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Realismo
Mágico...
misterioso y cotidiano
Por Silvia Santilli
El Realismo Mágico surge en un momento en que la tecnología parecía pronta a acabar con la superstición. Las dictaduras encerraban a la palabra y la hacían caminar en redondo por habitaciones estrechas. Cuando la verdad parecía imponerse a través de la ciencia y de la fuerza surge la voz que dice las cosas como son sin dejar de lado las otras voces, la de los fantasmas que sobrevuelan por las calles y nos cuentan sus historias.
Es un género metalingüístico y literario que germina entre los años 1920 y 1930. Busca mostrar otras realidades del mundo real, combina elementos fantásticos y fabulosos con el mundo real de modo de establecer un equilibrio entre una atmósfera mágica y la cotidianidad. Quebrantando las fronteras entre lo real y lo irreal, ubicando cada uno de estos en el lugar del otro. Si bien esta tendencia a fundir lo real con lo fantástico ya existía en las obras de novelistas de todos los tiempos, principalmente en escritores como François Rabelais y Laurence Sterne, otros antecedentes más inmediatos pueden ser las novelas del ruso Vladimir Nabokov o del alemán Gunter Grass.
Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que plasmó en sus obras un mestizaje de realidad y magia no casual en escenarios americanos donde los personajes representan y reflejan el folclore del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas queriendo emerger hacia el mundo real desde lo fantástico. Entre otros que trabajaron la riqueza de este género cabe nombrar a Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Laura Esquivel y sobre todo Gabriel García Márquez. Las novelas de este último Cien años de soledad (l967), El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte anunciada (l981) siguen siendo exquisitas representantes de esta corriente literaria.
Alguna vez Gabriel García Márquez dijo:
“Mi problema más importante era destruir la línea de demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía. Pero necesitaba un tono inocente, que por su prestigio volviera verosímiles las cosas que menos lo parecían, y que lo hiciera sin perturbar la unidad del relato. También el lenguaje era una dificultad de fondo, pues la verdad no parece verdad simplemente porque lo sea, sino por la forma en que se diga”.
Fuera del continente americano el realismo mágico ha influenciado, en palabras de algunos críticos, en obras del italiano Ítalo Calvino y del checo Milan Kundera, así como en el inglés Salman Rushdie.
Algunas particularidades
Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.
Se puede apreciar en el contenido de la novela, representaciones de mitos y leyendas que por lo general son latinoamericanas. Incluso, en el libro Cien años de soledad, se hace alusión al mito de la humanidad, en el momento en que Adán y Eva se marchan del jardín del Edén.
Contiene multiplicidad de narradores (combina primera, segunda y tercera persona), con el fin de darle distintos puntos de vista a una misma idea y mayor complejidad al texto.
El tiempo es percibido como cíclico, no como lineal, según tradiciones disociadas de la racionalidad moderna.
Se distorsiona el tiempo, para que el presente se repita o se parezca al pasado.
Transformación de lo común y cotidiano en una vivencia que incluye experiencias “sobrenaturales” o “fantásticas”.
Preocupación estilística, partícipe de una visión “estética” de la vida que no excluye la experiencia de lo real.
El fenómeno de la muerte es tomado en cuenta, es decir, los personajes pueden morir y luego volver a vivir.
Planos de realidad y fantasía: hechos de la realidad cotidiana combinándose con el mundo irreal, fantástico, de final inesperado o ambiguo.
Escenarios americanos: en mayoría ubicados en los niveles más duros y crudos de la pobreza y marginalidad social, espacios donde la concepción mágica, mítica, aún es “vida real”.
Los hechos son reales pero tienen una connotación fantástica, ya que algunos o no tienen explicación, o es improbable que puedan ocurrir.
Los personajes irreales actúan dentro del marco real, transforman sus dichos y hechos circunstancias corrientes, es decir, el personaje adquiere verosimilitud.
Veamos algo de lo mencionado en un par de fragmentos del cuento de Gabriel García Márquez:
Un señor muy viejo con alas enormes
Al tercer día de lluvia habían matado tantos cangrejos dentro de la casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar, pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se pensaba que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas…
(…)Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un acróbata volador, que pasó zumbando varias veces por encima de la muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ángel sino de murciélago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos más desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel desorden de naufragio que hacía temblar la tierra, Pelayo y Elisenda estaban felices de cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata los dormitorios, y todavía la fila de peregrinos que esperaban su turno para entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte…
(…) El ángel era el único que no participaba de su propio acontecimiento. El tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido por el calor de infierno de las lámparas de aceite y las velas de sacrificio que le arrimaban a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales de alcanfor, que, de acuerdo con la sabiduría de la vecina sabia, era el alimento específico de los ángeles. Pero él los despreciaba, como despreció sin probarlos los almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por ángel o por viejo que terminó comiendo nada más que papillas de berenjena. Su única virtud sobrenatural parecía ser la paciencia. Sobre todo en los primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de los parásitos estelares que proliferaban en sus alas…
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