Apuntes literarios
 

Los haiku son pequeños poemas originarios del Japón. Tienen sólo 17 sílabas, agrupadas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, con una métrica estricta que conserva todas las reglas de la versificación.
Así presentados, se diría que nada hay más sencillo en el mundo que escribir haiku, pero a poco de analizar su origen e historia, veremos que, detrás de su brevedad, existe un significado profundo y casi misterioso, que, muchas veces, enriquece la percepción original. En otras palabras, el haiku puede ser más importante por lo que sugiere, que por lo que dice.
La poesía haiku tuvo su primer gran exponente en el siglo XVII en el poeta japonés Matsuo Manefusa o Matsuo Bashô (1) (1644-1694). De familia de samurais (nobleza guerrera de Japón), estudioso del Budismo Zen y del Taoísmo, fue monje, además de poeta. En sus poemas se conjugan el misterio, la profundidad y la realidad.

Un viejo estanque
se zambulle una rana,
ruido de agua.

A la intemperie
se va filtrando el viento
hasta mi alma (2)

Otro poeta importante, ya del siglo XVIII, fue Kobayashi Yataro o Kobayashi Issa (1763-1927) (ver nota 1), quien lleva a sus poemas las vivencias de una existencia aciaga. Huérfano de madre desde muy pequeño, a los 9 años escribe:

Ven a jugar conmigo
gorrión
sin padres.

Centra su mirada en los pequeños seres de la naturaleza y, a pesar de su vida particularmente colmada de desdichas, retiene con ternura las imágenes de su entorno.

No lloréis, bichos,
que sufren desengaños
hasta los padres.

El pájaro en la jaula
observa, con envidia,
la mariposa.

En Japón se continúa aún hoy cultivando este género literario, e incluso tiene características protocolares, pues el Emperador, antes de asumir, compone un haiku para sus súbditos.
Un autor contemporáneo, Bôsha (1900-1941), tratando de aprehender la particularidad de las cosas, nos dice:

Apoyado en un cojín de piedras
¿tal vez soy una cigarra?
Lamento de lluvias invernales.

Se ha sostenido que, por ser un producto de la cultura oriental, el haiku no puede ser escrito por occidentales, ajenos por naturaleza a sus concepciones. Sin embargo, en los últimos años ha surgido una pléyade de poetas que, en todas las lenguas, han adherido a esta forma de versificación.
Baste recordar que, en el año 1995, cuando se convocó a un concurso de haiku, organizado por el Centro Cultural e Informativo de la Embajada de Japón, se presentaron 3000 poemas, superando todas las expectativas de sus organizadores. La ganadora, Constanza Fioti, presentó este haiku:

Despacio el alba
recoge las estrellas
adormecidas.

Nuestros grandes escritores han intentado cultivar el género con dispar trascendencia. Vemos aquí como Jorge Luis Borges (1899-1986) se aproxima al mundo del haiku:

La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.

La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.

En nuestro país existen varias agrupaciones de amantes del haiku y, en especial, el Instituto Tozay, (3) organiza desde el año 2000, cada dos años, encuentros internacionales dedicados al tema, con la participación de calificados disertantes. Este año, los días 20, 21 y 22 de octubre de 2006, en el Teatro del Viejo Consejo, 9 de julio 524, San Isidro, tendrá lugar el IVº Encuentro Internacional para el cual se han fijado áreas temáticas de mucho interés como: Haiku y pintura, Cambio y permanencia, Comparación de temas universales, Temas clave de los grandes maestros, El autor y su entorno, Haiku y filosofía social, La trayectoria del Haiku a través del tiempo, El Haiku en otras lenguas, entre otros. Además, paralelamente se realizará un concurso, tanto para los asistentes como para quienes envíen sus poemas por correo.
Volviendo a la esencia del haiku, Leonardo V. Arena aclara “no todas las composiciones breves son haiku, sino sólo aquellas que conciernen directamente a la espontaneidad y logran traducirla en forma concisa. La misma concisión es un arma de doble filo: debe saberse usar, si se quiere producir un resultado lírico”.(4)
¿Y los lectores? ¿Cómo aprehenderán esa particular lírica? Andrei Tarkovsky, el genial cineasta ruso, que ha encontrado muchos puntos comunes entre el haiku y el arte cinematográfico, nos aclara: “El lector de un haiku tiene que perderse en él, como en la naturaleza...”Perdámonos pues en su belleza, recordando que “...el haiku tiene una simplicidad natural, que no será nunca atrapada mientras se la busque a través de la racionalidad occidental”.(5)


(1) Según la costumbre, en el Japón, al llegar a una edad avanzada, se cambia el nombre por alguna palabra con significado especial.
(2) Por ser traducción del original japonés, los haiku de esa procedencia generalmente no conservan la métrica en español.
(3) INSTITUTO TOZAI "Oriente y Occidente", Lamadrid 120, 1609 - Boulogne Sur Mer, Buenos Aires, Argentina. Telefax 4765-5286. Correos electrónicos: informes@tozai.com.ar / tozaigakuin@yahoo.com
(4) LEONARDO VITTORIO ARENA., “Haiku”, Biblioteca Universal Rizzoli, Roma, 1995.
(5) Ídem.


Haiku: poemas en miniatura - por Ana Bauchiero