Quizá porque no se alcanza la línea del horizonte, o se arriba al éxtasis dorado de sentarse junto al sol en su levante, el hombre imprime a su derrotero el sino de la búsqueda. Motivo que hace y determina la propia existencia y que muchas veces se metaforiza como un eterno e incesante viaje.
En la novela Nocturno Hindú, Antonio Tabucchi nos introduce en un viaje.
Uno que tiene por objeto una búsqueda, la de su protagonista que nos habla en primera persona con la intención de acercarnos a la historia que nos va a contar. También nos necesita confidentes. El itinerario de este viajero está delineado por su autor que coincidentemente ha realizado el mismo trayecto por el mismo exótico país: la India. Los episodios contados suceden a partir de la puesta de sol, de este modo este narrador nos involucra con el otro gran tema, la noche, adelantado ya en el título de la novela.
Tabucchi nos deja, además de su derrotero, una nota donde nos advierte sobre la búsqueda de una Sombra, aquella negra figura que se empeña en ir delante o detrás, misteriosa, agazapada. Ella se queda con lo que tenemos de oscuro e impenetrable. En este recorrido la novela nos ofrece varios tópicos donde posar una mirada interpeladora: la noche con todo su campo semántico, el viaje como gran metáfora con sus recorridos externos e ¿internos? y también apela al juego del doble y del espejo, tema surtidor de considerables preguntas.
Nuestro narrador viaja solo, sabemos que va en busca de un amigo, sombra del pasado, capítulo, se adivina, ya cerrado por él. Por otro lado, este viajero no conoce el país, porta una guía con un sugerente nombre: "India, a travel survival kit". India casi, un lugar hecho a propósito para perderse, va a decir uno de los personajes y: ¿para encontrarse? Pienso: que cosa tan extraña, ir a buscar(se) a un lugar donde reina "la miseria humana" -¿dónde no? -, solo que allí está muy visible y huele muy mal, "puede apreciarse", in situ la fotografía completa, sin marco, con su contexto, su paratexto y todos sus sonidos, olores y colores. Pienso otra vez, ¿por qué no buscar(se) allí? Quizá en este lugar, hacer conciencia de aquellas miserias tan concretas y materiales pueda provocar la reacción sobre las nuestras. Hilachas que de vez en cuando nos cuelgan y entonces, tal vez hasta podamos perderlas
Nuestro cronista es alguien preocupado por la descripción minuciosa y fidedigna de lugares y personajes. Los cuadros que nos pinta son realistas y crudamente creíbles, de este modo podemos involucrarnos con las imágenes cromáticas y olfativas que él construye. Crea climas que hacen verosímil la ficción y la realidad que desde allí se nos narra.
Pinceladas miserables y malolientes
"Era casi tan grande como un hangar, y alineadas a todo lo largo de las paredes, además en tres filas centrales, había camas o mejor dicho, camastros. Del techo pendían algunas bombillas de luz mortecina, y yo me detuve un momento porque el olor era muy fuerte. Acurrucados junto a la puerta de entrada había dos hombres vestidos de harapos que se alejaron apenas nos vieron."
Personas y personajes
"(…) y tras él se hallaba parapetada una mujer mayor. Llevaba un sari llamativo y las uñas pintadas de azul; por su aspecto podría haber parecer europea, no obstante llevase en su frente uno de los innumerables signos de las mujeres indias"
"y solo entonces me di cuenta con un escalofrío de que (…) no era un mono sino una criatura humana. Era un monstruo. Una atrocidad de la naturaleza, o una terrible enfermedad, habían encogido su cuerpo distorsionando formas y dimensiones. Sus miembros estaban retorcidos y alterados, sin más orden ni medida que los de un atroz grotesco"
El contraste
"(…) cuando entré es esta ciudad fui recibido por un portero disfrazado de príncipe indio, con faja y turbante rojos, que me condujo hasta una recepción flamante de oropeles donde había otros empleados asimismo disfrazados de maharajá. Probablemente pensaron que también yo iba disfrazado, pero al contrario, que era un ricacho disfrazado de pobre. La habitación era imponente (…) la bañera estaba ya llena de agua y espuma, me sumergí en ella y luego me envolví en una toalla de lino, las ventanas daban al mar de Omán, ya era casi de día, con una luz rosada que teñía la playa, la vida de la India, bajo el Taj Mahal (…)"
"Las paredes estaban manchadas de rojo, por los esputos del betel masticado, y el calor era sofocante. O tal vez fuese el olor demasiado intenso lo que daba aquella sensación de ahogo. Los ventiladores del techo, sin embargo, permanecían inmóviles" (…) "La energía se destina casi toda a las fábricas, y luego a los hoteles de lujo y al barrio de Marine Drive; aquí tenemos que conformarnos".
Descubriendo y armando la otra historia - la del otro -
El pedido de una prostituta es quien lo contacta con el recuerdo de ese amigo perdido, a quien debe buscar y quien ha sufrido un proceso de cambio en su personalidad porque "ha enfermado y tiene un destino triste". Xavier es el nombre de su amigo, del que aún no podemos concluir si ese estado fue o no una opción. "Perdido" también por él, nuestro narrador viajero, en el pasado y enterrado en sus recuerdos.
Subyace la concepción de que viajamos en nuestros cuerpos como si fuesen maletas que nos trasportan. Un jainista en el camino le confirma a nuestro protagonista la idea de su viaje como un peregrinaje pero no en sentido religioso sino uno en busca de huellas. La metáfora "cuerpos" cumpliendo la función de maletas está sujeta al oriental concepto de la reencarnación también mencionado en esta novela y reafirmado por este personaje que se despide deseándole "buen viaje" y diciendo que seguramente no tendrían oportunidad de volver a verse bajo las mismas apariencias, es decir portando las mismas maletas
Uno de los lugares en búsqueda de aquellas huellas fue la Sociedad Teosófica que si bien fue fundada en Nueva York en 1875 tiene su sede central en la ciudad de Madrás. Es una organización dedicada a promover el conocimiento de la unidad de toda la vida y fomentar el estudio de las religiones, filosofías y la ciencia, de modo que podamos entendernos mejor a nosotros mismos y nuestro lugar en el universo. Sus objetivos son tres: Formar un núcleo de la fraternidad universal de la humanidad, sin distinción de raza, sexo, casta o color. Fomentar el estudio comparativo de las religiones, filosofías y ciencias e investigar las leyes inexplicadas de la naturaleza y los poderes latentes en el hombre. La aspiración mayor: la Verdad que debería alcanzarse mediante el estudio, la reflexión, la pureza de vida y la devoción a unos altos ideales, la consideran como un premio al que hay que aspirar, no como un dogma que pueda imponer ninguna autoridad. Extienden la tolerancia a todos, incluso hacia los intolerantes, no como un privilegio que conceden sino como un deber que cumplen, e intentan acabar con la ignorancia en vez de castigarla.
La estancia en esta ciudad propicia una serie de momentos y encuentros claves que constituyen el eje de la novela, a partir de los cuales el narrador comienza a tropezarse con las huellas de ese ser que está buscando. Encuentra a una mujer que está huyendo porque ha estafado a alguien y se muestra solidario con ella porque "quizá sienta simpatía por los prófugos", ¿por qué?, ¿es inocente este sentimiento en él? Más adelante mantiene una entrevista con un integrante de la Sociedad Teosófica, quien no es condescendiente con él pero le revela una carta de Xavier en la cual éste declara que se ha convertido en un ave nocturna y prefiere pensar que así lo ha querido su destino. El Anfitrión en este lugar luego le dirá a este peregrino "sin nombre" que nunca conviene saber demasiado de las apariencias de los demás. Tabucchi pergeña que este personaje sea lector de la poesía de Pessoa como también lo es su narrador y hace propicia la oportunidad para citar unos versos del poeta. El siguiente personaje trascendental con quien habla es arhant, un profeta jaino, un adivino, alguien que tiene la capacidad de leer el karma de las personas, sólo que en este caso no pudo hacerlo: "no es posible , tú eres otro" le dijo. Nuestro peregrino y nosotros comenzamos a inquietarnos, de quién se trata, entonces, es una pregunta que por ahora se mantiene retórica.
El sueño, vocero de lo inconsciente; una biblioteca (antigua), reservorio y símbolo del conocimiento: Tabucci no resistió la tentación de apelar a estos tópicos literarios para narrarnos una escena en que se plantea su búsqueda como la búsqueda de un fantasma. No hay mejor lugar ni estado para encarar la existencia de algo que ya no existe: un fantasma. ¿A quién busca realmente, qué busca de ese ser?
Varios personajes, cada uno de ellos hace su aporte a la reflexión en la que ya todos estamos involucrados, pero fue una inaudita voz occidental quien lo cuestiona: ¿Xavier quiere que lo busquen? Finalmente son sus propios recuerdos los que marcan el momento de asumir las cosas, es el comienzo del darse cuenta. Un juego de nombres lo lleva a unir las piezas, descubre entonces quien es el Rouxinol(1), el ave nocturna que había mencionado Xavier en su carta.
Nuestro protagonista gana un nombre, el que ha estado buscando: Nightingale(2) y llega a su último destino en esta ficción, el lujoso Oberoi donde conoce al último personaje, una mujer que le sirve de excusa para resumir su propia historia y la de la novela que dice querer escribir.
El autor labra magistralmente un circulo con las historias de uno y de otro y sus lectores deliberamos ¿es que son uno y el mismo, contrarios y complementarios, realidad y ficción, cuerpo y mente, exterior e interior? ¿Somos, de vez cuando, una imagen en el espejo, invertida pero muy parecida? ¿Qué tanto nos parecemos? ¿Cuánto nos alejamos de ella? ¿Cuántas veces nos encontramos y desencontramos con ella?
Tabucchi se deja entrever en la figura de un autor que legítimamente se desdobla en su narrador: un escritor que escribe sobre un escritor que tiene la idea de escribir una novela sobre una búsqueda. Su protagonista, nuestro peregrino, nuestro Nightingale lo sintetiza muy bien: "es difícil saberlo, es algo que no sé ni siquiera yo que lo escribo. Tal vez busque un pasado, una respuesta a algo. Tal vez desee aferrar algo que antes no pudo ver. Quiero decir, es como si se buscase a sí mismo, al buscarme a mí: en los libros eso pasa a menudo, es literatura"
Perfil
Antonio Tabucchi
Nacido en Pida, Italia. Es el traductor de la obra de Fernando Pessoa al italiano. Su producción narrativa, de gran originalidad, ignora las fronteras entre novela y cuento. Son algunas de sus obras: La mujer de Porto Pim (1983), Nocturno hindú (1984), Pequeños equívocos sin importancia (1985), Los volátiles del beato angélico (1987), Réquiem (1993), Sostiene Pereira (1994), La cabeza perdida de Damasteno Monteiro (1997) y La gastritis de Platón (1999).
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(1) Rouxinol: ruiseñor en portugués
(2)Nightingale: ruiseñor en inglés
Antonio Tabuchi, un escritor que escribe sobre un escritor que tiene la idea de escribir / por Patricia Camargo