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John Lennon dijo que: “la vida es lo que sucede mientras estamos ocupados en planificarla”.
Para disfrutar de la lectura de Alice Munro, debemos tener presente a Lennon. Si esperamos sólo el desenlace de cualquiera de sus cuentos, apurando su lectura, nos perderemos todo lo que sucede alrededor de la trama. Y eso es lo delicioso de su lectura. Los personajes de Munro tienen una vida de relación, no sólo con otras personas sino con el entorno que los rodea. Y es precisamente ese entorno que los moldea lo que da valor y belleza a esos relatos que le valieron el Nobel de Literatura 2013.
Por similitudes o diferencias, la lectura de los cuentos de Alice Munro me remite a otros autores.
Nada tiene en común la prosa cuidada, fina, elegante de Munro con aquella “prosa espontánea” de Kerouac. Tampoco puede decirse que su estilo sea periodístico, ¿por qué su lectura me remite a Hunter Thompson? ¿Será porque al igual que “En el Camino” de Kerouac lo importante no es el viaje que emprendemos al abordar sus cuentos, sino todo lo que encontramos alrededor de la trama principal? ¿Será porque al igual que en el “periodismo gonzo” de Thompson, parece no haber división entre objetividad y subjetividad, siendo los objetos y los sujetos parte de un todo maravillosamente ensamblado?
Sea como fuere, la lectura de Alice Munro es una enriquecedora experiencia.
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