El teatro es un género literario, normalmente escrito para
el diálogo que puede ser en prosa o en verso, y es concebido
para ser representado. El término drama viene del griego, y
significa “hacer”. Por esa razón normalmente se asocia a la
idea de acción.
Las dos vertientes principales del género corresponden
al Teatro Clásico, representado fundamentalmente por las
tragedias griegas; y el Teatro Romántico, con la imagen de
Víctor Hugo en alto como estandarte. Cuando hablamos
del primer período de la teoría teatral hablamos del Teatro
Clásico. Se denomina así porque comprende las
civilizaciones clásicas como las de Roma y Grecia. Y sus
obras están originalmente, escritas en lenguas clásicas: griego
y latín. La tragedia griega floreció en el siglo V a.C. con
dramaturgos como Esquilo, Eurípides y Sófocles (autor del
conocidísimo, Edipo Rey). Las obras eran solemnes, escritas
en verso y muy estructuradas. Aristóteles había sentado las
bases para las normas en cuanto a tiempo, espacio y acción.
Las historias estaban basadas en su mayoría en mitos o
antiguos relatos, y el objetivo era hacer consideraciones
sobre el carácter de los
personajes y el papel de
la humanidad en el
mundo. Por lo general,
eran obras de poco
movimiento y los
hechos se relataban a
través de diálogos y
canciones de coros.
Podemos nombrar el
período del
Renacimiento
como otro punto de quiebre. Aquí, el “Teo” (Dios) le
cedió el paso al “Antropo” (Hombre). La Reforma
protestante puso fin al teatro religioso a mediados del siglo
XVI, y un nuevo, dinámico y profano teatro neoclásico
ocupó su lugar. Los temas que se trataban eran laicos, las
obran eran sobre la lucha de la humanidad y las
adversidades. La mirada a Dios podía haber cambiado, pero
el teatro seguía siendo riguroso en cuanto a sus normas y
estructuras. El concepto teatral más importante del
renacimiento fue el de verosimilitud (la apariencia de
verdad), que no tenía que ver con mostrar una copia exacta
del mundo real, sino de eliminar lo improbable, lo irracional,
para que se destaque lo lógico, lo ideal y lo moral; por lo
tanto, los personajes eran delineados como ideales más que
como individuos con sus particularidades; representaban
más lo que el ser humano debía ser, que lo que era realmente.
En esta construcción de un mundo utópico, la comedia y la
tragedia no se mezclaban, y el bien era recompensado y el
mal castigado. Las estructuras aristotélicas en cuanto a
tiempo, espacio y acción debían ser respetadas, dejando
recaer la calidad de la obra en el apego a estas normas, más
que en la respuesta del público. Fue el Teatro Romántico
quien rompió con todas estas estructuras. Los románticos
se centraron más en el sentimiento que en la razón o la
lógica. Las historias eran acerca del mundo real, que no
tenía nada que ver con el ideal. Fue aquí que se liberaron
de las reglas del clasicismo y del neoclasicismo y se dio lugar
a una amplia literatura y producción dramática que ignoraba
cualquier tipo de disciplina. Víctor Hugo redactó en el año
1827 su drama histórico Cromwell que se convirtió en el
manifiesto del teatro romántico. En él se realiza un
llamamiento a la liberación de las restricciones impuestas
por el período clásico y, dejando muy
lejos a lo “ideal”, se proclama el
derecho y deber de todo arte de
representar la realidad en todos sus
aspectos. Se incorpora a la escena
teatral lo feo, lo grotesco y la mezcla
de elementos cómicos y trágicos para
representar los matices irónicos de la
vida diaria. Sumándose se encontró el
Realismo Psicológico y dio origen al
Teatro Moderno. En el siglo XIX los
estudios de pioneros como Sigmund Freud llevaron,
tanto a la psicología como a la humanidad, a una
mirada interior más profunda, a preguntar el por qué
de las acciones. El dónde y cuándo nacían las causas
de los efectos de las mismas. El teatro se tiñó de
psicoanálisis. Las caracterizaciones eran más tridimensionales;
cada personaje tenía un pasado que
justificaba su accionar presente y escarbando en el
inconsciente, se volvió más introspectivo. El teatro es un
transmisor vivo de cultura y en el hoy de la sociedad es uno de
los últimos bastiones de contacto personal. El teatro es puramente
sensorial: es sudor, nervios, voz, tacto, lágrimas. Personas reales
viendo a personas reales interpretar una situación ficticia, es ese
acuerdo tácito que le da forma al ritual.
Una aproximación al arte dramático - por Carolina Racciatti (estudiante de Ciencias de la Comunicación, actriz)