“Una esmeralda cayó al suelo,
nació una flor: ¡tu canto!”
Autor nahuatl desconocido.
América Latina, “un mundo aparte”; con esta expresión
nos definía en 1815 Simón Bolívar en su carta de Jamaica;
aludiendo fundamentalmente a la composición étnica y
cultural del continente. Aún hoy podemos aplicar tal
definición cuando nos referimos a la historia cultural y, por
ende, literaria de nuestros países; especialmente en lo que
atañe a la época precolombina.
Poca atención es la que en nuestro país se ha dedicado
a esta última. Casi todo lo que puede conocerse es a través
de versiones escritas en diferentes momentos con fines
didáctico-morales o como “corpus” de estudios lingüísticos
o folklóricos.
Esta circunstancia es la que impidió un conocimiento
más científico, que sí existe en otros países americanos, de
la producción verbal de los pueblos de América antes,
durante y después de la conquista. Por la misma razón,
generalmente ignoramos que algunos pueblos tenían
sistemas de registro y transmisión de la historia, genealogías,
palabras rituales, leyes, mitos, calendarios, adivinanzas, etc.
Así,entre los mesoamericanos, los arqueólogos
mencionan la existencia de códices, “libros escritos por las
sociedades indígenas prehispánicas de Meso América”
(Armando y Fantoni, 1997: 25). Entre los incas los kipus
cumplirían, según el Inca Garcilaso de la Vega, no solo una
función contable, sino la de un código ayuda-memoria de
las historias, leyendas, genealogías y mitos que los maestros
kipukamayoks sabían interpretar.
Una descripción de los códigos mesoamericanos se la
debemos a quien en 1502 contribuyó a su destrucción, el
obispo de Yucatán, Diego de Landa. Estos códices
pictográficos, ideográficos o fonéticos según emplearan
representaciones formales de lo que se nombraba, glifos
simbólicos de ideas o, directamente, sonidos de la lengua
empleada.
El conocimiento de la existencia de tales formas de
registros introduce una mirada nueva a la llamada literatura
de origen precolombino. No sólo hubo literatura oral,
generalmente colectiva, la cual se mantuvo y transmitió
por esa vía o por la escritura europea, según los casos, o por
ambos sistemas; sino también la que, perteneciente a ciertos
círculos de especialistas (los tlamatinime entre los aztecas,
los amautas entre los incas)que se cultivó con una
perspectiva más subjetiva y personal. La misma expresa
sentimientos ante la muerte, la fugacidad de la vida, el
destino del hombre, el amor no correspondido, el misterio
de la divinidad, etc. En suma, los motivos que la poesía
lírica de todas las culturas ha producido en algún momento
de su quehacer artístico.
ARAWI
Morena mía,
morena, tierno manjar, sonrisa
del agua, tu corazón no sabe
de penas
y no saben de lágrimas
tus ojos
cuando es de día, ya no puede
llegar la noche;
de noche, el sueño me abandona,
y la aurora no llega
Lara, Jesús La poesía quechua, México, 1947
El poema quechua que se transcribe fragmentariamente
ilustra de manera clara lo antedicho, de igual modo que el
epígrafe que alude a la poesía mediante la simbología de la
flor, metáfora que se repite abundantemente en las
producciones en lengua náhuatle. Ambos textos son
muestras de una fina sensibilidad expresada mediante la
palabra poética, lograda no por azar, sino a través del
desarrollo de un arte cuyo estudio todavía falta profundizar,
pero del cual poseemos variada gama de producciones.
Dicho estudio se está haciendo en nuestros días y nos
permitirá no ser tan “apartados” culturalmente a la hora
en que se difunda como el tema lo merece.
La creación verbal de los pueblos originarios de América- por Yolanda Peretti (Licenciada en Letras Modernas)