo literario nos enseña a “jugar” en serio con lo cotidiano, sumando su aporte al de muchos otros pares con el noble objetivo de que la vida sea geografía cada vez mas habitable y disfrutable.
Indudablemente; escribir humor es cosa seria


El humor, un género literario en serio - por Adrian Merel