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Marta Rosa Mutti
La autora canadiense Alice Munro - Wingham, Ontario, 1931, considerada una de las mejores cuentistas actuales en lengua inglesa, ha sido galardonada “por su perfecto dominio del género del relato”, según el jurado del Reino de Redonda, que valoró también “su extraordinaria capacidad de observación de lo cotidiano y sus paradojas”. (Diario El País)
El cuento acaba y estamos frente a una inquietud, cerramos el libro, lo dejamos a un lado y otras escenas que se refieren a la historia que ahora está presente, que es real, se presentan en nuestro pensamiento. Nos interrogan y hasta nos muestran otros costados no revelados por la lectura, tampoco <<creemos creer>> imaginados por el propio autor.
¿Qué es lo que sucede? Pues, que aquí volvemos a empezar. Que estamos frente a un cuento redondo. Y, siendo el círculo una de las figuras geométricas esenciales al universo y al hombre, nos señala como símbolo la imagen de que se trata dentro la condición literaria: de un encaje perfecto. Un ensamble donde la detención, el obstáculo, el rodeo, la sacudida, el enredo, solo son causas que se construyen para culminación.
Vamos a verlo de este modo: Si al acabar o poco antes con el final de un cuento, éste nos hace ir al principio, es que la historia ha revelado un cambio de dirección tan brusco, tan inesperado que nos ha dejado fuera de combate, tal como lo dijera de él hace tiempo el genio de Cortázar, un cuento se gana por knock–out, y antes otro grande Roberto Arlt, dijo cierta vez que él escribía relatos que tuviesen la violencia de un cross a la mandíbula. Esto resulta así en el cuentista de oficio que trabaja el curso de la historia quebrándolo de tal manera que uno puede tener la impresión de que se salteó algo, y que de pronto está leyendo otro cuento. Eso que se muestra como faltante o sin explicar nos lleva a indagar volviendo sobre las primeras líneas o páginas en busca de algo en lo que no se haya reparado, un nombre, un detalle, una información. Quizá ese volver es solo por el placer de repasar la historia otra vez para detener la vista en los momentos donde el escritor ha ido dejando los indicios que señalaban ya el desvío, ya la dirección hacia el punto dónde se resolverá la trama, porque el verdadero cuento es otro. Sí, otro que discurre entrelíneas, porque la literatura es el ejercicio de escribir callando para que nuestra sagacidad, imaginación tal vez llene esos espacios de los que no tenemos conocimiento ni recuerdo pero de algún modo no nos son ajenos porque tienen que ver con la vida, que nos sorprende por fuera de eso que llamamos realidad, haciéndonos protagonistas de sus designios que por impensados urden la mejor de las ficciones.
Leemos aquí un par de contextos que constituyen algunos de los cuentos de Alice Munro, hoy reconocida como la Chejov de estos tiempos
Una mujer mayor que ha tenido algunos problemas de memoria sin importancia llega al barrio desconocido para ella en el que está la consulta del médico y descubre que ha olvidado en casa el papel donde apuntó el nombre.
Un veterano vuelve de la guerra en el verano de 1945 y cuando después de un largo viaje a través de Canadá le falta menos de media hora para llegar a su pueblo salta del tren en marcha, aprovechando que ha reducido mucho la velocidad en una curva, y se acerca a una granja en la que vive una mujer sola.
Un ama de casa joven que ha publicado por primera vez unos poemas en una revista es invitada a una fiesta de escritores en la que nadie le hace caso y se emborracha tanto que tiene que sentarse en el suelo, y un desconocido la ayuda a levantarse y la lleva a casa, y cuando ella va a salir del coche él le dice que ha tenido la tentación de besarla.
Un niño ve que su hermana mayor está a punto de ahogarse en una laguna y corre a pedir ayuda y luego no recuerda por qué motivo se sentó en los escalones a la entrada de su casa en lugar de golpear la puerta.
Una mujer casada con un hombre doce años mayor que ella recibe a una vendedora de cosméticos a domicilio, y cuando el marido, un profesor, un poeta célebre, vuelve a casa, él y la vendedora se quedan hechizados mirándose porque tuvieron una historia de amor muchos años atrás, cuando él era soldado y estaba a punto de partir para la guerra.
Queda en ustedes, amigos lectores, ir en busca de los cuentos dónde encontrar estas lecturas.
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