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Apuntes literarios

Osvaldo Soriano

Jaime Cabrera

Nació en Mar del Plata, el 6 de enero de 1943. En aquel entonces no se sabía del regalo de Reyes que nuestra sociedad había recibido.
Tuvo una vida corta y plena: antes de fallecer en Buenos Aires el 29 de enero de 1997 dejó numerosos trabajos que muestran sus condiciones de comprender y saber decir.
Fue un ser de profunda raigambre humana, sensible, de modos claros y gustos sencillos. Buen padre de familia, hincha de fútbol (sanlorencista perdido), militante de izquierda, entusiasta de Internet, fumador empedernido, amigo de los gatos, pero, por sobre todo, periodista y narrador. Durante la última dictadura cívico-militar que asoló al país, si bien no fue perseguido, el propio desacuerdo lo exilió. Fue a Bélgica y luego vivió en París entre 1976 y 1983.
Su bonhomía y carácter se hicieron sentir en todos aquellos a quienes alcanzó. Los mismos que quedaron tan doloridos y frustrados ante su muerte. Como Pasquini Durán, que en el Obituario planteó: “[…] a ese gordo deberíamos preguntarle de dónde carajo salió esa urgencia terminal”. O Galeano, en su búsqueda de consuelo expresada en El cartero: “Lo vi en el ataúd, con esa cara plácida y jodona, y pensé: es un chiste. […] un tipo tan buenazo como el Gordo no podía hacernos la cochinada de dejarnos sin él”.
Surgió de su realidad local, que pintó e hizo trascender en el ámbito de la ficción. Supo entender a los argentinos, sus modos, problemas y convenciones. Estudioso del ser humano, lo ironizó con amor. Fundamentalmente autodidacta, prefirió el idioma que habla la gente a cualquier otra forma de expresión literaria. Al transcurrir el tiempo sus obras resultan cada vez más maduras, locas y deliciosas.
Transitó las idiosincrasias, tanto locales como foráneas, con seriedad o desparpajo, con una disposición que afectó a todos los personajes y a lo representado por ellos. Fue quien contó anécdotas a su generación y quién sabe a cuántas más; quien estuvo con todos, con el conocimiento profundo y la alegría de estar vivo.

Profesionalmente comenzó como periodista en Primera Plana. Luego incursionó en Panorama y Confirmado, así como en los diarios El Eco de Tandil, Noticias, El Cronista y La Opinión. Exiliado, formó parte de redacciones francesas e italianas (Le Monde, Libération, Il Manifesto, entre otras); de regreso al país, se convirtió en co-fundador del diario Página/12, para el cual se mantuvo como colaborador perpetuo.
Como narrador, fue autor de novelas, cuentos y artículos.(1) ¿Cuáles podrían mencionarse, a fin de tener un panorama del hombre y su pluralidad? Quizá aquella especial primera novela, Triste, solitario y final, en la cual, a su trama irreproducible, se incorporó él mismo como uno de los principales personajes, entremezclado con otros, tanto sacados del mundo cierto como ficticios. O, tal vez, A sus plantas rendido un león, cuya reseña se hará a continuación. O, a lo mejor, Artistas, locos y criminales... O Arqueros, ilusionistas y goleadores... O...

A sus plantas rendido un león

Osvaldo Soriano

Esta novela se desarrolla en un país ficticio, ubicado, por designio autoral, en África. El personaje central es un argentino que, habiendo sido parte del Consulado, quedó solo por motivos diversos (viudez, desaparición del personal consular, sus propias fallas de capacidad y la enormidad de los errores y malos entendidos producidos), investido por la casualidad con un rol inexistente, mediante el cual puede sobrevivir.
Es una visión, entre lírica e irónica, pero entrañable, del ser argentino, con esa no demasiado bien definida personalidad. En este caso, un hombre con la vida descalabrada, perdido en un lugar exótico, inepto para abandonarlo aunque en condiciones de alterar los cánones de la sociedad local.
Sus amores con la esposa del embajador inglés, la imposibilidad cultural de éste de concebir semejante relación y las confusiones que de ello se desprenden, comienzan a mostrar el enredo entre las diferentes idiosincrasias participantes.
Este panorama se hace todavía más delirante cuando se mezclan otros personajes de diversas calañas alrededor del argentino solitario, que nada tienen en común con él, que viven experiencias inolvidables, por propios motivos, engañando y siendo engañados. Todo narrado con una incomparable osadía, como si la antilógica de estas situaciones resultara algo normal.
Durante la época representada, entre la Argentina real y Gran Bretaña se desarrollaba la Guerra de Malvinas. Esta confrontación no es fuente de buenos recuerdos para nadie en el bando perdedor: impone demenciales niveles de tragedia, desazón e incertidumbre. Sin embargo, esta novela supo ponerle humanidad y límites a la locura innegable y convertir el desafuero de una sociedad en una epopeya paralela vivida por ese argentino imaginario, tanto o más representativo que los verdaderos.
Una muy pequeña anécdota quizá ayude a mostrarlo. Ante la situación planteada por las repercusiones locales de la lejana guerra, y dado que el personaje es el “único miembro” de su inexistente Consulado, las autoridades exigen su comparencia en Palacio. Este imperativo llamado impone (cree el protagonista) el uso de la escarapela de la Patria, que resulta imposible de ubicar entre sus magras pertenencias. Por lo cual decide utilizar la de un club de fútbol, única encontrada, porque “total, nadie se va a dar cuenta”. El país en guerra y sus relaciones con Gran Bretaña quedan reducidas, así, a la resolución de semejante nimiedad, en una manifestación casi infantil por su inocencia. Que no merma el patriotismo de su gestor.
Por si fuera poco, el autor se dio el lujo de tomar un verso del himno nacional para darle fuerza y apoyo. A sus plantas estaban la mediocridad, el fracaso y la confusión. Pero él consiguió convertirlos en el rendido león.

(1) Novelas.
Triste, solitario y final (1973), No habrá más penas ni olvido (1978), Cuarteles de Invierno (1980), A sus plantas rendido un león (1986), Una sombra ya pronto serás (1990), El ojo de la patria (1992) y La hora sin sombra (1995).
Cuentos y artículos.
Artistas, locos y criminales (1984), Rebeldes, soñadores y fugitivos (1988), Cuentos de años felices
(1993), Piratas, fantasmas y dinosaurios (1996) y Arqueros, ilusionistas y goleadores (1998).

 

jcabrera40@hotmail.com


 

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