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El yo no guía, sino ejecuta, hace, trastoca e involucra.
Hoy no es suficiente prestar todos los sentidos frente a la lectura, hoy los sentidos son sujetos de ella, el lector no se deja llevar por la historia, sino que ha le tomado el pulso y la conduce.
Cuando decidimos narrar un texto en primera persona, las inferencias entre Narrador (el que cuenta la historia), Autor (el que la imagina) y Actor (el protagonista), Lector (el que dará sentido y significado a lo que se cuenta) provocan una cohesión de miradas y significantes que hacen que unos ocupen el lugar de los otros.
De tal modo que el personaje: el Actor, y el hacedor final de la trama: el Lector, acaban siendo quienes toman los hilos de la historia, al punto de que los anteriores casi desaparecen. Tal es el caso que refiere, el texto: Borges y yo, del Hacedor.
Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar…
Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro… J. L. Borges.
Narrar desde la primera persona ofrece al lector una aventura movilizante enunciando la realidad y siendo: sujeto de la misma.
Esta fórmula, supone mayor verosimilitud y compromiso porque se trata del yo protagónico, autorreferencial y subjetivo.
Un yo que no es ajeno al entorno, porque no sólo protagoniza, sino observa y desmenuza el todo, por lo que se transforma en un referente de los roles de los demás.
Así como tenemos tipos diferentes de humor, el yo narrativo puede optar y ser: imperativo, cuando su circunstancia transcurre por encima del resto. Susurrador, al poner bajo la mirada del lector una vista general de lo que sucede. Analítico, porque estudia y califica hechos y acciones, situación que hace participar al lector porque en él, desata la reflexión y el juicio. Descriptivo, cuando crea cierto paisaje humano y escenográfico con el que nos mantiene al tanto de lo que acontece y no se compromete, sólo observa, o actúa según exija el juego dramático, de este modo establece una referencialidad objetiva – subjetiva. Autoficcional, es decir cuestiones, y hechos propios de la vida del autor, estableciendo una identidad entre narrador, autor y personaje, siendo esta una de las formas más utilizadas en la actualidad.
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