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Durante el siglo XVIII en contraposición con el Clasicismo y el racionalismo de la ilustración nace el Romanticismo que asume la manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y sobre todo el hombre; originado en Alemania, el Reino Unido e Irlanda.
Por esta razón la naturaleza inspira a quienes habitan, los artistas, que dejan en sus obras su influencia.
Quizás, esta teoría no tenga un fundamento científico pero ciudades como Weimar, provincia de Turingia albergaron a poetas, filósofos, músicos como Schiller, Herder, Wieland, Goethe, Bach y Liszt
Una de las máximas figuras de esta corriente literaria alemana es Johann Wolfgang von Goethe, vivió en esta ciudad, el guía de la fundación cultural de ella, definió “Weimar es en realidad un parque que alberga una ciudad”. Este paisaje está conformado por tres parques que se alinean a lo largo del río Ilm. Una de sus atracciones es “La casa romana”, la que fue el primer edificio clasicista de Weimar, idea que trajo Goethe de su viaje a Italia.
El más grande y famoso es el parque Goethe, donde se aprecia una vista panorámica de su residencia de campo y su jardín, la más curiosa vista que se obtiene de esta es desde la casa de Charlotte von Stein, amante del escritor. Las crónicas de la época cuentan que Charlotte encendía una vela en la ventana del piso superior para que el escritor supiera que su marido no estaba. Luego de un bosque de robles encontramos el segundo parque desde el que se puede apreciar el barroco palacio Belvedere, que fue concebido como residencia de verano, siguiendo el modelo de Versalles, con jardines geométricos, para el duque Carlos Augusto, donde ambos realizaban estudios de botánica. El tercer parque Tierfuter Park es el más pequeño pero el más hermoso, praderas salpicadas por árboles y flores junto al lecho del río Ilm.
Hay un árbol típico de esta región “el ginkgo” al que Goethe le dedicara un poema “Ginkgo biloba”.
En esta hermosa ciudad, si bien pequeña, descubrimos por ejemplo la Platz der Demokratie, presidida por la escultura ecuestre del gran Duque Carl August, el Grunes Schlob, palacio verde, fantástica biblioteca; el palacio Herderkirke domina el Park an der Ilm, donde se encuentra la parcela que el duque le obsequió a Goethe y donde pasó gran parte de su vida. En el centro de la ciudad se encuentra, hoy convertida en museo, su casa conocida como Goethe Wohnhaus, y frente al Teatro Nacional de Weimar la estatua en honor a Goethe y Schiller.
Siguiendo con la obra del escritor “Las cuitas del joven Werther” que narra el suicidio de un joven por amor, inspirado en dos historias distintas , produjo una epidemia de suicidios adolescentes, tales como el joven Christel von Lassberg, de diecisiete años, que se arrojó desde un puente al río Ilm con el libro en su bolsillo.
Goethe, considerado uno de los creadores del romanticismo alemán, movimiento que priorizó lo personal, subjetivo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental, que renovó y enriqueció hasta el lenguaje, impregnó su obra de estas características, pero para conocer un artista nada mejor que leerlo, dejo aquí algunos de sus pensamientos:
Bibliografía: Traveler, Alemanía de National Geographic.
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