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Registro lingüístico,
cómo contar una historia

Por Marta Rosa Mutti

 

Registro linguistico

Según Roland Barthes 1

“Las palabras tienen una segunda memoria que se prolonga misteriosamente hacia el centro de las nuevas significaciones”, de El grado cero de la escritura, (Peligrosas Palabras)


Según Guy de Maupassant

“No es necesario el vocabulario extraño, complejo, numeroso, arduo que hoy se nos impone bajo el nombre de escritura artística para señalar todos los matices del pensamiento. Lo acertado es distinguir con suma claridad todas aquellas modificaciones del valor de una palabra procedente del lugar que ésta ocupa. Empleemos menos sustantivos, verbos y adjetivos de sentido casi imperceptible y más frases diferentes diversamente construidas, ingeniosamente moldeadas, llenas de la ciencia del sonido y el ritmo. Empleemos una forma general excelente y no coleccionemos términos raros”.

La narrativa como el ajedrez aúna arte y juego. Como juego comparten la disciplina, y como arte, la lógica y el razonamiento, ya que no existe un órgano concreto para la percepción de las palabras, sino un complejo sistema de enlaces y análisis que se concretan en el cerebro humano, que como bien se conoce, aún no ha sido decodificado en su totalidad.
Cada ficción entonces, debe pasar por una serie de estancias donde la significación de su intención será evaluada desde diferentes planos. Se puede decir que la información se transmite dato tras dato, hecho que no posibilita una visión perimetral sino integral, que resulta en una superficie concreta de un conjunto de ideas que concluyen en un resultado.
Quien produce un texto narrativo lo hace dentro de una estructura que soporte y conduzca al lector dentro de la historia, que va más allá de la intencionalidad del escritor porque el lector levantará gracias a dicha estructura su propio relato, desde luego agregando contexto, sumando circunstancias, sensaciones, marco visual, sonoro, y hasta la pulsión, o sea su propia percepción. Llámese la otra historia de la historia.
Esto no es producto del azar, sino surge del trabajo del escritor sobre su texto, quien para lograr este efecto ida y vuelta emplea diferentes herramientas en la construcción del mismo, por ejemplo: el registro de la lengua. El punto de vista. El manejo de la tensión debido a la interacción entre la acción en la escena y la descripción (digresión) intencionada para generar un efecto en el texto. La utilización de puntos de giros durante el desarrollo de la secuencia narrativa, los paseos en el tiempo. Ayer, hoy, mañanas como alternancias sincronizadas. Las rupturas de núcleos temporo - sociales como ucronías y distopías. Y tal vez lo más difícil: la necesidad de sostener la atención alucinatoria del que lee. Registro que se consigue con el uso exacto de la palabra, he ahí la cuestión. Cada palabra posee un peso de significación multiplicador, abarcativo de tantos significados como espacios se le otorguen. Es decir en cada lugar y escena donde juegue tendrá un significado, que en ese caso es propio y no podrá ser reemplazado sin modificar la valoración de lo que está sucediendo en ese espacio – tiempo (cronotopo), porque quien crea la historia no sólo pretende otorgar un momento de distracción, de placer, sino que su fin es también, el de comunicar un mensaje, transmitir su idea, dar su mirada sobre del mundo.
Se concluye entonces, en que se debe de ser cuidadoso en extremo en el uso y lugar de cada palabra, ya que utilizada fuera del registro con el que se está trabajando, provoca displacer, sobresalto en la lectura, lo que derivará en un efecto de comprensión errónea, que culmina en la re lectura o el abandono.

Si un registro lingüístico es: lo que se habla en un espacio tiempo, impuesto por lo que se hace, actividad social, intelectual, trabajo, etc., y que expresa diferentes procesos de comunicación, tendrán que tenerse en cuenta a la hora de trabajar el texto, aspectos como el tipo de oración (larga, corta, elíptica, retórica, descriptiva, metonímica, etc.). La construcción sintáctica del mensaje de las mismas en busca de un objetivo claro y específico. La semántica, que será el recurso de equilibrio, dado que regulará la interpretación general de la construcción lingüística o sintaxis (la relación de las palabras dentro del discurso o en la frase). El léxico, vocabulario, palabras de una lengua, ya sea en usos simultáneos es decir sincrónicos o la evolución del mensaje a transmitir en distintos tiempos, usos diacrónicos.

Dice Susana Muzio Sáenz Peña en un trabajo sobre Jorge Luis Borges:
“La palabra cómplice, puente, espejo y portón abierto a la voz del otro impidiéndole penetrar con su voz dentro del discurso hueco del disertante.”
Dice el mismo Borges al respecto:
“… que no hay razón suficiente para conservar una palabra que sobresale demasiado del texto”.

Basta con recorrer obras de narradores como Antonio Di Benedetto, Marco Denevi, José Bianco, César Aira, Juan José Saer, Leopoldo Brizuela, Claudia Piñeiro, Eduardo Belgrano Rawson, Pablo de Santis, Antonio Muñoz Molina, Cristina Peri Rosi, Eduardo Galeano, Roberto Fontanarrosa, Ana María Matute, Jerome Salinger, William Goye, Ambroce Bierce, Tobías Wolf, Luisa Valenzuela, Carson Mc Cullers, Toni Morrison, Susan Sontag, Julián Barnes, la misma Silvina Ocampo. Ficciones donde podemos observar el uso continuo de recursos a fin de dar fluidez a la palabra y por consecuencia construir el registro narrativo, valiéndose para ello de funciones como: la omisión de información, definición de situaciones por el comportamiento de los personajes en lugar de información explícita. Significación implícita de un concepto, a través del uso de la elipsis. Interacción de voces para ampliar la visión a través de un punto de vista múltiple. La metonimia como apertura a la diversidad. Parodia, ironía, inferencia, absurdo en busca de interpretaciones disímiles. Y sobre todo: No a las frases que produzcan rupturas o sobresaltos dado su manejo fuera de contexto, solo, por el lucimiento retórico del escritor.

Veamos esta reflexión de Borges
…Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo de leer cuando busca un artículo en una enciclopedia o cuando lee una novela, o cuando lee un poema. Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa. Quien lee un cuento sabe o espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo no diré fantástico -muy ambiciosa es la palabra- pero sí ligeramente distinto del mundo de las experiencias comunes.

Es clara entonces, la importancia de trabajar sobre el registro narrativo antes, durante y al terminar nuestro texto, cuando se enfrenta la corrección de la obra, (momento duro), eso por supuesto, si nuestra aspiración tiene como objetivo la mirada del lector.
A modo de ilustración, algunos ejemplos de metonimias, tomados de las kenningar. Construcciones poéticas que abundan en las sagas y los poemas épicos que forman parte del cuerpo literario medieval islandés y noruego: metáforas idiosincrásicas con las que los vikingos describían la realidad. Por cierto de uso frecuente en los pueblos del norte de Europa en la Edad Media.

Registro linguistico

... el agua de las espadas: la sangre
... el país de los anillos: las manos
... el camino de las velas: el mar
... trigo de los lobos: el muerto
... bronce de las discordias: el oro
... señor de los anillos: el rey
... sudor de la guerra: la sangre
... el juego de las espadas: la batalla
... la serpiente de la guerra: la lanza

 

 

1 Crítico literario, sociólogo y filósofo francés. Su obra ha sido considerada por algunos filósofos alemanes como un intento de construir una filosofía de la semiótica, cuya identidad reside en el reconocimiento de su singularidad. Entre sus obras destacan: Elementos de semiología (1965), Crítica y verdad (1966), Sistema de la moda (1967), S/Z (1970), El imperio de los signos (1970), El placer del texto (1973), Fragmentos de un discurso amoroso (1977) y La cámara lúcida (1980).

 

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