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Verónica Buldurini *
“Canción de Navidad” – Charles Dickens-. Había que leerlo. Eso era lo que pensaba mientras volvía a mi casa, sentada en el colectivo de una línea del sur, del gran amado ¡sur!, al que originariamente pertenezco: conurbano bonaerense. Hasta ahí, era solo para mí, un pequeño libro, junto con mis carpetas y otros libros más pesados, atados con un elástico ancho y perfectamente ajustable, de acuerdo a la cantidad de cosas, que debía llevar a mi secundaría; según las materias que me tocaban.
Cuando terminé de leer sus últimas hojas, supe sin saber por qué, podía llegar a tener, tal vez un gran futuro… con él. Con este pequeño y gran libro.
¡Qué locura! Todo servía para evadirse….
Así también lo pensaba, mientras apagaba la radio, o la tele con los tramos finales de un “Cascanueces”; o un “Lago de los Cisnes”, desde las líneas muy contorneadas de la gran Liliana Belfiore; o una buena performance de la entonces Nadia Comaneci.
Para esto, entre el bochinche del colectivo y mi cierto tacto con ese libro, habían pasado varias horas. Varios espantos. Cotidiana vida familiar. Caos. Ruidos. Gritos. Temblores. Pero nada que pudiera superar, la maravillosa aventura de arañar, romper… y sangrando, meterse en una historia que tal vez superara la propia hasta ese momento vivida, aclaro. Aquella, la que me esperaba detrás de esa tapa tan finita como frágil, conteniendo algo tan importante, como interesante. Fórmula ideal, para una adolescente de esa época.
Me dormí pensando en un pasado que no encontré; en un futuro tan exagerado como cualquier adorno de cualquier arbolito de Navidad. Y, en un presente que me espantaba tanto, como al protagonista de aquel maravilloso cuento que contenía ese libro, que había llegado a mis manos, allá por el ¿74, 75, 76? ¡Qué más da!
Qué más da cuando algo nos traza una línea en las emociones y es tan fuerte que nos marca. A mí me pasaron mil líneas por el alma, y de aquellas que hoy puedo seguir contando rayas, me siguen enriqueciendo, me siguen marcando, me siguen guiando. Pues de marcas estoy llena. Y, no habrá tamaña magia que las haga desaparecer…
Tantos escritores me llegaron a mis sentidos: esforzados sentidos a veces. Porque no todos los autores impuestos por la profe eran lo suficientemente “copados”. A decir verdad: ¡TODOS ME GUSTABAN! (Conrado - Pablo - Amado - Baldomero - Jorge - Julio -)
Y, de lo que acabo de contar se entienda, mi línea, o mi raya, o mi marca es aquella, la más genuina de todas las que puedo contar, en cuanto a una profunda vocación que nació conmigo, es: el TEATRO!
Será tal vez, que pudo la magia de un libro, una y mil veces más, ¿hacer real un sueño? Será tal vez, que hace muchos años, los adolescentes también necesitaban de las lecturas mágicas, suficientemente encantadoras e irreales, que los llevaran a vivir otras ¿“externas” realidades? Más “livianas, por lo tanto más soportables”, ¿que las que vivían?
Aquel “Universo literario” (que cuando lo transitaba y tanto me hacía soñar, me parecía tan maravilloso e imposible de transmitir y hacerlo transcender), también se me cumplió.
Tuve una hija que de niña disfrutó de los cuentos de hadas, duendes, historias y leyendas escuchadas de las voces de sus padres y abuelos. Años más tarde, la lectura la siguió seduciendo, eran mil mundos que la transportaban por largas travesías, noches dedicadas a gruesos libros, rápidamente devorados en una lectura más que apasionada, con nombre y apellido: “Harry Potter”, entre otros libros ciertamente “mágicos” que pasaron por la biblioteca de su hogar primogénito. Ella también, en una etapa de su vida, encontró en la lectura una puerta, tal vez un portón, pero jamás una muralla. Y, recalco: en una etapa de su vida.
Hoy, ya lo histórico, poco vale. En tanto y en cuanto sea la base nuevamente, de algo que pueda captar la imaginación y atrapar como cosas de fantasmas y espectros. Como el cuento del gran Charles Dickens “Canción de Navidad”, que siguió acompañándome y siendo parte de mis tantos sueños, a lo largo de todos mis años de estudiar y hacer teatro. Con mucho placer adapté este cuento para Teatro (todo un hermoso desafío) y lo estrené en Diciembre del 2010, con 18 personajes y solo 6 actores, y que volveré a poner en escena próximamente, esta vez con 21 personajes y 9 actores.
Si bien esta obra literaria muestra de una forma sencilla y directa la realidad económico-social de una Inglaterra de mediados de siglo 19; impacta en los aspectos sociales y morales por las marcadas diferencias entre pobres y ricos a través de su personaje principal y el resto, ubicándolos en todo lo opuesto pero de la manera más denigrante y miserable posible. Si esto fuera lo único de hallar en este cuento, no lo hubiese elegido, también se encuentran en él actitudes relevantes y muy marcadas haciéndolo más universal y ETERNAMENTE VIGENTE entre todas las sociedades, me refiero a la avaricia, la codicia, la bondad, la indolencia, la alegría, la crítica y el amor. Se emparentan así los rasgos tenues de una novela gótica como realista, donde el subjetivismo, el idealismo, el sentimentalismo y el romanticismo terminan haciendo de esta historia un plato delicioso para ver, padecer, sufrir, soñar, y aprender.
Representar sobre un escenario una obra de uno de los mejores narradores de la literatura, como lo fue Charles Dickens, resultó para mí una experiencia más que osada: ¡maravillosa! Y deseo que encuentren en ella no solamente aquel espíritu de Navidad perdido, sino el verdadero espíritu que debe de habitar todo el año en cada uno, aquel que siempre nos haga libres para que eternamente sepamos diferenciar las luces y las sombras, lo que nos va iluminar u oscurecer cualquier camino que decidamos tomar en nuestras vidas.
(Aclaro, que esta es mi octava puesta en escena con mi Taller de Teatro “Voces y Máscaras”, acá en mi querida Santa Teresita. Esas obras también han sido adaptaciones propias de otros autores, entre ellos mi admirado Florencio Sánchez).
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* Verónica Buldurini. Nacida en San Miguel de Tucumán. Radicada en Banfield hasta 1980. En C.A.B.A. hasta 1992. En Lomas de Zamora hasta 1996, finalmente y a la fecha en Santa Teresita (Pdo. de la Costa). Dramaturga. Profesora de teatro. Guionista. Dicta Seminarios de formación actoral. Estudios, seminarios y cursos completos de preparación Actoral. Lleva presentados y puestas en escena más de veinte obras de Teatro. Participa en la Feria Internacional del Libro de BS. AS, con distintas obras. Ha publicado sus poemas en Puerto Santa María del Buen Aire, poetas argentinos Siglo XXI.
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