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"Best Seller" es una expresión inglesa que significa "mejor vendido", con ella se comenzó a designar en la década del veinte al libro que, en un determinado tiempo, conseguía una mayor venta y difusión. Si lo analizamos desde su significado neutro no tendría por qué existir confusiones, sin embargo con el auge de los medios y la aceleración de la información y el consumo, los libros que vendían más coincidían habitualmente con los de tirada más popular. Claro que éstos no siempre se adecuaban a los estándares estéticos de la "alta" cultura, y fue cuando el adjetivo-sustantivo pasó también a calificar a aquellos libros que precisamente por verse bien, eran sospechosos de insuficiencias literarias. Se abren así numerosos interrogantes aún hoy en debate: ¿Los libros que logran vender millones, son producto de poderosas estrategias de marketing y publicidad? ¿Son literaturas menores, productos prefabricados para un lector que sólo quiere consumir narraciones pasatistas, obvias y previsibles? ¿Quién marca la diferencia?
Si partimos de la concepción que cada libro, más allá de sus contenidos, se convierte en un acontecimiento por sí mismo, será imprescindible partir de ciertas definiciones para delimitar el campo literario y sus producciones. Silvia Barei y Beatriz Ammann en su libro Literatura e Industria cultural, definen a la literatura autónoma y literatura de consumo como términos complementarios más que opuestos: "Cuando hablamos de obra literaria autónoma y de consumo lo hacemos pensando más bien en la relativa independencia o no del autor con respecto a las exigencias del mercado y el público."(1)
Estos conceptos son necesarios a la hora de pensar la literatura como un campo de continuas controversias entre los campos independientes, donde el escritor libera su obra de toda sujeción social y afirma la forma sobre la función; y aquellos de consumo donde se amplía la definición a su campo de producción. "En la literatura de consumo el predominio de los contenidos sobre la forma y la elección temática genérica que hace el lector, permiten el reemplazo del escritor individual y facilitan el trabajo en equipo de las instituciones"(2). Se presentan como orientados sólo a la satisfacción de la demanda inmediata, de lo que deriva la transitoriedad y el breve éxito de los géneros de consumo. Esta literatura al ser producida en serie y a ritmos de mercado, genera expectativas y hábitos en el público; una característica no menos importante ya que la irrupción de la obra en todas las capas sociales -con un mensaje en apariencia homogéneo pero que se adecua en la realidad al campo cultural en donde es consumido- abarca áreas y niveles culturales inalcanzables para la literatura autónoma.

Vender mucho y rápido

Como mencionamos, la expresión best seller significa "mejor vendido" y puede ser utilizada para distintos productos que debido a su gran aceptación entre el público, pasan a formar parte de las listas de los más consumidos. En este análisis nos referimos al término utilizado para referirse por lo general a una novela comercial destinada al público masivo.
En la definición del fenómeno es interesante tener en cuenta el valor del tiempo, ya que la velocidad en la venta de un libro hace que su ganancia pueda ser cuantificable, acorde a las leyes del mercado. Cesar Aira en su artículo Best seller y literatura, plantea una definición unificante del término: "el libro que se propone, y logra ser vendido mucho y rápido".(3)
En relación con esta variable, Manuel Rodríguez Rivero en su texto Cómo se fabrica un best seller incorpora a su vez, las nociones de long sellers, para los clásicos que a lo largo de las décadas se han mantenido en una constante vigencia y prestigio, como El quijote, Cien años de soledad, El guardián en el centeno, la Biblia, entre otros. Y los fast sellers, libros que generan un éxito fulminante y que se venden en muy corto tiempo, en grandes cantidades, enmarcadas en el contexto inmediato en el que surgieron. Rodríguez Rivero asegura que no hay reglas inamovibles con respecto al éxito o no de una publicación. Más allá de las tramas que se tejen alrededor del autor, la editorial, el mercado y el público masivo, el autor considera que "cualquier libro puede convertirse en best seller" y cataloga al fenómeno como "prácticamente impredecible."(4)
La vinculación de la esfera literaria con la lógica del mercado desencadena posturas opuestas en torno a clasificar libros de venta masiva como best seller, cuestionando por tal motivo la calidad intelectual de la obra. Siendo tajante en su postura, Aira lo concibe como "un entretenimiento masivo que usa como soporte a la literatura". En estas afirmaciones, la diferencia entre literatura autónoma y de consumo se profundiza, se materializa.

¿Quién marca la diferencia?

Para llegar a la cumbre del éxito, muchas producciones literarias se valen de herramientas mediáticas, desde una buena exhibición en las librerías hasta las clásicas listas de best sellers que publican los grandes medios o revistas especializadas, lo que resulta ser una prestigiosa vidriera para quienes sueñan con ventas millonarias. El editor Luis Chitarroni afirma que estas listas "son más una estrategia de marketing que una guía para lectores. "Yo compro los libros que me gustan, no los que más se venden, y supongo que la mayoría hará lo mismo".(5) Así mismo sostiene que en algunos casos la venta masiva de ciertos títulos, permite financiar la publicación de otros textos de menor impacto.
Por su parte, el escritor Marcelo Birmajer no cree en las oposiciones entre literatura de consumo y literatura autónoma, afirma que en los best sellers conviven desde Paulo Coelho hasta Vargas Llosa.
Una postura superadora es el aporte de Josefina Ludmer, quien afirma que las literaturas no admiten lecturas literarias, es decir, que en los tiempos actuales ya no importaría si un texto es considerado literatura o no, si un texto es realidad o ficción, sólo "se instalan localmente y en una realidad cotidiana para fabricar presente y ese es precisamente su sentido".(6)
Este aparente fin de la dicotomía entre literaturas autónomas y de consumo, vislumbra nuevos modos de producción-circulación, y a su vez una clara modificación en los modos de leer. Las escrituras (en plural) aluden a múltiples significados, donde puede coexistir un autor desconocido hasta el momento, que vende millones de libros, hasta el consagrado escritor cuya trayectoria es reconocida en los cánones de las mejores universidades, formando parte de lo que Ludmer denomina literaturas pos autónomas.
El best seller, si bien adquiere características que lo identifican como un eficiente producto de mercado, puede contener una incuestionable calidad literaria o simplemente puede ser la puerta de ingreso a una cultura desconocida para muchos lectores que se ven interpelados a profundizarla. Concluye Ludmer: "O se ve el cambio en el estatuto de la literatura, y entonces aparece otra episteme y otros modos de leer. O no se lo ve o se lo niega, y entonces seguiría habiendo literatura y no literatura, o mala y buena literatura".

 

(1) Barei, Silvia y Ammann, Beatriz (1988) Literatura e industria cultural (del folletín al best-seller)
(2) Ídem.
(3) Aira, Cesar (2003, 28 de diciembre) Best seller y literatura [en línea] http://www.lanacion.com.ar/nota
(4) Rodríguez Rivero (2009, 11 de junio) Cómo se fabrica un best seller [en línea] http://www.elpais.com
(5) Martínez Ezequiel, (2004) Ataque y defensa del best seller, Revista Ñ Número 16.
(6) Ludmer, Josefina. (2007, 17 de julio) Literaturas postautónomas Ciberletras - Revista de crítica literaria y de cultura, n. [en línea] http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/


Best Seller, debate y nuevas miradas / por Paola Brito