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Violette Leduc

Ana Zamulko

Violette una película cuya data es del 2013 dirigida por Martín Provost. Sus principales protagonistas son Emmanuelle Devos, Sandrine Kiberlain y Olivier Gourmet. Narra aspectos de la vida de la escritora Violette Leduc.
Hasta aquí, datos. No tuvo mayor trascendencia en los cines y me llegó una copia prestada por una amiga.
¿Seremos muchos los lectores de la obra de Leduc?, a mí me sonaba, junto al título de su novela más conocida, La Bastarda.

Entonces un poco de biografía. Y ¡Cuidado con las biografías! Aunque según quién las escriba… pueden ser novelas dentro de las novelas, y ese ya es otro precio.
Esta que encontré es sencilla. Violette Leduc nació en Arrás, Francia, el 7 de abril de 1907. Su mamá le dio su apellido y poco amor, su papá no le dio nada. Y se muere 65 años después, de cáncer, en Faucon.
Su educación primaria es interrumpida por la Primera Guerra Mundial, se continúa en París, donde llega con su madre. Un escándalo de orden sexual con una compañera la deja fuera de la escuela, también del secundario, ya que no aprueba el examen de ingreso y comienza a trabajar en ocupaciones diversas que la conectan con los nombres de Jean Cocteau, Proust, André Gide, Rimbaud.
Durante nueve años mantiene una relación con su amiga Denise, hasta que unos años después se enamora de Maurice Sachs.
1942 es un año significativo porque comienza a escribir y publica cuatro años después L’asphyxie,( La asfixia).
Sobrevive los años de la pos guerra comerciando en el mercado negro, se casa, aborta, publica.
Se vincula accidentalmente con Simone de Bouvoir y de ahí en más quedan entrelazados sus destinos, personales y literarios.
El éxito, el premio Goncourt en 1964, dan un poco de oxígeno a su vida.
Su muerte ocurre en el lugar físico que eligió finalmente para escribir, al fin liberada de los apremios económicos y las angustias existenciales.

Ahora la película.

Violette

Es extraordinaria la encarnación que construye Emmanuelle Devos de Violette.
Esa mujer fea, rabiosa con la vida y el mundo, que busca con furia el amor que ontológicamente le fue negado, y por lo mismo la arroja a rechazar afectos, amistades, posibles amores más allá de las elecciones de género, descubre que es describiendo su miseria el camino para la redención de tanto dolor.
El encuentro con Simone de Bouvoir significó una epifanía para Violette.
La amó con furor, con humillación, con celos desesperados, rendida ante la fortaleza intelectual y afectiva de la otra, que sin corresponder a ese amor demandante y obsesivo, ante cada frustración le imponía la exigencia de seguir adelante contando, porque la salvación de la siempre abandonada era escribir. Escribir exorcizando todos y cada uno de los estragos (Ravages, novela de 1955) que oscuramente construyeron su existencia.
También es amor, en una de sus infinitas formas, el amor de Bouvoir. La protege económicamente, la cuida en su período más oscuro de enfermedad y locura, pelea la publicación de la obra de Violette frente a las cavilaciones de los editores porque es una obra salvaje, desprejuiciada, que pone en carne viva el abandono, la sexualidad, el deseo de esta mujer frágil y sufriente.
La escritura de Leduc se abre camino, libro tras libro, en un momento histórico donde la mujer lucha por su espacio y la afirmación de su identidad como persona con derecho a elegir, que son también los motivos de la lucha de Bouvoir.
El Premio Goncourt, que recibe por La Bastarda en 1964 es el reconocimiento de su obra y por primera vez la encuentra rodeada de público mientras firma ejemplares. Las fotografías de esa época muestran su rostro iluminado al fin por una alegría nueva, disfrutada con la misma potencia salvaje con que aventaba sus golpes, enmarcada en la belleza serena del campo y la vieja casona donde acabará sus días.
Esta película tal vez resulte una revelación para muchos lectores, así como lo fue para su protagonista, que confiesa no haber conocido la obra de Leduc en profundidad. Tal vez sea un pretexto para leerla o revisarla desde una mirada diferente, que es lo que suele sucedernos a los que hurgamos en las historias de los otros para descubrir alguna sombra familiar en nuestro espejo más secreto.

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marta rosa mutti

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