Definir la literatura hispanoamericana.
A propósito ¿Masculino /Femenino? ¿Femenino /Masculino?
Niñez y hombre en la Región Ideal.
Narración oral, comunicación transformada en arte.
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Vanesa Ibarra
“He creado una imagen de mí misma y esa imagen se siente herida…”
¿Cómo no he de amarla? se habrá preguntado Don Quijote cuando Sancho intentó desilusionarlo de su amor. Y es así, como de idealizar, nace un amor que desde lejos se besa con los ojos. También en la realidad nos ocurre lo que Cervantes proyectó en nuestro Hidalgo. Que alguien devenido en ciego y sordo, nos convierte en Dulcinea; y lo que es aún peor, que nos creamos el cuento por la necesidad vacía de sentirnos especiales; pero ¿hasta cuándo? Pareciera que en los momentos de crisis existencial a nuestra Dulcinea le sale su contraparte, la labradora fuerte, tosca y autosuficiente. Perfecta y necesaria para salir a flote y repuntarse a sí misma y también a aquellos que se cobijarán bajo su ala; mientras que la otra quedará bajo los cimientos aun esperando a que la rescaten. En la historia, muchas son las mujeres que dejando a un lado a la princesa, se han hecho eco: Cleopatra, Juana de Arco, Jane Austin, Hellen Keller, Frida Kahlo, Simone de Beauvoir, entre otras; y muchas somos las que en lo cotidiano y desde nuestro humilde lugar, donde pisemos, dejamos nuestra huella. Entonces ¿es preferible relegar nuestro costado sonoro y místico? de ninguna manera. Porque es esa magia intuitiva e invisible la que nos distingue de los hombres y la que nos hace únicas y entrañables. Percibo que sólo cuando nos hagamos conscientes de lo que valemos como mujeres, sabremos mostrarlo a quienes se hagan merecedores de ello.
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