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Tragedia de Macbeth, transliteración del siglo XI al XXI.
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Tragedia de Macbeth,
transliteración del siglo XI al XXI
Por Marta Rosa Mutti
Shakespeare con abierta intencionalidad desnuda al hombre en sus emociones, debilidades, fuerzas y pasiones. Se puede decir que es quien con más agudeza recreó el espacio interior del ser humano casi a modo de testimonio de sus grandezas y oscuridades.
En su drama Macbeth, por ejemplo podemos observar algunos de los aspectos citados.
Los personajes centrales Lady Macbeth y Macbeth articulan una historia de ambición desmedida, donde las pasiones del hombre descienden hasta arribar el punto más álgido: el homicidio.
El drama presenta los contrastes de la lucha interna entre la razón, la pulsión y las bajas pasiones. Codicia, necedad, soberbia. El protagonista, Macbeth, un hombre en la plenitud de sus fuerzas, ávido de poder, recoge el guante del destino, cede a la tentación y pretende ser rey, para ello asesinará a Duncan, rey de Escocia. (En referencia del personaje histórico, el rey de Alba, Duncan I, muerto en 1040)
No le faltan agallas ni capacidades, tampoco quien lo instigue a la ruptura de los límites, al mismo abismo. Situación a la que se suman las trampas que la propia conciencia le depara.
Ross(un compañero):
…Macbeth, el rey ha recibido jubiloso la noticia de tu éxito y, al saber de tus peligros combatiendo a los rebeldes, su asombro y alabanza han porfiado por ver cuál dominaba. Quedando enmudecido y viendo lo que hiciste.
El aspirante a rey se transforma en la herramienta y en el arma con que la codicia parodia su avidez sin medida. Todos los recursos son válidos para obtener aquello que se desea. Así un brillante general del ejército escocés mutará en máscara de simulación. Dice ser leal cuando traiciona. Jura por la verdad y miente. Macbeth realiza los más descarados ejercicios de hipocresía y engaño, disfraza una mente envilecida con sentimientos ruines por una pretendida actitud de nobleza.
La evolución de estos estadios y excesos del pensamiento, devienen en una locura fatalmente ciega: aquello que devora, lo hace hasta que nada queda para devorar más que a sí mismo. Juega su carta de triunfo en este drama, el imprevisto o no, olvido de la fatalidad: Hécate, pivote parásito de toda acción del hombre y cuyo propósito pareciera hacer de la gloria, una desgracia, de la risa, llanto. De la riqueza, mendicidad y la lista prosigue en los pasadizos que nos llevan a la caída, hasta que por fin, ella se instala y reina.
Habiendo tomado entonces, ésta la forma de la diosa Hécate, -las mujeres provocan la caída de los hombres en las historias al parecer-. Tenebrosa y enigmática diosa del destino, hará que sus tres brujas llenen la cabeza del en un principio héroe de esta historia, con fábulas de un futuro de grandeza, a lo que los obsequiosos oídos de nuestro hombre se han de prestar con mucho gusto, ya que el poder pesa en la sangre de todo representante de la especie humana.
Guiado por sus anhelos más oscuros, anulado el pensamiento por las brujas con estímulos y elogios falsos y sin sentido, Macbeth mata a sus adversarios y a todos aquellos que estuvieron junto a él y lo ayudaron. Ya no existe el retorno, el camino es ahora de sangre, rojo y resbaladizo, no hay forma de salir de él.
Sin embargo, cumplido el propósito la corona reposa sobre su cabeza, no la cordura, ni la paz. El remordimiento y el miedo vuelto sospecha y desconfianza son el pan de cada día y el vino de cada noche.
Sin embargo Hécate sabe que esto no es suficiente para la caída de Macbeth, podría volver a éste un golpe de luz y razón y tener la osadía de salir de este abismo, y ella no obtendría su propósito, no se haría de la victoria. Va por la estocada de gracia. Sus brujas redoblarán cantos y lisonjas. Seguridad y confianza hasta que por fin el descuido lo sorprenda y le sea arrebatado el motivo de tan aciaga ambición.
Las brujas vaticinan a Macbeth:
“... pues ningún hombre dado a luz por mujer a Macbeth podrá dañar” y “Macbeth nunca caerá vencido hasta el día en que el gran bosque de Birnam suba para combatirle hasta la alta colina de Dunsinan”.
Esta situación parece imposible, el rey Macbeth se confía…
Malcolm (Malcolm, hijo mayor de Duncan heredero del trono) y Macduff,(Macduff, barón de Fife, las brujas alertan a Macbeth diciéndole que debe cuidarse de éste) con la ayuda de Inglaterra, invaden Escocia. Macduff, Malcolm y el inglés Siward, conde de Northumberland, atacan el castillo de Dunsinane, con un ejército camuflado con ramas del bosque de Birnam, con lo que se cumple una de las profecías de las brujas:
…el bosque de Birnam se mueve y ataca Dunsinane…
Macbeth es asesinado por Macduff, quien ha sido sacado del vientre de su madre poco después de morir ésta.
Si observamos otro costado de la tragedia…
La mujer no queda fuera de este infierno. Shakespeare muestra que ésta no es el reverso de la moneda. Sino que comparte o quizá tiene más mayor responsabilidad en la concreción de la tragedia que el hombre, a través de la instigación.
Lady Macbeth:
…“¡Corred a mi espíritus, propulsores de pensamientos asesinos!... espesad mi sangre; cerrad en mí todo acceso, todo paso a la piedad, para que ningún escrúpulo compatible con la naturaleza turbe mi propósito feroz ni se interponga entre el deseo y el golpe...”
Cabe aquí reflexionar:
¿Macbeth cometió estos crímenes por propia convicción? ¿Lady Macbeth, solo lo acompañó por ser esa su función como esposa ya que ese deseo era de él? o, ¿lo impulsó porque quería manejar los miedos y debilidades de su esposo y así ella reinar?
Lady Macbeth
¿Fallar nosotros? Tú tensa tu valor hasta su límite y no fallaremos. Cuando duerma Duncan (y al sueño ha de invitarle el duro viaje de este día) someteré a sus guardianes con vino y regocijo, de tal suerte que la memoria, vigilante del cerebro, sea un vapor, y el sitial de la razón, no más que un alambique. Cuando duerman su puerca borrachera como muertos, ¿qué no podemos hacer tú y yo?
Hombre y mujer ambos en competencia por el poder. Pensemos en la historia de Marco Antonio y Cleopatra. O en los aconteceres por este siglo XXI.
Si los antiguos griegos decían del destino: pasiones y maldades fuera del ser humano, puede decirse que Hécate traza el destino de Macbeth, aunque ella sólo aviva el juego de las pasiones en éste y ellas son las que acaban por destruirlo al arrebatarle la identidad, el don de ser fiel a sí mismo siendo quien se es. Mostrarse como tal. Reconocerse. Algo que está por encima de todos los reinados y tronos del mundo.
El drama de Macbeth, que transcurre en el siglo XI,se ha transliterado siglo a siglo y continúa haciéndolo en nuestros días.
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